Princesa en siete meses
La prometida del Príncipe prepara en La Zarzuela su futuro trabajo. Tiene profesor para perfeccionar el inglés y estudia historia y protocolo
Se ha dejado el pelo más largo y algo más oscuro. Usa menos pantalones y más trajes de chaqueta. Y ha cerrado definitivamente su piso a medio amueblar de Valdebernardo para instalarse en el pabellón de invitados del palacio de la Zarzuela. Letizia Ortiz, la que fue presentadora del Telediario de Televisión Española de las 21.00, trabaja para convertirse en princesa de Asturias, en un curso intensivo que finalizará siete meses después de que se hiciera oficial su compromiso con el heredero de la Corona.
Cuentan en el palacio de la Zarzuela que don Juan Carlos ha dicho en más de una ocasión a aquellos que se incorporan a la Casa del Rey que "ésta es una institución en la que se trabaja no por campañas de moda, sino a medio y largo plazo". Letizia Ortiz supo desde el principio que su trabajo como nuevo miembro de la familia real tenía que inspirarse en esa máxima. Por eso evitó desde el principio dejarse arrastrar por el enorme interés que despertaba su entrada en escena y optó por ocupar un segundo plano desde el que familiarizarse con su nueva vida.
No es que carezca de compromisos, sino que aún no dispone de una agenda de actos oficiales
"Con normalidad", así define un portavoz de la Casa del Rey cómo se está produciendo la metamorfosis de la periodista en princesa. En el palacio de la Zarzuela no se ha confeccionado ningún programa específico para que Letizia Ortiz se instruya en su nueva tarea: lo hace con el apoyo de todos los que allí trabajan y con la ayuda de la familia real.
Los compañeros de televisión recuerdan a Letizia Ortiz como una profesional obsesionada por saberlo todo, por controlarlo todo. Ese afán de perfección, esa insistencia, le hizo ganarse en algunos círculos fama de algo cabezota y muy ambiciosa. Ella se reconoce muy disciplinada y perfeccionista. Con esa misma perseverancia, casi cabezonería, Letizia Ortiz afronta cada jornada en La Zarzuela.
Los Reyes decidieron hospedar a su futura nuera en una zona de invitados para librarla del acoso que sufría tras el anuncio de su noviazgo con don Felipe y luego todos estuvieron de acuerdo en que lo mejor, no sólo por razones de seguridad, era que la futura princesa se quedara allí hasta el día de la boda, el 22 de mayo. La Casa del Rey se refiere al espacio que ocupa Letizia Ortiz como el pabellón de invitados, pero en realidad se trata de un pequeño estudio: un dormitorio, un cuarto de baño y una pequeña sala. Allí pasa muchas horas trabajando, aunque también hace vida familiar en el resto de las dependencias con los reyes y, por supuesto, pasa todo el tiempo que sus obligaciones se lo permiten con su "chico", como a ella le gusta llamarle.
El Rey busca la compañía de la pareja. Hace unos días se encontró con ambos en palacio y les dijo: "¿Por qué no almorzamos algo rápido y nos vamos los tres a Arco?". Los organizadores de la muestra se quedaron boquiabiertos porque esperaban al Rey, pero no a los novios.
Días antes fue la Reina la que hizo planes con la pareja: los tres se fueron a presenciar una representación de la ópera Tosca en el Teatro Real. Tampoco estaba prevista esa aparición. Porque la agenda de Letizia Ortiz, no es que tenga pocos compromisos, es que no es oficial. Ella acompaña a su novio en sus compromisos privados, pero sólo aparece con la familia real cuando surge una ocasión. Sus dos únicas presencias oficiales fueron el día de la conmemoración de los 25 años de la Constitución y cuando fue presentada a los miembros de la grandeza de España.
Que Letizia Ortiz está cambiando se notó el día en que apareció como un miembro más de la familia real en el Congreso de los Diputados. Ese día siguió el protocolo diseñado para la ocasión con rigor y se vistió con un traje de chaqueta, que ella misma buscó: no tiene asesor de imagen.
Letizia Ortiz no sigue un programa cerrado para ser princesa. Lo que los Reyes han querido es que viva con ellos cada jornada para que conozca de cerca cómo es el trabajo que le va a tocar desempeñar. Ella se aplica a la tarea con disciplina. Cuentan que lo apunta casi todo, que va por palacio con sus notas a cuestas y que cuando busca folios porque se le han acabado, allí aparece don Felipe dispuesto a reponer existencias. El único profesor que tiene la futura princesa es el filólogo Michael Howitt, que la instruye en un inglés diplomático. No recibe clases de protocolo específicas, pero siempre que acude a un acto oficial, el personal de la Casa del Rey le explica cómo se va a desarrollar. "Lo quiere saber todo para luego ella poder actuar", dicen.
Tampoco al palacio de la Zarzuela acuden profesores de historia. Es Letizia Ortiz la que, con ayuda de algunos asesores, entre ellos la académica Carmen Iglesias, intenta familiarizarse con la historia de los Borbones y de las casas reales. Su afición por la lectura le ayuda en sus largas jornadas ante los libros a las que se enfrenta con un lápiz en la mano para poder subrayar aquello que especialmente no debe olvidar. Además estos días, junto con el Príncipe, realiza el cursillo prematrimonial que les imparte monseñor Estepa.
Una de las constumbres que mantiene la futura princesa en su vida en palacio es la lectura de la prensa nacional e internacional. La novedad es que ahora ella también forma parte de las noticias. Letizia Ortiz lee todo lo que se dice de su relación con el Príncipe. Lo hace para estar informada y dicen que ejerce la autocrítica. El día de la petición de mano, la novia del heredero se saltó el protocolo y le mandó callar. Al día siguiente con los periódicos en la mano fue don Felipe quien la tranquilizó: "Pero si fui yo quien te interrumpió; yo fui el mal educado". Lo que sí molesta a la pareja es la leyenda que les escriben. "Ella nunca ha esquiado en Xanadú. Ya había cogido unas tablas de pequeña y en fin de año, cuando estuvo en Suiza, recuperó algo la soltura", dice la Casa del Rey.
Hace dos semanas se dejó fotografiar con don Felipe en Baqueira-Beret y luego se subió a la cota de 2.200; antes se dirigió a los fotógrafos: "¿Qué, me vais a sacar cuando me caiga?". Letizia Ortiz hizo varias bajadas y no se cayó. ¿Cómo es posible?, se preguntaban todos. El secreto no es otro que su excelente estado de forma. La prometida de don Felipe acude todos los días al gimnasio que hay en palacio. Pero en cambio no tira al plato en Zarzuela; eso sí, ha acompañado a don Felipe a algunas cacerías, y en su obsesión por aprender pregunta hasta en qué se diferencian unas escopetas de otras.
En Baqueira, tras la jornada de esquí, la pareja se fue a cenar con Iñaki Urdangarín. Al descubrirse su presencia, familias enteras con niños dormidos en brazos aguardaron a las puertas de Casa Irene para ver a los novios. Porque la popularidad de la pareja crece de manera imparable. Cada día llegan a palacio docenas de cartas dirigidas a ellos y también a Letizia Ortiz, que ella intenta contestar. Su nueva situación le hace vivir momentos inesperados, como cuando de paseo por un centro comercial de la Diagonal, en Barcelona, la gente de un restaurante salió a la puerta y comenzó a gritar: "¡Vivan los novios!".
Frente a esas muestras de afecto hay otras cuestiones que preocupan a la pareja, como que se diga que una sesión del cine Princesa en Madrid comenzó con 20 minutos de retraso porque llegaron tarde. Un portavoz de la Casa del Rey ha explicado la situación: "Hubo una avería en la sala y ellos esperaron en su butaca, como todos".
Estos días los novios se enfrentan a la complicada tarea de cerrar la lista de invitados para la boda. Los compromisos son tantos que tendrán que renunciar a rodearse de algunos amigos. Otra tarea más para Letizia Ortiz, cuando faltan 90 días para que se convierta en princesa de Asturias.
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