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Reportaje:FÚTBOL | Vuelta de las semifinales de la Copa del Rey

El depredador silbado

Darío Silva, en su media goleadora, minimiza los reproches sevillistas

Darío Silva llegó al Sevilla el pasado verano, desde el Málaga, como el estandarte del presidente, José María del Nido, y el presunto salto de calidad de la plantilla. El uruguayo era el tamaño de estrella asequible para las escuálidas arcas del club. Llegó siendo él en estado puro, el amante de la gresca, y arremetió contra el presidente del Betis, Manuel Ruiz de Lopera. Antes de saltar al campo se había metido a los sevillistas en el bolsillo. Cuando empezó la competición, el amor no fue tan incondicional.

Darío Silva llegó como un goleador, pero, en realidad, tan sólo lo es a medias. El sistema aplicado por Joaquín Caparrós contra viento y marea le sitúa solo en punta, delante del enganche y sorprendentemente goleador, Baptista. Y ése no es el sitio en el que se encuentra más cómodo. La entrada de otro delantero a su lado, como Hornos o Antoñito, no suele llegar antes del último cuarto del partido.

En el Málaga siempre estuvo junto a Catanha o Dely Valdés. Su garra y su físico brillan más como segundo delantero. Su trayectoria como ariete del Sevilla se resume en seis goles en la Liga -el último, el 3 de diciembre, en Santander- y cuatro en la Copa.

Tras acabar el entrenamiento del lunes, Darío Silva bromeaba sobre su falta de acierto: "Me voy a juntar con Pelé en lo de pedir que se hagan más grandes las porterías". Normalmente huraño y alérgico a dar su opinión, minimizó los pitos que le dedicó la grada en el partido del domingo frente al Mallorca: "También silban a los toreros si lo hacen mal". La verdad es que se esforzó como en casi ningún encuentro, pero pareció falto de su célebre explosividad física.

El director deportivo del club, Ramón Rodríguez, Monchi, excusa un posible bajón de rendimiento y asegura que, el jueves, Darío Silva tuvo una contractura de la que se recuperó "como no habría podido hacerlo cualquiera de los jugadores de la plantilla". Monchi rechaza que pase por una crisis goleadora: "Esté en su media de todos los cursos [11 en el 2002-03; 14 en el 2001-02 y 13 en el 2000-01] y, además, nosotros lo fichamos como punta, no exactamente como delantero centro ¿De qué juega Mista? ¿De qué juega Fernando Torres? Son gente, como Darío, rápida y luchadora que aporta mucho más que goles al equipo".

El idilio de Darío Silva con el club es más intenso que con la afición. Del Nido le ha colocado como reclamo en casi todas las campañas lanzadas y es su mayor admirador confeso. El único incidente fue la reprimenda tras su expulsión contra el Valladolid, que acabó empatando en el estadio Sánchez Pizjuán. Desde entonces, su comportamiento en el campo es mucho más relajado.

En el vestuario, y fuera de él, ha hecho muchas migas con Baptista y Alves. Otros compañeros aseguran en privado que se guarda su mal humor para los contrarios y los periodistas, y que puede llegar a ser divertido.

"Su asignatura pendiente, la afición, caería también rendida si hoy facilitase la eliminación del Madrid a base de goles", dijo el capitán del equipo Alfaro.

Darío Silva.
Darío Silva.ALEJANDRO RUESGA

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