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Crónica:CON OTRA MIRADA | ATLAS CAPITAL, BANCO DE INVERSIÓN | ELECCIONES 2004
Crónica
Texto informativo con interpretación

El dinero no crece en los árboles

Jornada con espíritu de aventura en el universo financiero de los 'brokers'

Es una mañana soleada cuando entro en el mundo de Atlas Capital Close Brothers, una de las instituciones financieras de tamaño medio mejor reputadas del sector. He de reconocer que me dirijo a este encuentro con espíritu de aventura porque el universo de las finanzas es para mí el reino de lo desconocido, de lo que no entiendo, del dinero que fluye de aquí para allá, que sube y baja en esa burbuja surrealista llamada Bolsa no se sabe por qué sensibles mecanismos. Es como adentrarme en la selva, aunque sin necesidad de machete ni casco, porque lo primero que me sorprende al empujar la puerta es una bocanada de luminosidad, de limpieza de obstáculos, de paz. Se diría que les han puesto silenciadores a los teléfonos y que por los pasillos se ha de circular lo imprescindible. Apenas nos cruzamos con nadie mientras la secretaria me conduce hacia una de las muchas salas de juntas por las que pasamos. También pasamos por despachos acristalados que guardan en su interior cabezas dirigidas hacia los ordenadores como frascos que conservasen la esencia de esta extraña sociedad de principio de siglo. Toda esta situación me contraría porque pensaba empezar la presente página con gente corriendo por los pasillos en mangas de camisa y manos manejando dos o tres teléfonos a la vez.

Resultan abrumadores con sus idiomas, sus carreras, sus máster, su experiencia y juventud
Creen que la economía española ha tirado hacia arriba al margen de la política
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Pero como en la vida, tampoco aquí nada es como parece. Me saca de mi error Pablo Cervera, uno de los managing directors. Tiene 45 años y un carrerón impresionante. Se muestra organizado, metódico, sereno, paciente y al mismo tiempo despide un bombardeo de prisa interna, como si se desenvolviese en una dimensión temporal distinta a la mía. Me explica muchas cosas que habrían sonado a oro molido para un estudiante de empresariales. La apacible atmósfera que percibo es engañosa porque estoy pensando en el broker o corredor de bolsa, que tanto he visto en las películas, hablando por varios teléfonos a la vez y haciendo señas y mil cosas más al mismo tiempo. Sin duda el broker se desgasta mucho en ese tiempo que va de las siete de la mañana a las seis de la tarde, es un trabajo muy intenso, pero con un punto y final hasta el día siguiente. En cambio, la tensión a la que están sometidos en Atlas Capital y en general en todos los bancos de inversión, aun siendo menos espectacular que la del broker, es a la larga más aguda, más sofocante. Se trata de analizar el mercado concienzudamente para comprar y vender empresas, se trata de operaciones muy gordas en las que en la recomendación al cliente se arriesga mucho. Esta tarea, que debe de ser realmente complicada, les lleva de 12 a 14 horas diarias como mínimo con una pausa de dos horas para comer, que algunos aprovechan para correr por el vecino Retiro, ir al gimnasio, hacer compras o comer con clientes. Viven al borde constante del éxito o el fracaso, con una persistente preocupación porque el logro de una operación, que puede llevarles seis meses, llegue a buen puerto. En cualquier caso, Cervera es partidario de aprender a relativizar los fracasos, de darle importancia a la percepción global de si el trabajo se ha hecho bien o no. La perspectiva sobre los resultados ha de ser de unos tres años, no de uno. A veces hay un año especialmente duro como este último, frenado por la guerra de Irak, que creó una gran incertidumbre. Y, por supuesto, más que los fracasos hay que saber relativizar los éxitos. Hay que tener mucho cuidado con no dejarse llevar por la euforia cuando las operaciones salen una tras otra como la seda, hay que estar preparado para los contratiempos, que sin duda están esperando a la vuelta de la esquina. Bajo las envolventes palabras de Cervera me voy dando cuenta de que el duro mundo de la finanzas en el fondo se parece mucho al duro mundo de cualquiera. Con la diferencia de que en tanto que ahí afuera los débiles pueden ir sobreviviendo a trancas y barrancas, aquí dentro sólo lo hacen los que tienen gran capacidad de trabajo, los animosos, vitalistas, seguros de sí mismos, creativos y que no se desmoralizan ante los fracasos. Se reconocen profesionalmente agresivos porque siempre están preocupados y alertas. Cervera dice que al personal siempre hay que transmitirle optimismo y un mensaje de éxito. Admiro su temple y solidez. Me gustaría que fuese mi psicólogo.

Empiezo a sospechar que tal vez mi mente esté elaborando una imagen estereotipada de ejecutivo agresivo. Sin embargo, uno de los directores, José Ramón, me la confirma. Tiene 33 años y como todos un historial brillante. En general, resultan abrumadores con sus idiomas, sus carreras, sus máster, su experiencia en compañías extranjeras, su juventud. El mayor es el presidente, León Benelbas, con 50 años, en viaje de negocios, y los más jóvenes tienen 26, pero desde el primero hasta el último están tan involucrados, tan responsabilizados en el quehacer de la empresa, que su estructura resulta bastante plana. Todos llevan buenos trajes y buenos complementos, en una palabra, van impecables.

A José Ramón le atrae su trabajo porque le permite estar cerca de dos mundos, del empresarial y del financiero. Piensa dedicarse a esto hasta el final, y me lo creo. En nuestra conversación toma el mando de la situación y me lee el pensamiento, tiene sentido del humor, me dice que no son tan pijos como creo aunque jueguen al golf, debe de verme pinta de progre o algo así. Como todos ellos, y con gran naturalidad, suelta mucha terminología anglosajona (transborder, seniority, demanding), forma parte de su vocabulario corriente y como todos ellos está animado por esa prisa interna, por una inquietud que tira de él. Empiezo a descubrir lo estresante de la atmósfera, llena de mucha marcha mental y estómagos acelerados, como en esas charcas donde en apariencia no ocurre nada y, sin embargo, se está produciendo una gran actividad biológica.

En general, veo caras de escepticismo cuando se trata de la política, no dudan de que sea necesaria y que haya que involucrarse, pero ¡ay! cuán engañosos son los planteamientos de los políticos y cuánto se autojustifican, según algunos. No creen que la política tenga gran incidencia sobre la economía, más bien consideran que los cambios políticos los originan los movimientos económicos y creen que la economía española ha tirado hacia arriba al margen de la política. Lo que el dinero no soporta es la incertidumbre, que es lo que produjo la guerra de Irak. "El dinero es miedoso a lo desconocido y a las sorpresas", he oído también en otras partes.

Pero dejemos el dinero y volvamos a las personas. Pregunto cómo se pueden soportar la tensión y las interminables jornadas. En primer lugar, el incentivo económico. Un chaval que acabe de salir de la carrera puede ganar diez mil euros sin pestañear. Pero hay más, la posibilidad de desarrollar una gran e incansable capacidad de trabajo, de aprender. Para Álvaro, analista de 27 años, lo mejor es que te relacionas con gente con la que jamás te relacionarías fuera de esta actividad y que se tiene autonomía y mucha responsabilidad desde el principio. "Lo peor no es trabajar mucho, sino no poder planear ni organizarte la vida", dice. Su trabajo consiste en elaborar la información necesaria con un equipo de research y plasmarlo en un documento que la haga atractiva. Trabaja con dos analistas, mujeres de 26 años, y los tres pertenecen a lo que en el mercado se conoce como ICADE E-3. Se requiere ser muy sistemático, metódico, detallista e incansable en la revisión de los informes, que pasan por otros dos filtros: el asociado y el director.

En este caso, asociada. Está por encima de los analistas y se llama Beatriz, también de 26 años. Su cara de niña surge de un jersey de cuello alto bajo un traje de rayas. Se ha acostumbrado a trabajar de 9 a 9 y si un día sale a las 7 no sabe qué hacer, aunque reconoce que a los 22 trabajaba lo que le echasen. Para ella no es ningún mérito, conoce otra gente que también trabaja hasta las 9 y que no gana ni de lejos tanto dinero como ella. Por otro lado, tampoco es para tanto, dice que el aspecto humano de Atlas Capital es inconcebible en bancos de inversión norteamericanos, muy duros, donde trabajan a veces hasta las tres o cuatro de la mañana y se quedan noches sin dormir. Para hacer currículo es importante pasar por ellos, de donde algunos vuelven bastante mal. Se cuenta que los hay que se desmayan por los pasillos de cansancio o se quedan dormidos en el baño.

Su válvula de escape consiste en jugar a voleibol de 10.30 a 11.30 de la noche en un equipo llamado Atlas Capital. Considera que este trabajo es incompatible con tener hijos, por eso algunas lo dejan a los tres o cuatro años, a pesar de lo bien preparadas que están. De todos modos, hasta ahora ha sido un mundo de hombres y aún es raro ver a una mujer. Siente que su trabajo es valorado exactamente igual que el de un hombre, la diferencia entre unos y otros estriba en que los hombres no ven como normales ciertos comportamientos típicos de las mujeres. En un frente de tanta tensión como éste a veces ellas se desahogan llorando o contando sus problemas, algo que ellos pueden tomar como un signo de debilidad cuando tan sólo es una forma de descargar tensión. Ellas son más proclives a entablar aquí dentro amistades que perviven fuera y también a que haya más roces. Ellos parecen mantener unas relaciones más funcionales y menos emotivas.

Aún hace sol cuando salgo de Atlas Capital. Y según me alejo pienso en una frase que oía mucho cuando era pequeña: el dinero no crece en los árboles.

Algunos de los brokers de la empresa de inversiones financieras Atlas Capital intercambian puntos de vista durante la jornada de trabajo.
Algunos de los brokers de la empresa de inversiones financieras Atlas Capital intercambian puntos de vista durante la jornada de trabajo.LUIS MAGÁN

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