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Reportaje:

Un robo con efecto retardado

Dos bandas estafan a más de 100 personas a las que duplicaron sus tarjetas de crédito sin que éstas se dieran cuenta

J. A. Aunión

Armados, los delincuentes entraban durante la noche en viviendas de lujo de Aravaca, Pozuelo y Las Rozas mientras sus dueños dormían. Forzaban las puertas o las ventanas y, en ocasiones, cortaban las rejas con cizallas. Robaban los objetos de valor que encontraban a su paso y, con las llaves en la mano, se llevaban los coches, todos de gama alta. "Han sido muy profesionales en sus asaltos. Prácticamente en ningún caso las víctimas se han dado cuenta de que les estaban robando en sus casas", comentó un portavoz de la policía. Pero el robo no terminaba cuando los delincuentes abandonaban la casa. Hacían un duplicado de las tarjetas de crédito y las volvían a dejar en su sitio, por lo que sus propietarios no se percataban hasta meses después, cuando comprobaban que su banco les estaba cargando compras que no habían hecho.

El Grupo XX de la Brigada de Policía Judicial -especializado en la lucha contra grupos organizados de delincuencia violenta- detuvo la semana pasada a siete personas de origen rumano acusadas de cometer estos delitos. Varios meses de investigación han llevado a los agentes a identificar a los sospechosos, conectar los delitos por su manera de operar y, sobre todo, a localizar las viviendas en las que guardaban tanto los botines como las herramientas para cometer los delitos, según explicó ayer la policía.

Los detenidos han sido identificados como Nicusor Catalín V., Stancio S., Ionut C., Costel S., Elena T., Iozefina Gianina P. y Mimoran I., éste último, alias Sakis, como cabecilla de la banda. Sakis está reclamado por las autoridades alemanas y rumanas, acusado de extorsión y secuestro. Los tres primeros ya tenían antecedentes delictivos en España.

Extremadamente peligrosos

Los portavoces policiales han destacado el carácter "extremadamente violento" de los miembros de la banda, no sólo porque en sus incursiones fueran armados, sino porque en sus huidas se llevaron por delante en varias ocasiones tanto a agentes de policía como a transeúntes. El pasado 8 de enero atropellaron a un agente de la unidad de motos de Seguridad Ciudadana y a un operario de limpieza del Ayuntamiento (a la salida del túnel del paseo de Santa María de la Cabeza). El operario tuvo que ser trasladado al hospital. Cinco días después, también chocaron contra un vehículo policial en Aravaca.

Los coches con los que perpetraron estos hechos, un BMW y un Mercedes, respectivamente, han sido recuperados junto a un Porsche y otro BMW, todos ellos destinados al tráfico ilícito: retocaban las matriculas para venderlos posteriormente en países del este de Europa.

En los domicilios de los detenidos, en la capital, la policía ha recuperado abrigos de visón, joyas, ordenadores portátiles, cámaras de vídeo, perfumes de marca y piezas de arte, entre otros objetos de valor. Asimismo, se han incautado de una metralleta checa marca Scorpio de calibre 7,65 y varias gatas -lectoras grabadoras de tarjetas de crédito- con las que hacían sus copias fraudulentas.

La gata es una lectora de tarjetas de crédito similar a las que los bancos colocan en la puerta de sus sucursales. Estas máquinas leen los datos de la tarjeta y los mandan a un ordenador, que trasfiere, a su vez, la información a otro aparato que graba la nueva copia falsificada.

En esta réplica fraudulenta aparecía un nombre, el mismo que en los documentos de identidad y pasaportes falsos -en su mayoría griegos o rumanos- que también han sido incautados por la policía. El propio Sakis, jefe de la banda, tenía hasta cinco identidades falsas con sus respectivos carnés. Así, los delincuentes no encontraban ningún problema a la hora de pagar cualquier compra con la tarjeta de crédito falsificada, ya que a la vez mostraban un pasaporte expedido al mismo nombre. La policía explicó, además, que es común el uso de pasaportes griegos "porque es un documento de ciudadano de la UE y, por otra parte, muy poca gente conoce este idioma", por lo que es relativamente sencillo mantener el engaño.

Estafa en el cajero

En otra operación prácticamente simultánea, el grupo XVI de la Sección de Delincuencia Internacional de la policía detuvo hace unos días a otros nueve ciudadanos rumanos acusados también de falsificación de tarjetas de crédito.

La manera de actuar de este grupo era sensiblemente diferente. Utilizaba el mismo método de la gata (el lector de tarjetas) en la puerta de acceso a cajeros automáticos existentes en el interior de las entidades bancarias. Para poder entrar en el banco, el cliente tiene que introducir su tarjeta, facilitando así involuntariamente sus datos a los delincuentes.

Este grupo delictivo tenía un segundo método que consistía en disimular un lector falso sobre el teclado o en la ranura por donde se introduce la tarjeta en el propio cajero. Cuando la máquina decía que no se podía realizar ninguna operación, el cliente se iba creyendo que el cajero no funcionaba. Pero los delincuentes ya habían obtenido su réplica y, como en el caso de la otra banda, los perjudicados no se percataban hasta meses después de que estaban pagando facturas por compras o servicios que ellos no habían requerido.

Los detenidos, Constantin I., Andras P., Simón B., Constantin R., Anadis K., Valerica T., Daniel T., Basílica P. y un menor, fueron capturados en sus domicilios -tres en Madrid y uno en Leganés

-, donde la policía ha encontrado las tarjetas y documentos falsos, además de electrodomésticos, joyas y ropa -unos zapatos de casi 600 euros, por ejemplo- adquiridos con las tarjetas fraudulentas. Cuatro de los detenidos cuentan con antecedentes policiales: Andras, Simón, Anadis y Valerica.

Explotación de menores

Junto al cargo de falsificación, los miembros de esta banda están acusados de organizar una red para introducir ilegalmente a menores rumanos en España. A los chicos les utilizaban para adquirir, con las tarjetas falsas, productos en diferentes tiendas -entre las que la policía ha destacado una conocida pastelería de la capital en la que estafaron una gran suma- . En cuanto a las chicas, los delicuentes les obligaban a prostituirse.

La policía aún no sabe a cuánto ascienden los robos y las estafas de ambas bandas; sigue investigándolo, aunque sí sabe que han cometido, entre las dos, más de 100 delitos. Pero los investigadores sospechan que han sido muchos más

Casi todos, en libertad

En total han sido 16 los rumanos detenidos en las dos operaciones realizadas en las últimas semanas por el Cuerpo Nacional de Policía después de varios meses de investigación. En ellas se han desarticulado dos bandas de falsificadores de tarjetas de crédito. Están acusados, además, de atentado, lesiones, tenencia ilícita de armas, robos en el interior de domicilios y tráfico de personas.

Todos, salvo un menor que fue trasladado al Grupo de Menores de la Policía Nacional, fueron puestos a disposición judicial. Sin embargo, todos, menos uno, han sido puestos en libertad por el juez encargado del caso, a pesar de que todos, menos uno, estaban en España en situación irregular e, incluso, a pesar de que algunos de ellos tenían prohibida la entrada en el país y tenían una orden de extradición por parte de Rumania por uso de menores para delinquir, según fuentes policiales.

La única persona que permanece detenida es el jefe de una de las bandas, Mimoran I.,

alias Sakis, y se debe, según fuentes de la investigación, a que hay en curso una petición de extradición por parte de las autoridades alemanas, además de las rumanas. Las acusaciones en esos países son por extorsión y secuestro.

"Nosotros tenemos el deber de poner a disposición judicial a los presuntos delincuentes. A partir de ahí no podemos hacer nada", señaló ayer un portavoz de la Jefatura Superior de Policía al ser preguntado por la puesta en libertad de 15 de los 16 detenidos.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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