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Columna
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Pronósticos

Lo que ocurre el día de la elección en las urnas está en buena parte decidido con bastante antelación. Lo que arroja la aplicación de la fórmula de reparto de escaños en cada una de las circunscripciones, sin embargo, puede llevar a la matización de las previsiones demoscópicas, incluso en el caso de pequeñas variaciones de votos en determinadas circunscripciones. A propósito de estas dos hipótesis y proyectándolas sobre el conjunto de las encuestas publicadas parece que todo va a jugarse en 10 o 12 circunscripciones, donde o bien porque ha variado el número de escaños a elegir, o bien porque en recientes comicios se han dado cambios muy significativos en el comportamiento electoral (en general, un crecimiento notable de terceros o cuartos partidos) el último diputado a asignar mediante la fórmula de d'Hondt puede migrar, y según los casos, del PP al PSOE, del PSOE a IU, de CiU a ERC, de PP a PNV, de PSOE a PP, de BNG a PSOE, de CC a PSOE, de PA a PP, e incluso de IU a PP. Todo ello debería producirse como consecuencia del comportamiento hoy por hoy imprevisible de algo menos de 300.000 electores en a lo sumo 12 circunscripciones. Si se tiene en cuenta este detalle, que sería muy prolijo detallar, puede entenderse que las dos afirmaciones con que abría esta columna son perfectamente congruentes con las propuestas demoscópicas publicadas en los últimos días: el PP debe mantener la mayoría absoluta, o rozarla, porque los datos globales apuntan a eso, mientras que las incertidumbres a que remite la inevitabilidad de la segunda afirmación difícilmente pueden dar como resultado pérdidas para un solo partido en beneficio de todos los demás o para uno sólo, es decir, que el PP puede perder y ganar diputados a la vez en el conjunto de esas diez o doce circunscripciones dependiendo de factores muy aleatorios (desplazamiento de voto útil de IU a PSOE, aumento de la participación hasta el 75%, movilización del PP en Cataluña, voto útil abertzale hacia el PNV, recuperación de CiU ante las expectativas de crecimiento en ERC, aumento de los votos sin representación... entre los más importantes); de ahí que en los últimos días de campaña, los partidos, que saben lo que puede ocurrir, dirigen sus redes a pescar en los yacimientos electorales de los competidores más directos. En las circunscripciones valencianas, la no comparecencia de UV da expectativas al PP para repetir cosecha, o acrecerla en un diputado (en Valencia), mientras que el modesto crecimiento del PSOE coloca a IU en la incertidumbre de no obtener un diputado por Alicante y optar a un segundo por Valencia, mientras que tanto IU como el Bloc, eternos perjudicados del voto útil hacia el PSOE en las elecciones generales (los primeros lo sufren cuando sus electores perciben que el PSOE remonta, los segundos, invariablemente, y en dirección al PSOE y a IU) podrían lamentar el domingo por la noche (y es bastante evidente que fue IU quien finalmente lo hizo más inviable) no haber llegado a aquel concurso de coalición contra el sistema electoral que les aseguraba dos diputados a IU (uno en Valencia y otro en Alicante), y quizás uno al Bloc (el segundo de la lista conjunta por Valencia), y que habría restado uno al PP (en Alicante) y otro al PSOE (en Valencia). Decía, pues, que las grandes líneas se deciden con bastante antelación a la cita electoral, y quiero añadir, que también las coaliciones previas y las intuidas en campaña corroboran y/o perjudican las expectativas globales.

Vicent.franch@eresmas.net

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