Kerry for president!

No le veo cara de presidente de Estados Unidos: parece un médico de pueblo, a caballo sobre la nieve, de película bondadosa. Quizá sea eso lo que le esté saliendo en las largas primarias que gana y que producen un efecto multiplicador sobre las siguientes, y éstas, al final, sobre el republicano Bush. Tampoco veo que la característica que esgrime, la de que trabaja con la razón, sea buena en una época de locos y de idiotas que crean desde la prensa un mundo a su imagen y semejanza: llenando Occidente de miedos, odios, rabias, inseguridades: cuidado, si la razón está dormida y produce monstruos, pueden los monstruos devorar a quien la despierte. Miedo y codicia, compensados por el puritanismo y la represión. A John Kerry le votan febrilmente, sin embargo. La causa está en que no es Bush: y Bush cae cada vez que cae un soldado o que los guerrilleros iraquíes liberan prisioneros y matan colaboracionistas. Cada día Irak es más Vietnam, y Kerry estuvo en esa guerra, pilotaba una lancha de combate en el Mekong, y tiene el prognatismo de quien va siempre adelante; pero está contra la guerra. Bush la quiere y la pierde, y no encuentra en casa el certificado de su servicio militar. Y su cara pierde rasgos de presidente.

Mas allá de estas razones que tienen la levedad de producirse mientras duerme la diosa Razón -entronizada en la Revolución francesa- hay un hecho: la "maquinaria del partido" le ha designado; si no tiene un tapado que los últimos metros haga un sprint.

(A cada elección hago la misma pregunta: ¿por qué no hemos de votar la presidencia de EE UU los españoles? Si tenemos allí currando soldados, y espiando a nuestros espías, debemos ser considerados como ciudadanos imperiales. Aunque no sé si votaríamos a Bush, viendo el estado de la razón en esta patria patológica, y el orgullo que debe producir a tantos ver a Aznar más Groucho que nunca fumando el puro y poniendo los pies en la mesa del Emperador, qué estampa). (Currar: admitido por la Academia, que toma el verbo del caló; creo yo que se deriva del nombre curro o currito, muñeco de palos o de hilos manejado por el trujamán que le pone voz y acciones). (Y sprint es de la Academia; o sea, con papeles, legal).