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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Paul Malor Sweezy, economista marxista, víctima del macartismo

Paul Malor Sweezy (1910-2004), uno de los economistas marxistas más conocidos del siglo XX, murió en Nueva York en la madrugada del viernes al sábado últimos, a los 94 años de edad.

Neoyorquino e hijo de un banquero de Wall Street, estudió en la Universidad de Harvard (bachiller o B. A., en 1931; doctor en 1937) y en Londres (London School of Economics). Víctima del macartismo, no llegó a ser profesor permanente, aunque ejerció de profesor visitante en las universidades de Cornell, Stanford y Yale, entre otras, y sobre todo en Harvard (1934-42), trabajo que compatibilizó con su participación en varias de las instituciones características del New Deal rooseveltiano (como el NRPB, Consejo para la planificación de los recursos nacionales, o el Temporary National Economic Committee).

Antes de hacerse marxista, Sweezy había sido un hayekiano y también un keynesiano (según Lorie Tarshis). Aunque él mismo ha escrito que a su vuelta a los Estados Unidos (1933), tras su estancia en la London School, era un "marxista convencido, aunque muy ignorante", Howard y King aseguran, en su libro de historia del pensamiento económico marxista, que nada de lo que publicó en la década de los treinta permitía ver en él algo más que un "keynesiano muy competente y original", influido por el subconsumismo del liberal John Atkinson Hobson (1858-1940, también influyente en otros marxistas como Hilferding o Lenin), y con una visión de los monopolios que por entonces era compartida por autores como Stuart Chase o Gardner C. Means. También en 1938 participó en un libro muy influyente -An economic program for american democracy-, que, en opinión de G. Harcourt, no era sino una presentación de la Teoría general de Keynes disfrazada de New Deal a la americana. Sin embargo, a partir de 1939, en Harvard, las cosas cambiaron. Esta universidad se convirtió entonces en "un buen sitio para aprender economía marxista". Había allí licenciados como Shigeto Tsuru y Paul Baran, grupos de estudiantes que discutían sobre socialismo, y profesores que conocían la obra de Marx, como Joseph Schumpeter y Wassily Leontief. Pero sobre todo estaba el curso que Edward S. Mason impartía sobre economía del socialismo, para el que tomó como ayudante a Sweezy: "Los apuntes de lectura que hizo Sweezy para este curso fueron la base de su primer libro teórico importante, La teoría del desarrollo capitalista" (1942). A Sweezy se le conoce a menudo como fundador de la escuela "neomarxista", "escuela de la Monthly Review", o también, junto a Baran, como uno de los fundadores de la escuela de la dependencia.

En 1949 fundó, junto a Leo Huberman (con quien es coautor de libros sobre Cuba), la celebérrima Monthly Review, que en los años setenta también se editó en español (en Barcelona). Colaboró con Paul Baran en diversos trabajos hasta la muerte de éste en 1964 (siendo el más conocido su Monopoly capital (1966); El capital monopolista, Siglo XXI). Entre sus obras destacan libros sobre las teorías del valor, el desarrollo capitalista, el monopolio y el capital monopolista, la transición del capitalismo al socialismo, la crítica de la economía, la sociedad soviética y la de Estados Unidos, etc.; y algunos con Magdoff y otros autores. Su interpretación de la crisis económica, muy influyente y a su vez influida por las ideas de Otto Bauer, tenía rasgos subconsumistas, pero dentro de un modelo sofisticado que luego han desarrollado algunos autores kaleckianos. Su interpretación de la teoría del valor está ligada a la difusión que Sweezy hizo, en el mundo anglosajón, de las ideas de autores del centro y este europeos como Bortkiewicz, Böhn-Bawerk y Tugán-Baranovsky.

Su labor editorial es de excepcional importancia para el marxismo del siglo XX. No se trata sólo de la revista citada, sino asimismo de la editorial, a cuyo frente estuvo por muchas décadas -la Monthly Review Press-, y que probablemente perdurará. Entre ambas, Sweezy ha editado a los marxistas más importantes de todas las épocas, desde el propio Marx a Samir Amin, Tsuru, Itoh o Gunder Frank, pasando por Hilferding, Kalecki, Lucio Colletti, Maurice Dobb, Ronald Meek, el propio Baran, Draper, Bettelheim, Magdoff, Braverman, John B. Foster, Ernest Mandel y un largo etcétera. Editó también a autores no marxistas (Böhm-Bawerk, Bortkiewicz, Joan Robinson, Steindl, Baumol, Sherman, Edwards...), y no se limitó a los economistas: ahí están los libros de historiadores (E. P. Thompson, R. Brenner, E. M. Wood, G. de Sainte Croix, Hilton, Hill...), ecologistas (O'Connor, Panitch) y muchos otros (Morris, Moseley, Chattopadhyay, Cogoy...). Asimismo, en su primera época escribió sobre Hansen, Hayek, Keynes, Pigou, Ve­blen, los fabianos...; y sobre temas como la distribución de la renta, el desempleo, el oligopolio, el nuevo orden económico internacional, la bolsa..., y hasta la curva de demanda esquinada.

Sobre el Sweezy convertido ya en mito, es muy significativa la siguiente remembranza de su compatriota Jerry Levy, quien lo conoció como estudiante en 1975:

"Durante el otoño de 1975, siendo yo estudiante de la NYU, asistía a un curso titulado 'La lectura y el uso de El capital', que se impartía en la Graduate Faculty de la New School for Social Research por un profesor visitante de esta Facultad, Paul M. Sweezy. Sweezy accedió a dar este curso para llenar el vacío, temporal pero devastador, que había dejado en el Departamento de Economía de la New School la muerte de Stephen H. Hymer, a los 39 años, en un accidente de automóvil en febrero de 1974. El curso era diferente de cualquier otro (...). Déjenme decirles algo al respecto. Para empezar, no había ningún aula lo suficientemente grande en el edificio de la New School de la Quinta Avenida, por lo que la clase tenía que darse en una enorme y repleta sala que había en la Calle 12, y que había sido antes una cafetería. No recuerdo cuántos estudiantes había -como mínimo, 150; quizás 200-. Yo tenía que colarme en clase mostrando un carnet de ordenador que me había encontrado junto al laboratorio de informática de la NYU, y que se parecía al carnet que se requería para entrar en la New School (...). Nunca antes -y por lo que recuerdo, tampoco después- había habido una clase tan grande en el departamento de Economía de la New School. Eso no era una clase cualquiera: era un acontecimiento (...) La inmensa mayoría de los estudiantes simplemente lo adoraba. No recuerdo que su estilo de dar clase fuera particularmente impresionante. A juzgar por las reacciones de otros estudiantes, parecía que no estaban de acuerdo. Era demasiado (...) profesoral. Desde luego no era un orador como Luxemburgo, Lenin, o Trotsky. Pero a su manera era también una leyenda viva (...)"

Diego Guerrero es profesor de Economía Política en la U. Complutense.

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