Emociones mediterráneas
El alcalde del PP de Altea explicaba en Fitur el nuevo eslogan turístico "emociones mediterráneas". Y él mismo se emocionaba explicándolo. A punto de lágrima que puede acabar en llanto. Al parecer, quiere llenar Altea de turistas lloriqueantes. Imaginen la escena cuando algunos de estos turistas coincidan en el mismo momento emocional y acaben abrazándose y besándose emocionados. Las playas llenas de estas escenas saldrán en la tele y quizás empiecen así nuevas amistades. Pero no creo que luego recuerden nada de lo ocurrido, una vez en su país. Como dice Julio Casares en su Diccionario ideológico de la lengua española, la emoción es una agitación del ánimo, violenta o apacible, que nace de alguna causa pasajera. Es decir, que no deja huella. Y, a nosotros nos interesa justo lo contrario: fidelizar al cliente y conseguir que vuelva. Para ello es imprescindible apelar a las experiencias posibles en el destino más que a la emoción en sí misma. Experiencias basadas en las actividades que pueden desarrollar los turistas. Y éstas, a la vista de la crisis del mercado actual deben ser más que sol y playa y, a poder ser, creativas.
Altea tiene posibilidades de ofrecer actividades relacionadas con la náutica, cultura, arte y naturaleza. La estación náutica puede funcionar bien, siempre que no masifiquen y amplíen los puertos con más amarres y fastidien las playas y el fondo marino. Pero cómo se ofrece cultura si la tan vitoreada superestructura cultural del Palau permanece cerrada en temporada alta o se suprimen Les nits de la mediterrània. O con una Facultad de Bellas Artes que para nada incide en la vida cultural de Altea.
Cómo se puede ofrecer naturaleza con el ritmo de construcción implantado y planificado, con proyectos como urbanizar al lado de un río, cargarse la trama rural o construir torres de apartamentos en una sierra y en barrancos. Con ello, lo único que han conseguido es que el turismo residencial solape el turismo itinerante, como dan fe los bajos ingresos obtenidos en la última temporada por comercios y establecimientos hosteleros y saturar los servicios, que cada vez son peores.
En realidad, a excepción de la estación náutica, sol y playa, el municipio no tiene más productos nuevos acabados que ofrecer al turismo itinerante, por lo que promocionar algo que no existe no tiene sentido. Para mantener y aumentar la clientela de temporadas anteriores el gobierno del PP debería cambiar su política urbanística, algo que no puede hacer porque su papel actual es el de agente de ventas de los grupos inmobiliarios. Por ello, estamos condenados a seguir perdiendo cuota del mercado turístico de viajeros y Fitur continúa siendo un despilfarro que sólo sirve para lucimiento de los políticos que están emocionados con su ego.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.