El viaje de las ideas
La exposición de Federico Guzmán (Sevilla, 1964) es un trayecto sin destino fijo, o más bien, un trayecto en el que la aventura del viaje es en sí el destino. Las constantes sorpresas pictóricas, escultóricas y videográficas que nos depara son la esencia de este recorrido en el que el artista embarca a los espectadores con gran derroche de imaginación, recursos y un trabajo minucioso y realizado a conciencia. Como en uno de esos alegres y multicolores buses colombianos que se adentran por territorios remotos y cruzan extensas sabanas, altas cordilleras y densas selvas llenas de maravillas, misterios y peligros, Guzmán ofrece sus propios caminos en una serie de obras que son prueba fehaciente de su imaginación creativa, buen criterio artístico y consumado oficio en múltiples disciplinas.
FEDERICO GUZMÁN
'La metáfora viaja en bus'
Galería Pepe Cobo
Cardenal Cisneros, 5. Sevilla
Hasta el 20 de marzo
La serie de dibujos y acuarelas con la que comienza el recorrido, por ejemplo, presenta una sucesión de formas vegetales en las que la ironía conceptual y la sutileza estilística son los denominadores comunes: una planta de llantén en forma de mano con el pulgar hacia arriba (Sin título, 2003), un cactus que se transforma en una mano haciendo el signo de los cuernos (Sin título, 2003) o una chumbera convertida en un puño cerrado en señal de lucha (Planta poder, 2003). La belleza y el carácter medicinal de las plantas son temas que se prolongan a través de la exposición, al igual que la exuberancia de una vegetación, real y metafórica, que inunda la vida cotidiana de maneras inesperadas.
Perfectamente camuflado en
un rincón junto a la entrada, como un objeto trivial olvidado allí por descuido, se encuentra una de las trampas de Guzmán: Bombo Sound System, escultura consistente en un cubo de basura negro con una escoba, dentro del cual se esconde un equipo de música, obra que contrasta con los dibujos cercanos pero que encaja y redondea el carácter de instalación de la muestra.
Una de las principales virtudes de la exhibición es de hecho el carácter orgánico del conjunto de la obra, realizada en técnicas y soportes muy diferentes entre sí. Echando raíces en el aire, por ejemplo, es un gran neumático de tractor que pende por una cadena del techo, a modo de columpio, que contrasta vivamente con las demás esculturas del artista y con las pinturas que la circundan. Pero como el título de la obra indica, son raíces metafóricas las que Guzmán propone, ancladas siempre en un profundo sentimiento por la naturaleza y por la vida (el columpio casero como recuerdo de la niñez, el acto de columpiarse como movimiento que envuelve la libertad de volar y la necesidad de tocar la tierra tanto para impulsarse como para detenerse, etcétera). Este carácter lúdico y provocador está también presente en No crea en metáforas, dependa de ellas, un gigantesco chupachups de mármol que yace en el suelo, o en Abollando cuadrículas, un lienzo de grandes dimensiones de una especie de parchís en vivos colores en el que las fichas son rocas de efecto tridimensional.
Como en otras de sus obras, el refinado y elocuente concepto del largo lienzo vertical Luz verde parece proponer la necesidad de una compenetración entre naturaleza y humanidad, representada por la simbiosis de ambos. Así, en la parte superior se observa un semáforo cuya base es una liana que se extiende invadiendo una larga carretera azul dividida por una raya amarilla. En las manos de Guzmán la metáfora viaja diariamente en toda una serie de medios de transporte cotidianos, desde buses a carretillas, que le sirven para acercarnos a la realidad que nos circunda en una obra depurada en la que la estética y el placer visual salen extraordinariamente recompensados.
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