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Reportaje:

Celebración entre rejas

Las presas de la Prisión Provincial de Sevilla se unen a los actos del Día Internacional de la Mujer

Las mujeres sin libertad en sentido literal rompieron su rutina diaria ayer con una fiesta para conmemorar el Día Internacional de la Mujer en la Prisión Provincial de Sevilla. Música, mucha comida y nada de alcohol. "Vamos a ponernos unos güsquis", comentaron algunas con sorna para celebrar el evento. En la fiesta, las reclusas de la cárcel, preventivas y de segundo grado, no reivindicaron de forma especial la discriminación que sufren, pero que sirvió para que tomaran un poco de aire en unos de los jardines de la prisión.

"Casi nunca nos sacan aquí, esto es mejor que el patio y todo lo que ves lo han hecho las internas", comentó una presa. Lo que se veía era un jardín cuidado al lado del vivero, sitios en donde algunas de las reclusas trabajan para olvidarse de donde están y para rebajar un poco la pena.

Luisa E, de 29 años, trabaja todos los días en el vivero y comentó que la celebración "se salía de la monotonía". Gaditana y con cuatro años de cárcel a sus espaldas, contó con los dedos de una mano las fiestas dentro de la prisión; con la otra, los meses que la faltan para salir a la calle. Aunque tiene una pena de siete años por tráfico de drogas, espera que el buen comportamiento y las horas en el semillero le ayuden a conseguir algún permiso y alcanzar el tercer grado. Antes de eso, confía en que se vuelvan a repetir actos como el de ayer.

Organizado y puesto en marcha desde el servicio de psicología de la prisión y con la participación de una cadena de supermercados y de una perfumería, los carteles colgados en los pasillos de la cárcel anunciaban el día de la mujer y las invitaban a presentarse "guapas y compuestas". No fallaron y las 161 presas salieron pintadas y muy arregladas. Pronto se lanzaron a dar palmas y a cantar con el grupo Aires de Libertad, organizador del taller de música dentro de la prisión. Un tema "a lo Lola Flores" y con mucha solera cantado por la Tía Rosa, reclusa de etnia gitana, animó a todas las mujeres. Aplaudieron con ganas y vitorearon proclamas a favor de la mujer.

La mayoría estaba contenta, aunque, para algunas, tanta felicidad esporádica abrumaba. "Yo estoy triste al ver todo esto alrededor, triste porque la gente esta feliz y esto dura poco", contaba emocionada Ana Luisa G, de 31 años. Está en la cárcel por un delito por robo con intimidación y le pareció bien que se hiciera un acto para celebrar los derechos de las mujeres, aunque su cabeza estaba más en contar los días que le faltaban para salir a la calle.

Como Ana Luisa, muchas reclusas disfrutaron del día "con las mejores galas" y pidieron más actos dentro de la cárcel del mismo estilo para olvidarse de la falta de libertad. Fuera, añadieron, ya se buscarán la manera de vivir sin "sufrir tanto como aquí".

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A pesar de la fiesta, del sol y de la buena música, las tres horas se quedaron cortas para la mayoría de estas mujeres, que echaron en falta "un poco más de compañerismo" dentro de la cárcel.

Se unieron en la fiesta y, aunque eran conscientes de que hoy volverían a la rutina diaria, lo mejor les esperaba en las celdas de cada modulo. Un lote de pintura y de productos de belleza para irse arreglando antes de la salida de la cárcel.

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