Alguna luz
Es notable el cambio del Real Conservatorio en cuanto a sus presentaciones anuales, que aquí, en el escuálido panorama local, tiene una importancia relativa a la cantera, a ese futuro siempre oscuro para la danza y especialmente agónico para el ballet, que en la práctica pura y dura sólo existe en su escala escolástica, y no tiene presencia alguna en la vida profesional. Y se ve, en ese cambio, alguna luz, una presentación de mejor empaque y calidades parciales en la ejecución. Sale mejor parada la danza española que el ballet propiamente dicho, aunque, en general, y aún contando con una preparación aceptable, faltan modulaciones del bailar, esenciales para cualquier forma coréutica (puede hablarse de musicalidad, de engarce, de sutilezas: está haciendo mucho daño la vulgaridad televisiva de falsos éxitos en series como Un paso adelante: eso no tiene nada que ver con la realidad de la carrera del bailarín, y debe ser advertido).
Real Conservatorio
Proyecto Nuevo Público. Coreografías de Angie Pasiecznik, Toni Fabre, David Lichine, Antonio Najarro, Diana San Andrés, Isabel Bayón y Joaquín Ruiz. Teatro Valle Inclán. Real Escuela de Arte Dramático. Madrid, 30 de enero.
Y es preceptivo que no se puede experimentar con la inexperiencia. Lo que sería didácticamente útil a estos jóvenes es trabajar sobre coreografías básicas consolidadas, verdadero repertorio (hay aquí algunos ejemplos, como el de José Antonio o la agradable pieza de Fabre), pero el resto de los coreógrafos no poseen entidad para ello, no aportan nada al poso del debutante. Caso aparte es el fragmento en forma de divertissement de Baile de graduados (1940), de David Lichine, donde no ha habido demasiado cuidado en el estilo, y el conservar las esencias del virtuosismo original. No se puede intentar reponer un ballet fríamente a partir de unos vídeos: hace falta la experiencia, eso es lo que se transmite y lo que se instala en el corpus moral del nuevo artista, que debe saber, desde el inicio, lo difícil que es asumir, interpretar y terminar una frase de la gran danza.
La parte más positiva de este espectáculo es ver lo incrementada que está la matrícula masculina, cuando siempre se ha carecido de chicos en el ballet; y a veces están mejor en escena que las muchachas, lo que es un logro. También vale la pena destacar lo adecuado de la instalación para la danza, incluso más justas que para el teatro como tal.
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