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Reportaje:ELECCIONES 2004 | Andalucía

El regreso definitivo

El ex ministro socialista de Sanidad y Trabajo José Antonio Griñán cerrará su carrera política en Andalucía

"Esto es como el atletismo, ver la meta da más ganas para llegar". Habla el cabeza de lista socialista por Córdoba al Parlamento, José Antonio Griñán, que el pasado lunes estaba como una moto. Había desayunado un café y media tostada con aceite y tomate y empezaba otra jornada intensa. Sus días de campaña amanecen a las 7 de la mañana y se cierran al llegar a la madrugada. "Cuando uno se hace mayor necesita cada vez menos horas de sueño", bromea uno de sus dos colaboradores en de campaña.

La carrera política de José Antonio Griñán (Madrid, 1946) ha sido un viaje continuo entre Sevilla y Madrid. Dirigió la Consejería de Salud y los ministerios de Sanidad y Trabajo. Admira sobre todo a Felipe González -lo nombra mucho- y a Manuel Chaves, gran amigo y una de las razones de su vuelta al Parlamento andaluz. De consejerías no quiere hablar, pero las apuestas dicen que tendrá responsabilidades en el Ejecutivo andaluz si el PSOE gobierna.

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Este inspector de trabajo afirma que sus aspiraciones personales en política están colmadas. Dice que no echa de menos las altas esferas y sí a su familia. A su mujer y sobre todo a su hijo de 16 años, del que confiesa que se ha perdido algo y al que quiere retomar. Sus otros dos hijos ya se independizaron. Confiesa que será su última campaña. "Ésta es la etapa de la tranquilidad", resume.

Y como busca tranquilidad, su campaña está echa entre amigos. Le gusta rodearse de personas cercanas. Dos colaboradores y, sobre todo amigos de toda la vida, Enrique Gómez y Eduardo Clavijo han pedido vacaciones en el sector sanitario de Sevilla para acompañarle. Juntos llevan 9.000 kilómetros de carreteras cordobesa, 7.000 en el propio coche de Griñan, un Nissan nuevo y cómodo, incluso para echar una cabezadita en un área de descanso, como ocurrió hace poco. A Griñán le gusta descabezar la siesta en el sofá, pero el tiempo justo, esos 20 minutos que a uno le dejan nuevo. El coche lo suelen llevar sus colaboradores. "Él conduce peor", bromea Enrique Gómez. Griñán asegura que corre con los gastos de su campaña, que no le pasa un recibo al partido: "La campaña no me cuesta menos de cincuenta mil duros [suele hablar en pesetas]". Dice que no le importa.

Preparación

Nadie le puede reprochar su preparación en temas laborales. Ha escrito ensayos y, tras una entrevista en la emisora local de Lucena, el lunes, recibe una llamada de Alfredo Pérez Rubalcaba, también amigo. Griñán no es un galáctico, no está entre los notables de Zapatero, pero se pone a escribir unas reflexiones para el candidato a la presidencia, que afronta una reunión con los sindicatos. Cuatro dedos martillean el portátil. Si el PSOE fuera el Real Madrid, se podría decir que Griñán es de los pavones, no de los zidanes, es decir, de la cantera.

El ex ministro de trabajo es del Atlético de Madrid a muerte. En la capital andaluza, le tiene apego al Betis. "Es que el Sevilla tiene el color merengue

[el de los madridistas]", justifica. El Betis lleva rayas, como el Atlético. También es del Albacete, de donde procede su familia paterna. Griñán es un apasionado de la música clásica, en especial de Verdi. Asegura que le levanta el ánimo cuando está decaído. La hípica también le tira.

Confiesa que los debates le divierten. Su experiencia le confiere muchas tablas, seguridad y habilidad para darle la vuelta a los ataques, que sobre todo le llegan del PP. Lo único que le crispa es que María Jesús Botella, una de sus rivales en Córdoba, saque el tema del terrorismo. Siempre lo deja caer. A Griñán le molesta porque ETA mató a un tío suyo, un magistrado, y no le hace falta que le recuerden en campaña lo que significa el terrorismo.

El debate en Lucena con el PA, IU y el PP se alarga. Una veintena de mujeres de colectivos sociales y viudas de Fernán Núñez y pueblos cercanos le esperan media hora en un bar de esta localidad. No hay problema, Griñán juega en casa. La mayoría son militantes socialistas o simpatizantes, aunque algunas no lo son. Todas quedan encantadas. Una de ellas, Ana Jesús Marín, incluso dice que es guapo. El candidato se levanta de vez en cuando para conversar con las comensales más alejadas. De primero, albóndigas en salsa y de segundo, Griñán se sale del menú y pide dos huevos fritos con patatas. En el almuerzo, el candidato muestra su lado más dicharachero. Bromea, cuenta chistes -muy antiguos, la verdad- e incluso ofrece recetas. Confiesa que no es experto, pero que hace sus pinitos. Las mujeres lo aprueban con nota.

En la capital, se reúne con representantes del sector turístico en Bodegas Campos, junto a la candidata al Congreso, Carmen Calvo. El encuentro es más serio, y Griñán se centra en escuchar y en prometer apoyo al sector. La cita también se alarga y Griñán sale disparado a Fuente Palmera, de unos 3.500 habitantes. Le esperan más de 150 personas en un bar. Un ambiente demasiado humano y se quita la chaqueta nada más llegar a su asiento.

Los mítines no son algo nuevo para él y levanta al público diciendo que es el más emotivo que ha pronunciado porque el ex alcalde de la localidad Antonio Guisado (PSOE) fue absuelto de una acusación de prevaricación. Griñán culpa al PP y a los fiscales del "sufrimiento" de Guisado. El candidato se toma una cerveza mientras un grupo de señoras tímidas dudan si darle o no un beso. Y vuelve a casa.

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