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Reportaje:ELECCIONES 2004

El hombre tranquilo que vino de Interior

El 'estilo Astarloa' se hace un hueco en campaña entre el discurso bronco del PP

Ignacio Astarloa es por formación y trayectoria un hombre de leyes, de constituciones y parlamentos. Pero desde la barrera. Siempre entre bambalinas en los hemiciclos, alejado de las tribunas, los focos y, sobre todo, del aplauso fácil y de la mercadotecnia electoral. Lo que en política denominan un hombre "poco maleado". Por eso su estilo ha sorprendido dentro y fuera del partido; entre los que votan al PP ("es otra forma de decir las cosas, plano pero con contenido" y "sin estridencias") y entre los que lo dirigen ("no le conocía, pero ¡qué educado es!", aseguraba una senadora la semana pasada, en un acto con jubilados). Pero también entre los que se han acercado hasta los mítines y los que han recogido de su mano propaganda electoral, en los escasos actos que los populares han realizado hasta ahora en la calle. "No es que me haya convencido, pero sabe escuchar", apreciaba una jubilada de las muchas preocupadas por los pocos euros que llegan a sus bolsillos a fin de mes.

Locuaz, preguntón y no exento de socarronería, lleva mezclándose con la sociedad vasca y tomando el pulso a las fuerzas vivas y la temperatura a los militantes vizcaínos desde que aterrizó en plena precampaña. Se ha entrevistado con tantas personas como cigarrillos lights quema a lo largo del día; en hoteles, en cafeterías, salones privados y en las sedes, auténticos "refugios clandestinos" para una militancia que no gana para sustos. Con muchas preguntas, pero dos básicas: "Sabiendo que se van a estrellar, ¿por qué sigue empeñado Ibarretxe en su plan?", y otra mucho más prosaica: "¿Adónde van a ir los votos de HB?", inquiere Astarloa, sabedor de que el tercer escaño ganado en 2000 puede volar hacia IU.

A caballo entre Madrid y Bilbao, su teléfono de secretario de Estado de Seguridad puede sonar en cualquier momento. Y el día para un responsable de Interior parece tener siempre más de 24 horas. Presentó su candidatura en precampaña junto a Mayor y Azpiroz, en plena polémica por el caso Carod y su utilización partidista por parte del Gobierno. Ese día habló de sus motivos más íntimos para dar el salto a arena electoral, entre ellos su "vocación de servidor público". Pero su intervención como candidato pasó a segundo plano en los informativos.

A duras penas logra Astarloa sacudirse su condición de número dos de Interior, de "jefe de la Policía española", como le bautizó a modo de bienvenida Iñaki Anasagasti, obsesionado desde hace años con los Astarloa. Aunque no parece que eso vaya a restarle votos. Y menos desde que Mayor, antes, y Nicolas Sarkozy, ahora, hayan puesto de moda eso de que el jefe de Interior sea el ministro mejor valorado.

La campaña va de susto en susto. "La noche de la detención de los etarras en Cañaveras no durmió. Al día siguiente acabamos con los Premios Ercilla de teatro a las dos de la mañana. Y a las 5.30 ya estábamos despiertos para coger el avión para Madrid para ir a una entrevista en una televisión", cuenta un colaborador. Sin parar.

Lo que realmente es el cabeza de lista del PP en Vizcaya es una esponja. Siempre con una oreja dispuesta a escuchar un consejo, una ocurrencia, y también los gritos de "!No a la guerra!" que les han regalado en alguna de sus escasas incursiones por el asfalto. O la despedida que le brindó un antiguo funcionario del Gobierno civil: "¡Arriba España, Viva Franco!". Pese a todo, prefiere la distancia corta, el corrillo, el diálogo en torno a una mesa. Y no llegó a entender que los "campeones del diálogo", dice, los "gladiadores" del PNV, EA e IU, no acudieran a una mesa redonda prevista en la Universidad el jueves pasado.

Sin llegar a desenvolverse como el animal político que no es -su tono monocorde y pausado remite más a su pasado de profesor universitario-, Astarloa ha entrado por primera vez en su vida en campaña. Y quién sabe si también en la nueva etapa que en poco tiempo se abrirá en el PP vasco tras la salida de Mayor.

Mientras tanto se empeña en no agitar mucho las aguas nacionalistas y en "explicarle bien a la etxekoandre y al negurítico nuestro proyecto de convivencia", resume.

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