"Hacemos humor universal en castellano"
La cuerda de Les Luthiers no se desgasta por mucho que la frotan. Llevan 37 años juntos, desde 1968, y cada vez que se anuncia la presencia de estos argentinos en algún lugar agotan las localidades con tres meses de antelación. Son mito y leyenda del humor fino, inteligente, que huye de lo burdo y se basa en la música como molde de una visión del mundo. Han estado dos meses en Madrid esta temporada con su espectáculo Todo porque rías, que termina el lunes y ahora viaja a Barcelona Murcia, Alicante y Granada y que es su homenaje a la radio y a ese lugar de inspiración y creatividad sin límites que es el cuarto de baño.
No es habitual que comparezcan los cinco juntos en una entrevista. Pero ahí están, en círculo, vestidos de esmoquin antes de salir a escena en el Palacio de Congresos de Madrid estos personajes elegantes, sonrientes y educadísimos, que posan en su camerino, un lugar poblado de instrumentos, potingues, refrescos para sus hijos y alguna botella de whisky. Son ellos, Les Luthiers, los mágicos inventores de instrumentos, fabricantes de historias carcajeantes y de mitos como Johan Sebastian Mastropiero, un músico maldito que puede ser álter ego, mezcla y pariente a la vez de los cinco, tanto de Carlos López Puccio,
"Hay una fiebre sobre Mastropiero que ha llegado a que existan páginas en Internet"
"Tenemos DVD en cinco lenguas y las traducciones son muy acertadas"
licenciado en Dirección Orquestal y director del Estudio Coral de Buenos Aires y del Coro Polifónico Nacional; de Jorge Maronna, compositor; de Marcos Mundstock, creativo publicitario y locutor; de Carlos Núñez Cortés, doctor en Química y concertista de piano, o de Daniel Rabinovich, escribano y músico, según consta en sus currículos.
A todos les une el amor por dos artefactos inmortales, imperecederos y materia prima de su fórmula secreta: la música y su lengua. "Hacemos humor universal en castellano", proclaman. "Estamos atados al idioma, disfrutamos con los juegos de palabras y todos nuestros gags o chistes huyen de los localismos", afirman. Y eso que corren el riesgo de que sus espectáculos se limiten a los hispanohablantes, pero no es así, siguen triunfando en otros lugares: "Nuestros DVD se pueden seguir en cinco lenguas y las traducciones de los dobles sentidos son están muy logradas".
El lenguaje evoca y dispara la imaginación: "Desde que empezamos a hacer actuaciones decidimos ser muy claros. Lo que no podamos mostrar lo contamos, nos propusimos. Al cabo de los años la gente recuerda cosas que narrábamos en los espectáculos como si las hubieran visto. Una mujer nos recordó lo bonito que era un gag entre dos viejecitas que hablaban cerca del piano revestido con un manto. Lo habíamos contado, pero no había ningún manto", recuerdan.
Ahora, con Todo porque rías, vuelven a los orígenes: a la radio y al cuarto de baño. "Nosotros empezamos en la radio, con un concierto nuestro retransmitido, es nuestro medio natural". ¿Y el cuarto de baño? "Es ese lugar que merece siempre un homenaje, de ahí que creáramos las Loas al cuarto de baño", aseguran. Un escondite que les ha proporcionado también instrumentos nuevos que muestra con un cariño exquisito su afinador, Jerónimo. Está el calephone, un artefacto de viento construido a partir de un calentador; el desafinaducha, una ducha que suelta agua y presiona teclas, "por el método de cuerda percutida", explican; la lira de asiento, una tapa de inodoro con cuerdas que se asemeja a una pequeña arpa, y, por último, el nomeolbidet, cuerdas de hilo de pesca que suenan al unísono sobre un bidet. "En el nomeolbidet, un instrumento único con el que la gente pasa del embeleso a la risa, hubo un momento que cambió la historia de la música. Este instrumento siempre se interpretaba tirando de las cuerdas hacia adelante, hasta que a Carlos López se le ocurrió tirar de ellas para atrás, consiguiendo un sonido nuevo completamente, ahí cambió la técnica, fue como el pase de pulgada para los pianistas", dice con retranca Carlos Núñez.
El caso es que han estudiado los 36 instrumentos que el constructor de los mismos, Hugo Domínguez, ha creado para el grupo a lo largo de su carrera a conciencia. "El requisito siempre es que sean completamente musicales; si no, no los tocamos", afirman.
Todo con tal de hacer justicia a uno de sus referentes, el genio de Mastropiero: "Por supuesto que seguimos sus pasos. Ahora canta tangos en latín", afirman. "La fiebre por este compositor ha llegado al límite de que existan sobre él muchas páginas en Internet. Las hay con una exhaustiva clasificación de sus obras y su vida, en las que por cierto en algún hueco nos cita como uno de los grupos que le interpretan", dicen. "En algunas aparecen retratos de sus amantes, cartas dirigidas a ellas, obras que no escribió pero que se le atribuyen, hijos naturales...".
Un poco como Pierre Menard, inventor de El Quijote, según Jorge Luis Borges. ¿Una obsesión argentina esto de inventar sobre los inventados? "Puede ser, aunque Borges no supo de nosotros. Nunca nos llegó a ver", concluye Marcos Mundstock, con fina ironía de la casa.
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