_
_
_
_
_

Lou Reed, Olatz y la tía Antonia

"WHERE IS Antonia?" (¿dónde está Antonia?), gritaba Julian Schnabel en el micrófono el día de la inauguración de la exposición de Francfort momentos antes de que la alcaldesa de la ciudad tomase la palabra. La Antonia perdida en medio del público es tía carnal por parte de padre de la vasca Olatz López Garmendia, esposa de Schnabel y madre de dos hijos gemelos, Olmo Luis y Cy Juan, que aparecen en algunos cuadros. Lo de Luis es por el director de cine Luis Buñuel y lo de Juan por el torero Juan Belmonte. En Francfort se presentó Schnabel acompañado de un séquito familiar, con Olatz, la tía Antonia, una hija del primer matrimonio, Stella Madrid, y el cantante Lou Reed, que hizo las veces de fotógrafo e iba vestido con una especie de trenca que le daba aire de progre de los sesenta.

Rodeado del séquito y con algunos periodistas, Schnabel, quien dirigió la película Antes de que anochezca, sobre el libro autobiográfico del cubano Reinaldo Arenas, habló de su relación con Cuba: "Yo tenía mucha ilusión por ir a Cuba y mi mujer más. Su bisabuelo estuvo allí y queríamos ir desde hacía mucho tiempo. Cuando presenté Basquiat [la primera película de Schnabel sobre el pintor neoyorquino que murió de sobredosis], ellos consideraban que yo apoyaba la causa comunista porque yo mostraba que un artista negro no puede sobrevivir en la sociedad blanca de Estados Unidos. Para ellos era fácil decir que esa película apoyaba nuestra revolución". De ahí al intento de utilización política no iba más que un paso. Según Schnabel, "era bueno para ellos que un americano fuese allí, como el entusiasmo que antes tenía Hemingway. Ellos intentaron utilizarme. A mí me encanta el país, pero la gente lleva una vida muy difícil y me hacía mucho daño quedarme allí porque yo no tenía problemas y todo el mundo los tenía".

Sobre su serie de cuadros La voz de Antonio Molina explica Schnabel: "Antonio Molina estaba enfermo, se estaba muriendo cuando conocí a su hija Ángela y le hice algunos dibujos que fui poniendo en la pared de su cuarto. Él no podía hablar, pero podía mirar los dibujos donde estaba escrito 'La voz de Antonio Molina'. Cada semana cambiaba el dibujo y él podía mirar que su voz continuaba existiendo. Ésa fue la razón que tuve para hacer todo eso".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_