_
_
_
_
_
Aulas

Gitanos universitarios, sólo 1 de cada 100

Asociaciones romaníes luchan contra el absentismo para llegar a la educación superior

Los gitanos componen la minoría más importante de Andalucía. La Junta estima que entre 200.000 y 350.000 personas de esta etnia viven en la región. No obstante, sólo el 1% de esta población llega a la universidad, según calcula la Asociación de Mujeres Universitarias Romís de Andalucía (Amuradi), aunque tampoco existen estadísticas sobre el tema. Por eso, Amuradi reclama estudios e investigaciones sobre la comunidad gitana en la universidad.

Amuradi es un colectivo de mujeres porque Beatriz Carrillo, su presidenta, se encontró en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla con un grupo de jóvenes gitanas, una coincidencia "poco habitual" para esta etnia. Además, son más las mujeres gitanas que acceden a la universidad que los hombres, pero Amuradi defiende la integración de todos. La Universidad de Córdoba es la que, proporcionalmente con el número de alumnos, cuenta con más estudiantes gitanos. Beatriz Carrillo asegura que en todas las provincias andaluzas hay universitarios gitanos.

Este escaso acceso tiene una raíz: "La historia ha condenado a los gitanos al retraso social y hubo un momento en que no asumimos la educación como una prioridad, a lo que se suma que el sistema educativo no estaba preparado para integrarnos", explica la presidenta de Amuradi. Carrillo incide en que son muchos los prejuicios que pesan sobre su etnia y que "muchos gitanos se lo creen y muestran cierto recelo".

El acceso a la universidad pasa por la constancia en las etapas educativas previas. Beatriz Carrillo cree que la actitud está cambiando, y es lo que intenta la asociación que preside. "Ahora todos los niños gitanos están escolarizados, pero el absentismo escolar es alto y la continuidad es complicada; queda mucho por hacer", puntualiza.

No obstante, la presidenta de Amuradi ve más complicado eliminar los prejuicios de la sociedad hacia los gitanos que estos mismos asimilen que llegar a universidad es una opción para "salir de la marginalidad a la que hemos estado sometidos", y que esta vía no esta reñida con su propia identidad cultural. "Hay gitanos que han llegado a la universidad y no pierden sus señas de identidad", asegura.

Beatriz Carrillo argumenta que desde hace diez años, "cuando las autoridades abordaron el asunto", las tasas de absentismo escolar han disminuido. También advierte de que cuando estudiaba se encontró más de un profesor que "transmitían mensajes con muchos prejuicios". Para evitarlos, Amuradi organiza charlas y actividades de divulgación de la cultura gitana por las universidades andaluzas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El director territorial en Andalucía de la Fundación Secretariado Gitano, Humberto García, coincide con Amuradi en que la formación post obligatoria es una necesidad. Este colectivo convoca becas para alumnos gitanos. Esta red intenta tratar también el hecho de que, a veces, los gitanos se sienten "aislados en el entorno universitario" al no encontrar compañeros del mismo entorno, lo que "dificulta la constancia y hace que las familias se cuestionen la idoneidad de estos estudios".

García considera que con la formación académica no sólo no se pierden las señas de identidad, "sino que se ayuda a mantenerlas". Humberto García considera que no es fácil ni desterrar los prejuicios ni concienciar a la población gitana. "Son cuestiones de siglos que no se pueden cambiar de la noche a la mañana", puntualiza.

El responsable en Andalucía de la Fundación Secretariado Gitano, con implantación nacional, ve positivo que las tasas de absentismo escolar se hayan reducido, pero le preocupa el hecho de que "el distanciamiento social entre gitanos y no gitanos haya aumentado".

David Jiménez Castro, de 24 años, es cordobés y estudia tercero en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba. Además, trabaja como educador en la asociación de ayuda a ex toxicómanos Ariadna. David relata que fue en el instituto, en el que tuvo algunos problemas de integración, donde se concienció de que tenía que ir a la universidad. Su padre tiene coches de caballo y también se dedica a la venta de antigüedades.

"Quiero trabajar como abogado para evitar los atropellos al pueblo gitano", cuenta. David explica que es un universitario más, que tiene buenas amistades y que va con sus compañeros tanto a estudiar como de marcha.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_