Medem y la libertad
Lamento tener que expresar mi desconfianza sobre el modo de proceder de Medem en su Pelota. Su causa parece ser la de la libertad de expresión, pero es que la manipulación de la expresión no es libertad. No hace falta entrar en
las plurales lecturas, todas legítimas; lo esencial aquí es la presentación de las víctimas al mismo nivel que quienes sufren por tener relación con los verdugos. Sin olvidar el relato no comprobado de la mujer que dice haber sido torturada por las fuerzas de seguridad, lo impresentable es el cruce de secuencias entre la viuda del policía vasco y la mujer que tenía que molestarse en hacer un largo recorrido para visitar a su etarra preso. ¿Qué diría Medem de un documental argentino en que el testimonio de una madre de Mayo se viera intercalado con las protestas de la esposa de un torturador por tener que desplazarse a la cárcel de su hombre? ¿O de uno alemán en que una víctima de Auschwitz y un encarcelado de Núremberg fuesen equiparados? Éste es el problema, y para calmar el propio sufrimiento sólo tenía Medem que hacer una cosa: reconocer su brutal resbalón y pedir disculpas por ello. No lo ha hecho.
Como tampoco entregó el vídeo de la grabación a quienes aceptamos ser entrevistados para su Pelota vasca. Por vez primera me sucede algo así. Y encima puso en marcha el libro sin hablar con nosotros, suprimiendo las preguntas que hubieran dado cuenta de su intención con cada uno de los entrevistados, y cuando algunos, por lo menos el profesor Fernando Reinares o el que esto escribe, retiramos la colaboración, ha preferido omitir el hecho en el prólogo al libro de Aguilar, celebrado por Gara. Decir que Savater o Cuesta le habían rechazado viene bien; las otras ausencias, mejor tapadas. No es muy honesto. El descontento de los afectados tiene razón de ser. Los insultos sobran, claro.
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