Hilda Hist, la escritora más irreverente de Brasil
La escritora más irreverente de Brasil, Hilda Hist, nacida en 1930, falleció el 4 de febrero debido a una infección posoperatoria, tras haberse fracturado el fémur. Narradora y poeta de garra, inconformista, pornográfica, traducida a los principales idiomas, no conseguía vender en Brasil a pesar de haber recibido todo un rosario de premios literarios. Enfurecida, se recluyó hace 40 años en su Finca del Sol, donde vivió, como ella misma dice, como una "monja irreverente", rodeada de docenas de perros y gatos.
Poeta formidable con un dominio absoluto del lenguaje que usaba con la mayor libertad e irreverencia, viendo que su literatura no conseguía conquistar el mercado, decidió escribir pornografía, como un desafío y una provocación. Nacieron entre otros O Caderno rosa de Lori Lamby (1990) y Do Desejo e Bufolicas, libro este último de poesías pornográficas. Lanzados en Francia, el diario Liberation comentó que Hilda había conseguido elevar la pornografía a categoría de arte. "Bastó eso", comentó cáustica la escritora, "para que ya nadie me comprara".
Crecida en una familia atormentada, cuyos padres acabaron ambos en el manicomio, Hist se hizo escritora para vengar al padre que intentó, sin conseguirlo, destacar en la literatura. Como ella misma cuenta en Carta ao pai, tuvo con él una relación especial, para muchos incestuosa, tras haberlo conocido sólo a los 14 años. Cuando su padre Apolonio murió, ella se recluyó hasta la muerte en su finca. La autora de Sete cantos do poeta para un anjo, actuaba -según muchos a propósito para escandalizar, y según otros porque su equilibrio mental se balanceaba entre la razón y la locura- con una libertad tanto literaria como humana que desconcertaba a los críticos.
Cuando se recluyó en su finca de campo hace ya 40 años, colocaba magnetofones hasta debajo de los árboles para captar las voces del más allá. Lygia Fagundes Telles, una de sus mejores amigas y uno de las diosas de la literatura de este país, cuenta que un día la llamó a las once de la noche para decirle: "Lygia, el alma es inmortal". Y Lygia le respondió: "Lo sé, Hilda", y se quedó en paz.
Nacida en Jaú, Estado de São Paulo, ex alumna de un colegio interno de religiosas, poseía un talento literario que nadie osó contestar. Estaba por encima de los parámetros puramente humanos. Trascendía. Por eso aparecía cargada de contradicciones. Era imposible catalogarla. Entre sus contradicciones, ella, que era una perla de la mejor literatura, soñó toda la vida con publicar un best seller, para quitarse el sambenito de escritora maravillosa, cargada de premios, pero que no vendía. Nunca lo consiguió. Hilda estaba internada en el hospital de la Universidad Unicamp de São Paulo. Su físico, muy debilitado, no resistió la operación de fémur.-
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