Los primeros meteoritos en 57 años
Los especialistas estudian los fragmentos y la trayectoria del bólido que atravesó el noroeste peninsular el 4 de enero
Al menos 16 pequeñas piedras de agudas aristas y aspecto de carbón han sido recogidas hasta ahora en una zona que nadie quiere precisar de los Montes de Palencia por un grupo nutrido de expertos y aficionados en los campos de la mineralogía y la astronomía. Son decenas de personas, coordinadas por la Red de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, que se han puesto de acuerdo informalmente para permitir que se estudie científicamente el espectacular bólido que entró por el noroeste de la península Ibérica el pasado 4 de febrero.
El fruto de sus desvelos -muchas horas de barrer pistas y montes- son, con casi total seguridad, los primeros meteoritos que se hallan en España desde el que cayó en 1947 en el pueblo leonés de Reliegos. Éste, un pedrusco de tamaño considerable, se expone actualmente junto a muestras del bólido de Palencia en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde reside el registro central de meteoritos de España.
El trozo de asteroide se fragmentó a 30 kilómetros de altura sobre Palencia
Javier García Guinea, especialista del citado museo, hizo las primeras pruebas que indicaron la autenticidad de las dos muestras que le llevó, pocos días después de la caída, Abel Tarilonte, testigo presencial del espectacular fenómeno. Al menos otro fragmento fue recogido al mismo tiempo por un comerciante alemán de meteoritos, que no lo ha entregado, explica García Guinea, y el resto ha sido el fruto de la búsqueda sistemática por parte de los especialistas y aficionados citados, para su estudio y para evitar su salida de España.
Hay ya muchos datos que indican que los meteoritos encontrados son los restos de la fragmentación del bólido, a su vez casi seguramente un fragmento de asteroide procedente del cinturón de estos cuerpos existente entre Marte y Júpiter. Todos tienen idéntica composición y el de mayor tamaño, que pesa 186 gramos, muestra una huella de impacto muy reciente sobre el terreno, que hizo desprenderse la capa negra -llamada corteza de fusión- adquirida debido a la fricción con la atmósfera en su caída a alta velocidad. La composición corresponde a las condritas ordinarias, un tipo de meteoritos rocosos. Algunos de los fragmentos se han hallado sobre pistas apisonadas en octubre de 2003.
Además, por primera vez en España, señalan los especialistas de la Red de Bólidos, se ha podido reconstruir con precisión la trayectoria de un bólido aparecido a plena luz del día. La principal razón es que hay registros visuales de testigos presenciales -fotos y vídeos- que están siendo recopilados a través de la página de Internet www.spmn.uji.es/ESP/noveda38.html. Las cámaras fotográficas, especialmente las digitales, están cambiando el estudio de este tipo de fenómenos que hace sólo unos años podrían quedar archivados incluso como ovnis o traducirse únicamente en una piedra que llega a un museo, como el caso de Reliegos.
Esta vez, sin embargo, la información es abundante e incluso espectacular, como se corresponde a un fenómeno relativamente poco corriente. Aunque todavía no ha finalizado el estudio, los primeros análisis indican que el fragmento de asteroide que entró el 4 de enero por la tarde en la atmósfera terrestre a una velocidad del orden de decenas de miles de kilómetros por hora y fue visto como un espectacular rastro luminoso podía tener incluso 10 toneladas. Si no se desintegró del todo fue porque entró con un bajo ángulo de incidencia. Sí sufrió una fuerte fragmentación que probablemente se produjo a unos 30 kilómetros de altura y sembró de meteoritos una zona del norte de Palencia, la llamada elipse de impacto, ya bastante bien definida.
La reconstrucción de la trayectoria preliminar la han hecho Josep María Trigo (Universidad de California), José Luis Ortiz (Instituto de Astrofísica de Andalucía), Jordi Llorca (Universidad de Barcelona) y José Ángel Docobo (Universidad de Santiago). Llorca, que estudia actualmente a fondo una de las piedras, es autor del libro de próxima aparición en castellano El impacto de los meteoritos en la historia y la ciencia, editado por Milenio.
Estos expertos han calculado que la velocidad de entrada fue de unos 19 kilómetros por segundo y que sobrevoló el sur de la provincia de León. Cuando pasó sobre la capital estaba a 80 kilómetros de altura y se dirigió hacia Guardo. Poco después hizo explosión pero se siguió viendo, lo que favorece, indican los científicos, la hipótesis de que llegaron fragmentos a la superficie terrestre. Muchos testigos presenciales afirmaron haber oído un gran ruido y haber sentido una onda expansiva, lo que correspondería al momento de la fragmentación, al igual que sucede cuando un avión supera la llamada barrera del sonido. También se observó una estela persistente, que ha quedado reflejada en alguno de los documentos gráficos existentes.
Tras los primeros análisis no destructivos realizados con el microscopio electrónico de barrido del Museo Nacional de Ciencias Naturales, se vio que los meteoritos contienen una alta proporción de olivino, y, en menor proporción, troilita, hierro-níquel, cromita y apatatito, con una costra de oxidación de hematita. El interior está intacto, seguramente porque al tratarse de un fenómeno muy rápido, no se calentó casi nada. La luz emitida procede de la fusión y volatilización de la superficie externa.
Uno de los primeros meteoritos hallados fue mandado enseguida por García Guinea al laboratorio del Gran Sasso, en Italia, para medir su contenido en radionucleidos antes de que se descompongan. Esta radiactividad, fruto del larguísimo viaje espacial del cuerpo original y de sus fragmentos, se produce por el bombardeo constante de rayos solares y cósmicos, explican los especialistas de la red de bólidos. Dado que estos rayos son parados por la atmósfera terrestre (lo que permite la vida en la Tierra), el estudio rápido de la radiactividad del meteorito permite confirmar su naturaleza. Además, se han hecho pruebas de termoluminiscencia en el Ciemat, con resultado positivo, lo que constituye otro indicio de su origen extraterrestre.
Por otra parte, antes de ni siquiera iniciar el estudio de los posibles meteoritos, se descartó que el fenómeno correspondiera a la reeentrada en la atmósfera de algún satélite artificial, un fenómeno bastante corriente que algunas veces se ha confundido con un bólido y sus restos con meteoritos. William Ailor, director de un centro especializado en este tema de Estados Unidos (CORDS), confirmó que en esa fecha no se había producido ninguna reentrada sobre España, señalan los miembros de la red de bólidos.
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