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Columna
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Lady E

A sus numerosos títulos, honores y cargos, acaba de sumar nuestra presidenta autonómica el de comandante honoraria de la Orden del Imperio Británico, un grado por encima de David Beckham, ingresado recientemente en el mismo escalafón, un grado también, por encima de John, Paul, George y Ringo, por lo que cabe suponer que doña Esperanza ha marcado más goles que David, o ha cantado con más énfasis que Los Beatles las glorias de Su Graciosa Majestad y de su decadente imperio.

¿Qué ha hecho ella para merecer esto? La incógnita permanece en el aire porque ni nuestra presidenta regional y comandante imperial ni la reina Isabel II han dado muchas explicaciones. En la ceremonia de imposición de la insignia, celebrada en la residencia del embajador, Esperanza Aguirre se limitó a mencionar su conocimiento de la lengua inglesa como mérito más relevante: "El idioma que me ha permitido multiplicar por dos mis posibilidades de comunicar y comprender sentimientos". No es poco, pues según una tópica y no del todo desencaminada frase que circula en los países de habla inglesa: el español es un individuo que se pasa toda su vida aprendiendo inglés y nunca termina de expresarse correctamente en la lengua de Shakespeare y del presidente Bush.

En cuanto a la multiplicación de las habilidades comunicativas, inherente al conocimiento idiomático, habría que recordarle a nuestra presidenta bilingüe que abundan en el mundo global los políglotas analfabetos y que cualquier multiplicación por cero da como resultado un cero patatero como diría su mentor y valedor, el presidente saliente. Sirva como ejemplo el de aquel vicepresidente de Estados Unidos que no supo deletrear durante su visita a una escuela precisamente la palabra patata. Esperanza Aguirre no está donde está por sus dotes de gran comunicadora, sino todo lo contrario, alérgica a los debates y a las improvisaciones, Esperanza es proclive a dejar en manos de sus adláteres mejor dotados que ella, lo que no es mucho decir, las confrontaciones directas, como hizo hace unos meses en la comisión de desinvestigación del caso Tamayo. Hasta ahora, su mayor éxito comunicativo en los medios ha sido el de comparsa de lujo en el desaparecido Caiga quien Caiga, un programa borrado de la parrilla entre otras cosas para impedir que siguiera dejando en evidencia a personajes como ella. Hasta ahora sabíamos que nuestra presidenta era una experta, por ejemplo, en asuntos taurinos, moda y complementos, menos culta pero más presentable y lucida que Pilar del Castillo, sobre todo cuando mantenía la boca cerrada.

En cuanto a lo de "comprender sentimientos" gracias al conocimiento de la lengua inglesa, ése sí es mérito, pues la mayor parte de los españoles, estudiantes vitalicios de inglés, nos quedamos siempre en la superficie y a lo más que llegamos es a entender los rótulos de los aeropuertos, las cartas de los restaurantes y las indicaciones de funcionarios, camareros, vendedores, guardias de tráfico y recepcionistas de hotel. Así no llegaremos ni a cabo interino en el escalafón de la Orden Imperial.

En la recepción de la Embajada, nobleza obliga, la condecorada, expresó su agradecimiento a la reina y ensalzó el sistema político británico, que no pasa precisamente por sus mejores momentos: "A los usos y costumbres", dijo, "de la vida política española siempre le pueden sentar bien algunos elementos de las formas liberales con que los británicos están en política". Tal vez se refería a la última crisis de Gobierno producida por las exageraciones, manipulaciones y encubrimientos de Tony Blair sobre el tema de las armas de Irak y su confrontación con la BBC y con gran parte de la opinión pública británica, un asunto sucio que ha generado complicados procesos y agrios debates en la Cámara de los Comunes, como corresponde a esa tradición liberal que la comandante ensalza, pero que ni ella ni su partido aplican. En España, según Aznar, sería irresponsable abrir un debate semejante, sobre todo cuando sus responsables directos aún siguen en el Gobierno. Por lo visto, no estamos suficientemente preparados para tanto liberalismo, no sabemos suficiente inglés para comportarnos como los ingleses y los estadounidenses, Spain is very different, of course.

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