Robredo devuelve la esperanza
El gerundense se impone a Stepanek tras la derrota inicial de Nadal frente a Novak, el 14º jugador del mundo
Tommy Robredo logró su primera victoria en Copa Davis y devolvió la esperanza al equipo español. La jornada inicial de su enfrentamiento contra la República Checa se saldó con empate, tras la derrota de Rafael Nadal (40º mundial) en el partido que abrió la eliminatoria frente al número uno local, Jiri Novak. El mallorquín no pareció inquietarse por su precoz debú, a los 17 años, pero su juego no le bastó para imponerse al 14º jugador mundial en su casa y en la superficie -moqueta interior- en que mejor se desenvuelve. La derrota de Nadal complicó las cosas al equipo español. Pero Robredo (19º), de 21 años, ganó a Radek Stepanek (49º) en cuatro mangas y dejó abierta de par en par la puerta de la eliminatoria.
"Me lo planteé como algo personal, jugando sólo para mí", dice el catalán
No era una situación sencilla para Robredo. Había perdido frente a Roddick en su debú en esta competición en 2002 y, aunque tenía la victoria en la mano frente a James Blake en aquella misma eliminatoria -le ganaba por 5-4 en el segundo set cuando la lluvia impidió la conclusión-, no fue hasta ayer cuando concretó su primer triunfo. Stepanek no le regaló nada. Se agarró a la pista, buscó todos los resortes de su juego, pero se topó esta vez con un jugador más completo y con una mentalidad más positiva. "Me lo plantée como algo personal, jugando sólo para mí", explicó el de Hostalric. "La presión de la derrota inicial podía perjudicarme e intenté anularla. Pensé que eso no me importaba. Y creo que demostré que soy un buen jugador de equipo".
Sin sus dos grandes estrellas, Juan Carlos Ferrero y Carlos Moyà, el G-3, grupo de capitanes de España, realizó una apuesta por la juventud. Llevó a Brno a cuatro jugadores que no tenían en su palmarés aún ninguna victoria en la Copa Davis. Arriesgaron y se lanzaron al vacío, obligados por las lesiones, con un equipo más de futuro que de presente: el más joven del grupo mundial. Tomaron aún más riesgo al apostar por Nadal frente a la opción de Feliciano López, que había debutado ya en la final que España perdió en Australia el pasado mes de diciembre. Pero tanto él como Robredo asumieron sus responsabilidades.
El esperado debú de Rafa Nadal no decepcionó. No consiguió su objetivo, pero se fue de la pista "con la cabeza alta", y abriendo unas expectativas certeras de futuro. "La verdad", aseveró, "es que en este tipo de pistas es difícil hacer cosas. Mi mejor golpe, la pegada de drive en carrera, no podía hacerlo porque la bola se me quedaba enganchada en el cordaje y cuando liftaba ni se levantaba". No fue una situación cómoda para Nadal, que debutaba en unas condiciones realmente difíciles y ante un rival que, tal vez, se había infravalorado, tras haber caído ante el mallorquín tres semanas atrás en el torneo de Auckland.
"Aquí", afirmó Novak, de 28 años, "todo es muy distinto. Estoy jugando en casa y defiendo a mí país. Para mí eso es muy importante. Y traté de dar lo mejor de mí mismo". Lo cierto es que lo consiguió. Nadal empezó algo tenso y cometiendo algunos errores que le llevaron a tener que salvar sus primeras dos bolas de break en el juego inicial. Pero a partir de ahí comenzó a rendir a un nivel altísimo, y se convirtió en un auténtico termómetro del juego de Novak. El número uno checo supo entonces que para ganar debería mantener el listón a la misma altura durante todo el partido.
Cuando lo bajó, Nadal le rompió el saque y le llevó al desempate en la manga inicial. Sin embargo, hubo un factor que resultó determinante: el saque. Los 11 aces que quedaron reflejados en la estadística no hicieron justicia a la trascendencia de este golpe para el checo. Ahí no estaban contabilizados los muchos puntos directos que ganó con el servicio, ni tampoco los cruciales momentos en que los conectó: tres aces y un punto de saque en el desempate, que determinaron la suerte del primer set.
"Desde el 6-5 al final del desempate creo que entró todos los primeros saques. Y en estas condiciones se puede hacer muy poco en estas pistas tan rápidas", reconoció Nadal. "En Auckland tenía más tiempo para preparar los golpes y para pensar en la estrategia. Aquí todo iba muy deprisa". Sin embargo, el mallorquín nunca bajó el listón. Siguió mostrando su drive demoledor, siguió intentando mover a su rival, prosiguió con su lucha personal para demostrarse a sí mismo que es capaz de jugar bien en superficies interiores de moqueta, y no pareció estar excesivamente preocupado por el hecho de estar jugando en la Copa Davis.
"Mi problema", sentenció, "no fue la presión, sino tener enfrente a un rival que dio un rendimiento de top ten". Nadal dejó una imagen de guerrillero de las pistas, de ganador nato al que sólo le falta experiencia para convertirse en un gran jugador de Copa Davis. "No", prosiguió, "nada de eso va a afectarme para el doble. ¿Por qué? Hubo muchos aspectos positivos en mi derrota. Hasta el final me vi con posibilidades de ganar. He sacado muy bien, incluso he conectado uno a 206 kilómetros por hora. Y tengo mucha confianza en que vamos a ganar esta eliminatoria".
Hoy, Nadal y Robredo, campeones en Chenai y octavofinalistas en Melbourne, tendrán la posibilidad de sumar el segundo punto para España. Lo tendrán crudo, porque Novak lleva ganados ocho de los 10 partidos de dobles que ha disputado en Copa Davis y juega habitualmente con Stepanek, aunque no en esta competición.
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