A sus órdenes, míster Berlusconi
Los interistas tenían que haber sospechado algo desde el primer momento. Desde antes del partido, cuando desplegaron una pancarta gigantesca dirigida a sus rivales milanistas y a la memoria de la derrota rojinegra en la final intercontinental del pasado 14 de diciembre: "14-12-2003: gracias por haber realizado nuestros sueños". El espionaje del Milan, como de costumbre, había trabajado bien y sus aficionados traían la respuesta preparada en otra gran pancarta: "Realizamos vuestros sueños... pero seguimos siendo vuestra peor pesadilla".
Cuánta verdad en esa frase. En la primera parte se cumplió el sueño del Inter: se fueron al vestuario con dos goles de ventaja y con la impresión de que, esta vez, los diablos estaban definitivamente acorralados. En la segunda parte, el Inter vivió una pesadilla: con la batuta de Pirlo, la magia de Kaká y la mala uva de Seedorf, el Milan marcó tres veces y hundió a los vecinos en una noche negra.
El derby de Milán fue eléctrico, espectacular. Demasiado hermoso como para desaprovecharlo, pensó Berlusconi, que quería lanzar un mensaje. El dueño del gobierno, del Milan, de las televisiones y de casi todo lo demás declaró con total seriedad lo siguiente. "Cualquier entrenador del Milan, desde el lunes en adelante, deberá obligatoriamente alinear dos puntas. No es un consejo, es una orden. El lunes lo pondré por escrito, como imposición del presidente al actual técnico y a los que vengan en el futuro".
San Ancelotti, el hombre más paciente del mundo, el entrenador que soportó con una sonrisa que su patrón se atribuyera en un libro la táctica empleada en la pasada final de la Champions, se limitó a decir que sí, que vale. Era cierto que había alineado al principio un solo delantero puro, Shevchenko, y que después, añadiendo a Tomasson, habían llegado los tres goles. Pero eso era más o menos lo que venía haciendo desde principio de curso.
Quizá San Ancelotti sabía que la frase pronunciada por Berlusconi la había preparado Acqua. ¿Qué es Acqua? Es un gabinete de prospectivas y propaganda, adscrito a la Presidencia del Gobierno, que estudia los instintos más bajos del pueblo italiano y los traduce en mensajes certeramente populistas.
Berlusconi no improvisa cuando dice sus barbaridades: todas ellas ("políticos ladrones", "Mussolini bondadoso", "jueces tiranos", "es correcto evadir impuestos") están preparadas para causar una íntima satisfacción a sus votantes. Como la "orden de los dos delanteros", que redondeó la jornada de los tifosi rojinegros y les enardeció en vísperas de la reanudación de la Champions. El Milan da miedo. Berlusconi, también.
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