El Estatuto, el debate que viene
Salvo el Partido Popular, todas las fuerzas políticas abogan por acometer en la próxima legislatura la reforma estatutaria
El debate de la reforma del Estatuto marcará la agenda política de la próxima legislatura. EL PAÍS ha reunido en un debate para que expongan sus ideas a representantes de los cuatro partidos que obtuvieron representación parlamentaria en 2000: Manuel Gracia (PSOE), Rafael Salas (PP), Concha Caballero (IU) y Javier Aroca (PA). El punto de partida de la discusión fue si apoyaban la reforma y por qué. Quedó claro que PSOE, IU y PA abogan por la reforma, para adecuar el Estatuto a la nueva realidad europea y nacional, y también para elevar el autogobierno, mientras que el PP, que dijo no rehuir el debate, considera que el momento no es oportuno, entre otros motivos, por los envites nacionalistas y el plan Ibarretxe.
RAFAEL SALAS "Ya decidiremos si participamos en la ponencia. Hasta ahora, lo debatimos todo"
C. CABALLERO "Un nuevo Estatuto no va a solucionar los problemas, pero sin uno nuevo será peor"
MANUEL GRACIA "Andalucía puede jugar un papel de equilibrio frente a otros debates más conflictivos"
Manuel Gracia. Aquí lo que hay son fuerzas políticas que plantean que es necesaria la reforma, elevando el autogobierno, y otra que dice que no es el momento. Las razones de oportunidad que invoca el PP para decir que no a la reforma son, para el partido socialista, las razones para decir que sí. El plan Ibarretxe no va a ser ahora la gran coartada para que nos estemos todos quietos. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que decida el señor Ibarretxe quitarlo de la discusión? Cuando Chaves planteó la reforma no estaba ni el plan Ibarretxe ni nadie había hablado de otras modificaciones, pero de alguna manera era previsible que eso sucediera. El que fuéramos capaces de ir a una reforma, con consenso y absoluto respeto del marco constitucional, y profundizar en el autogobierno nos permitiría jugar un papel de equilibrio frente a otros debates con tintes más conflictivos.
Rafael Salas. Ha habido mucha improvisación y una utilización de este cambio estatutario con fines poco claros. Esta reforma tiene que ver mucho con una estrategia nacional del PSOE de dar cobertura aquí a todos esos desmanes que estamos viendo con la postura de [Pasqual] Maragall respecto al modelo de Estado. El PP nunca va a rehuir este debate. Estoy de acuerdo en que hay que plantearse el papel de cómo nos afecta Europa, el del defensor del pueblo, el estatuto del diputado, hay que redefinir la organización territorial y administrativa de la comunidad, el Consejo Económico y Social y toda una serie de cuestiones que están encima de la mesa y que vamos a debatir. La reforma de Chaves sólo toca al Senado, pero IU ha planteado la República Federal. No es el momento de tocar muchos aspectos de la Constitución. Tendremos que ir progresando, pero con buenos consensos que no existen.
M. G. Aquí hay consenso. Una cosa es que cada formación tenga una idea de cuál debe ser el alcance de la reforma del Estatuto, pero hay acuerdo en que hay que hacer una reforma. Es absurdo y muy torpe argumentar que todo esto que nosotros hacemos aquí es porque estamos intentando legitimar a Maragall. ¡Pero si aquí se planteó este tema hace tres años, hombre! Y en cuanto al tema del procedimiento, no hemos planteado un texto para la reforma, sino un catálogo de temas que pueden ser susceptibles de reforma.
Concha Caballero. El PP ha tomado de una forma frívola y ha utilizado de forma bastante despreciativa el tema del Estatuto. Ha ironizado sobre este tema, se lo ha tomado a chacota, como un capricho. Es verdad que Rafael Salas ha dado un cierto giro en la propuesta última del PP porque ya sí apunta un cierto temario. El PP ha tenido una relación con Andalucía extraña y tiene una cierta deslegitimación de origen; y puede volver a deslegitimarse si no acepta entrar a discutir de las cosas tal como son. Sin aspavientos y sin hacer tantos llamamientos al miedo y al inmovilismo. La Constitución, señor Salas, puede permitir una lectura más federalizante o más centralista. Izquierda Unida sí propone replantear nuestra relación con el Estado, por ejemplo, en la determinación de los modelos fiscales y económicos que tienen que ser concertados con las comunidades autónomas, porque el PP no puede quitar o poner impuestos que nos aten de pies y manos. Tampoco se pueden modificar los sistemas básicos de protección sin contar con las comunidades. Ustedes discuten que Andalucía pueda determinar algunas rentas o complementos de pensiones y nosotros lo queremos señalar estatutariamente; porque si tenemos problemas específicos de pobreza, queremos establecer eso de manera estatutaria, justamente para que ustedes no hagan recursos al Tribunal Constitucional.
Javier Aroca. Se confunden dos posiciones distintas. El primer peligro que tiene el debate de la reforma del Estatuto de Autonomía es que se solape con el de quienes están a favor de un determinado modelo de Estado y quienes están a favor de otro. Cuando se habla de reforma del Estatuto no podemos hablar de otras cosas que se escapan del papel jurídico político del Estatuto. ¿La oportunidad política, cuándo es?, ¿cuándo lo pidan los demás? Pues no. ¿Por qué vamos a estar pendientes de lo que digan Ibarretxe o Maragall? Seremos nosotros los que tendremos que decidirlo. Por supuesto, para una reforma de esta magnitud habrá que ir a un amplísimo consenso porque, si no, no será posible. A veces, cuando estamos hablando de estatutos, hay una especie de ninguneo político, como si el Estatuto no formara parte de la constitucionalidad del Estado. No se puede magnificar la carta magna con mayúscula y después ningunear la carta magna de los andaluces. Nosotros también somos Estado, ¿cómo que el Estado está sólo en la Moncloa? En la Moncloa, en Andalucía y en los ayuntamientos.
M. G. En relación con la ponencia, por supuesto que estamos dispuestos a participar, lo que ocurre es que tampoco deberíamos de nominalizar los procesos. Lo más interesante en la próxima legislatura sería generar un clima político que permitiera el consenso básico de partida. Lo que no tendría ningún sentido es que diéramos el paso de constituir ponencias si ya el propio hecho de constituirlas significa un elemento de ruptura del consenso. Estoy pensando en lo que está ocurriendo en Cataluña: constituir una ponencia en la que no está el PP, que está claro que es una fuerza imprescindible en las Cortes para ratificar cualquier reforma, no es realista.
R. S. Nosotros no nos tomamos esto con frivolidad y a chacota. No rehuimos el debate. Esto tiene su historia y no me gusta. ¿Qué es lo que era? ¿Una relectura?, ¿una reforma?, ¿una revisión? El origen del debate, al que se le engancha la reforma, es la segunda modernización que es un concepto político y, por lo tanto, discutible. Nosotros no hemos hecho del Estatuto nuestro elemento central de campaña. Primero vamos a ver qué pasa en las elecciones y ya decidiremos si participamos en esa ponencia, pero, hasta ahora, estamos debatiéndolo todo.
C. C. Yo entiendo que el mecanismo de reforma del Estatuto será a través de una ponencia en el Parlamento. Lo que tendrá que decidir el PP es si participa o no. Me parecería exótico que no participara. Mirando las cosas con alegría creo que el PP va a participar, lo que pasa es que necesita bajar del burro lentamente y no de golpe. Para nosotros el problema no es si está o no el Partido Popular, sino si va a estar la sociedad andaluza o no. Nosotros hemos planteado un modo de debate que dé mucha participación social a través de un foro ciudadano. La reforma del Estatuto no es una necesidad de los políticos, sino una necesidad social. Cuando se discutió el Estatuto, el PP decía que el Estatuto no daba de comer y le contestábamos que sin el Estatuto se comería peor. Yo lo aplico ahora. Un nuevo Estatuto no va a solucionar los problemas de los andaluces, pero sin un nuevo Estatuto será peor y más difícil. La vida va cambiando y cuando el Estado se está reformulando por la vía de los hechos el que Andalucía se quedara cruzada de brazos sería malo para su sociedad, su economía y los derechos sociales.
R. S. ¡No nos vamos a quedar cruzados de brazos, por favor!
C. C. Os lo vais a pensar.
M. G. Aquí hay algo que hemos dicho tanto Javier, como Concha y como yo. El debate sobre el Estado autonómico está planteado en España y como Andalucía no haga un ejercicio de protagonismo político...
R. S. Y de gobierno.
C. C. ¡Si es que eso no quita para criticar al Gobierno! Os equivocáis.
M. G. Como Andalucía no haga ese ejercicio de protagonismo político lo que se haga se hará sin contar con Andalucía.
R. S. No es verdad que en el PP estemos los que estaban en el año 1982 y que le vamos a negar el pan y la sal a Andalucía. ¡No, no y no y mil veces no!
J. A. Una de las maneras de cargarse el debate sobre el Estatuto es negarnos a nosotros mismos legitimidad para hacerlo. Es muy fácil descargar esto en los propios ciudadanos. Los partidos tenemos que decidir cosas que creemos que son buenas para Andalucía. Yo no recuerdo que hubiera en la calle un debate profundísimo sobre el contenido del Estatuto de Andalucía, lo que había era una intuición de que había que tenerlo y que la gente quería un cambio y autonomía. Una manera de cargarse esto es decir que no hay interés en la calle; la otra es reconducir este debate tan importante a la confrontación. Son dos maneras inteligentísimas de cargárselo. Sí empezaremos de manera equivocada si el primer consenso no se produce ni siquiera a la hora de decir vamos a sentarnos. Desde luego donde haya una mesa para hablar de este asunto, el Partido Andalucista va a estar en ella.
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