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Reportaje:FÚTBOL 25ª jornada de Liga

El momento de Motta

La sanción de Davids devuelve al irregular centrocampista la titularidad en el Barça

Día 8 de febrero. Aeropuerto Noaín-Pamplona. Sala de embarque. Joan Laporta, el presidente del Barcelona, se acerca a Thiago Motta para saludarle y preguntarle cómo se encuentra una vez recuperado de la lesión en el tobillo derecho que sufrió en diciembre. "Podría estar mejor", le espeta el centrocampista italobrasileño al máximo dirigente del club. Una respuesta áspera y contundente que pone punto y final a la conversación y que, de alguna manera, explica el desencuentro existente entre las expectativas despertadas por el futbolista a comienzo de la campaña y no correspondidas a mitad del campeonato, como lo demuestra la paralización de las negociaciones para la renovación de su contrato y el fichaje en el mercado invernal del holandés Edgard Davids.

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Laporta continuó con sus felicitaciones a los jugadores por la importante victoria conseguida en El Sadar, ante Osasuna (1-2), mientras Motta recuperaba su charla con Víctor Valdés, uno de sus mejores amigos en el vestuario. Aquella tarde, Motta (São Bernardo, Brasil; 1982) celebró la victoria del Barça desde el banquillo. Esperaba que el entrenador le diera algunos minutos, para acabar de coger el ritmo, después de reaparecer una semana antes, en el Camp Nou, frente al Albacete (5-0), cuando disputó el último cuarto de hora. Había permanecido un mes y medio entre el gimnasio y la sala de recuperación. Motta estaba ansioso por tocar el balón y volver a contar con la confianza de Frank Rijkaard. "No me siento más suplente porque haya venido Davids", había anunciado antes de viajar a Pamplona, "aunque tal vez tenga que disputarle el puesto. El que esté mejor jugará".

Motta es así de descarado, de osado y de complejo, muy capaz de retar a Davids y de responder de mala gana a Laporta. El currículo del centrocampista azulgrana está repleto de sucesos que realzan su figura controvertida. Futbolista avalado por Llorenç Serra Ferrer y muy valorado por Louis van Gaal y Radomir Antic, aunque debutó en el primer equipo con Carles Rexach, estaba llamado a ser una pieza angular del Barça de Rijkaard. Ocurrió, sin embargo, que una amigdalitis le privó de disputar la pretemporada y después una lesión en el tobillo, agravada por una infección en las uñas de los pies, alteró su reincoporación.

Futbolista que gusta de jugar con el cuerpo, tanto que pone a Fernando Redondo como ejemplo, acostumbra a tener también problemas con los árbitros y esta temporada ya ha sido expulsado en el estadio Calderón y en Anoeta, donde Rijkaard le riñó públicamente por su comportamiento. Luego, el técnico le tuvo como un jugador de quita y pon en una época de especial inestabilidad. Llegado Davids, se acabó el problema y Motta ha pasado a un segundo plano en el campo y los despachos: la mejora de su contrato, que expira en 2005, está parada, por lo que mantiene la ficha del filial, actualizada con el plus económico de la plantilla desde julio de 2002. Él pide 1,3 millones de euros por ejercicio y la junta le responde que nones aun cuando sabe que los clubes italianos andan al acecho.

"Quiero hablar sobre el campo", responde Motta, sabedor de que hoy tiene la titularidad asegurada por la sanción de Davids. "Conozco Mestalla, es un campo caliente y me gusta", subraya en una declaración que refuerza su carácter. "Es el momento de Motta", corrabora Rijkaard, que le pide que se comporte como un ganador; "tiene mucho talento y puede ser un gran jugador. Lo debe demostrar en momentos como el que se le presenta. Deberá transmitir las mismas ganas por ganar y por mantener el equilibrio del grupo".

Una tarea complicada. A Motta se le pide que haga que no se note la ausencia de Davids, con el que el Barça ha sumado 13 de los 15 puntos en juego, y que no se traicione a sí mismo, como cuando confunde la agresividad con la aceleración y pierde el sitio y los nervios en el campo.

"Necesitábamos a Davids. Es el equilibrio", concluye Rijkaard, que tampoco podrá contar con Reiziger. "Pero hay que confiar en Motta", agrega. "Estoy listo", contesta el jugador.

Motta, durante un partido.
Motta, durante un partido.EFE

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