"En Arco hay galerías que son tiendas de arte y especulan con él"
Fernando Lorite (Jaén, 1971), vive en Córdoba y ha llegado de Arco 2004 con las manos vacías y llenas a la vez. Vacías porque ha vendido todas sus obras en su cuarta participación en la feria madrileña, ahora de la mano del galerista Rafael Ortiz. Una de esas obras se instalará en la galería Dels Angels de Barcelona. Y manos llenas de alivio y de nuevos proyectos, como una instalación permanente en el Museo de Arte Contemporáneo de Valencia, que se inaugura en otoño en un edificio histórico del siglo XIV.
Pregunta. ¿Por qué es tan importante Arco para salir adelante?
Respuesta. Arco es una de las pocas posibilidades que hay en España de reunión de galeristas, coleccionistas y artistas, y abre posibilidades. No quiere decir que albergue lo más bueno, pero su importancia radica en poder darse a conocer y en el déficit de este tipo de eventos. Hay muchos coleccionistas que solo compran en Arco.
P. A usted le ha ido muy bien pero hubo menos galerías andaluzas.
R. Sí, y se ha generado polémica. El comité que selecciona las galerías lo justifica en dar mayor entrada a galerías extranjeras. Pero no debe suponer que se eliminen galerías como Cavecanem, Sandunga o Milagros Delicado, que han luchado durante años y han dado lugar a una generación de artistas. Una pena. Esperemos que el año que viene se rectifique.
P. ¿Los artistas no se han quejado?
R. Principalmente, los galeristas. En Arco hay galerías que son tiendas de arte y especulan con él. La función de un galerista no solo es la compraventa, sino detectar la calidad y los jóvenes que salen, además de invertir dinero y tiempo para sacarlos adelante. Los artistas se lo toman bien, dicen que son cosas que pasan y que lo más importante para un artista tampoco es estar en Arco. Pero duele que Jesús Zurita se quede fuera. Perjudica a la calidad de la feria porque los andaluces están en un gran nivel. También falta en Andalucía apoyo institucional, mediante becas o habilitando casas deshabitadas para que los jóvenes hagan sus obras.
P. ¿Preguntarle a un artista por el significado de su obra es una osadía?
R. El significado de un artista plástico ya está presente en la obra porque es el lenguaje que está utilizando. Se puede hablar e intentar traducir los sentimientos de cada uno en sus objetos o de lo que percibe de ellos. Pero la obra plástica debe hablar por sí misma. Lo demás son conjeturas.
P. ¿Qué intenta comunicar usted?
R. De palabra no se puede expresar el significado de la obra, sí las características de ésta. Podríamos hablar del blanco, a mí me gusta partir del silencio. La síntesis y la sencillez, que ya son propias de las maneras de hacer de hoy en día. A partir del blanco y mediante la luz eléctrica, me preocupa mucho la belleza del detalle que pasa desapercibido, de las pequeñas cosas con las que disfrutábamos en la niñez y que luego se van perdiendo por las prisas de la sociedad. La caída de un cabello sobre el suelo o la hoja de un árbol que cae y navega sobre el río. Antes nos hipnotizaba y ahora no. Es una porción de un cuento nunca contado y tiene un pequeño aspecto de juguete.
P. ¿Se puede ser artista en un desierto?
R. Claro que sí. Puede ser incluso más fácil porque algo que convierte un objeto cotidiano en obra de arte es sacarlo de su contexto. Así toma una belleza no percibida antes y es más fácil que un objeto adquiera una personalidad que antes parecía no tener. Lo hizo Andy Warhol, y Marcel Duchamps mucho antes.
P. ¿Y hacerse artista en un desierto, sin referencias?
R. Es algo con lo que el artista siempre lucha porque tiene la sensación de que copia a alguien. No hay que tomárselo así porque todo viene de una evolución. Hay unos conceptos y herramientas que se van trabajando y conforman los avances artísticos, pero también tecnológicos o políticos. El artista tiene que intentar llegar a su propia voz.
P. ¿Ha encontrado su propia voz?
R. Aún no. Creo que tengo un lenguaje característico por mis reflexiones y las que encuentro en el público, aunque hay una serie de influencias. A mi edad, la sensación es de acabar de empezar, pero quizás no quiero encontrar esa propia voz porque así me mantengo vivo como artista.
P. ¿A veces supone un problema que el arte sea una profesión?
R. A veces no, siempre. John Ford dijo que él no amaba al cine sino que el cine le amaba a él. Creo que todos los artistas caen en la sensación de hartazgo y en que no van a ningún sitio, sobre todo en los comienzos. Cuando hay suerte, empiezas a vender, ves que otros compañeros venden, que en España se crea un mercado de coleccionismo -sin el que el arte no iría a ningún sitio- y que se te empieza a reconocer, te animas y no ves el ser artista plástico como una condena.
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