Fioravanti, doble campeón olímpico, deja la natación por un mal cardiaco
Tres meses después de que los cardiólogos del Comité Olímpico Italiano (CONI) determinaran que, debido al espesor de las paredes de su corazón, tenía que dejar de entrenarse y competir, Domenico Fioravanti, de 26 años, doble campeón olímpico en Sidney de los 100 y los 200 metros braza, anunció ayer su retirada definitiva de las piscinas. Acudirá a los Juegos de Atenas como comentarista de la RAI.
En noviembre pasado, como todos los deportistas a los que se les detecta una malformación que les obliga a dejar de practicar el deporte, Fioravanti se mostró reacio a aceptar la decisión del CONI. Prometió luchar, visitar especialistas en Londres y Estados Unidos, demostrar que la miocardiopatía hipertrófica (enfermedad genética que se manifiesta con un aumento de espesor de las paredes del corazón y que en la mayoría de los casos no presenta síntomas, pero que en un reducido número termina en muerte repentina durante un esfuerzo atlético) que le diagnosticaron no era un mal, sino simplemente un síntoma de su corazón de atleta, pues, como admiten los especialistas, los deportistas de resistencia desarrollan un corazón más grande. Finalmente, y después de una prueba definitiva -una biopsia cardiaca-, Fioravanti ha aceptado la decisión del CONI.
Aunque llevaba años sometido a revisiones cardiacas semestrales que no observaban nada anómalo en su corazón, en la rutinaria de noviembre se observó que las paredes de su corazón habían superado por unos milímetros el límite máximo fijado por las autoridades deportivas italianas.
Su decisión llega tan sólo unas semanas después de la muerte repentina en el césped, debida a una arritmia cardiaca, del futbolista húngaro Feher, del Benfica. Este suceso permitió a los cardiólogos del deporte de todo el mundo recordar la necesidad de unas normas que hagan obligatorio el reconocimiento cardiológico previo a la práctica del deporte.
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