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Tribuna:APROXIMACIONES
Tribuna
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Cosecha cultural 2003

El tiempo existe para que me ocurran cosas. El espacio existe para que no me ocurran al mismo tiempo. Este apotegma de Susan Sontag me sirve, en este inicio de año, para llevar a cabo una cosecha personal de las creaciones de la cultura que me tocó ver, oír, sentir en 2003. Se trata de una percepción, por ello, biográfica y, además, con los pros y contras de la perspectiva. Vivo parte del año en México, parte en Europa y ello, definitivamente, colorea mi visión de las cosas que ocurren en mi tiempo pero también, gracias al espacio, para que no me ocurran todas de un golpe.

Teatro

No acabamos de crear una cultura de la legalidad y seguimos empantanados en una incultura de la impunidad
La perennidad, anacronía o resistencia del lenguaje popular en literatura es tema de larga reflexión

Los escenarios de la ciudad de México ofrecen hoy una variedad inconcebible para quien, de niño, no tenía más opción que el Teatro Ideal, las hermanitas Blanch y las comedias de Muñoz Seca. Las tablas mexicanas vivían entonces sobre todo bajo la carpa y en la improvisación magnífica de Soto, Palillo y el primer Cantinflas. Algo -mucho- de ese espíritu festivo, inmediato, queda en la obra más interesante que me tocó ver en México el año pasado: Extras (Stones in his pockets), de Mary Jones.

El traslado de la acción de Irlanda a México refuerza el subsuelo dramático de la comedia, que lo es, pero en un sentido prístino. Lo que los hermanos Bichir lograron fue resucitar el espíritu de la commedia dell'arte: personajes intercambiables, metamorfosis de un actor en otros, habilidad mímica, intuición del humor del público. Una extraordinaria dirección de Sabina Berman para tres actores de excepción.

Cine

No es mi rendida admiración hacia Nicole Kidman lo que me lleva a escoger la película Dogville, de Lars von Trier, como la mejor del año. El director danés destierra todo naturalismo escénico: el poblado montañés norteamericano del título no es más que un trazado de gis indicando casa de fulano, tienda de tal, etcétera. Por este espacio desnudo transitan las pasiones más extremas: la caridad encubre la crueldad, el perdón el castigo, la inocencia la culpa, la resignación la venganza. Los moralistas y los chovinistas norteamericanos han querido ver en Dogville una crítica a los USA y le reprochan a Von Trier no haberla filmado en territorio norteamericano, como diciéndole: "Usted no sabe de lo que habla". A lo cual el acerbo cineasta danés ha contestado preguntando: "¿Casablanca fue filmada en África del Norte?".

El cine mexicano, después de una hibernación digna de un oso polar, salvado sólo por Ripstein y Hermosillo, ha resucitado con grandes éxitos internacionales. Amores perros pasa continuamente por las televisiones europeas. Y tu mamá también lleva un año en su sala de estreno en el centro de Londres. Nuestros actores ascienden internacionalmente. Neil Jordan me confía en Dublín su deseo de filmar el Calígula de Camus con Gael García Bernal. Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón son solicitados y premiados en todo el mundo.

Paradójicamente, estos sucesos no obtienen respaldo, ni público ni privado, en México. Nuestra producción es magra: apenas unas doce películas el año pasado, comparando con cerca de ochenta en una Argentina en plena crisis. Actores y directores emigran. Los productores no ven un negocio en un sistema que los estrangula a favor de los distribuidores y éstos favorecen al producto norteamericano. El triunfo de los distribuidores sobre los productores y artistas lo confirma la carta de Jack Valenti, jefe de la Motion Picture Association de Estados Unidos al presidente Fox, criticando al modesto impuesto mexicano a la taquilla, hecho corriente en Francia y Argentina. La muerte de Imcine será fatal al surgimiento de nuevos directores. La falta de apoyo oficial al cine contrasta con el vigor del respaldo oficial francés y británico. Imcine, además, formaba a los artistas que, aun sin recursos del Estado, pudieron llegar a filmar. Se cierran los estudios mexicanos. En cambio, Hollywood se dispone a crear un centro de producción internacional multimillonario en San Miguel de Allende, aprovechando la excelencia (y bajos costos) del personal técnico mexicano. ¿No es hora de que el Congreso vuelva a considerar el excelente proyecto de salvación del cine que en su momento presentó la actriz María Rojo? La desidia de los sectores públicos y privados puede matar una de las artes que mayor prestigio y penetración le dan a México en todo el mundo.

Lectura

Cuando en 1958 publiqué La región más transparente, el lenguaje de la novela fue motivo de escándalo. En El Universal de 25 de mayo de ese año, por ejemplo, se lee: "El Fondo de Cultura Económica... de repente lanza y hace llegar al público confiado una obra de un señor Carlos Fuentes, que por su vulgar procacidad no puede ni debe llegar a los hogares decentes... Obras del tipo de El Lugar Más Transparente (sic) sólo sirven para agudizar la acción desintegradora de las formas morales tradicionales de nuestra sociedad".

La sociedad no sólo sobrevivió al asalto de mis leperadas (resic) sino que evolucionó notable y rápidamente hasta alcanzar, en el año pasado, dos muestras superiores de ficciones elaboradas a base de lenguajes en 1958 censurables. Me refiero a Con la muerte en los puños, de Pedro Ángel Palou, y a Diablo guardián, de Xavier Velasco. Palou asume el riesgo de la primera persona de un pugilista iletrado, madreado, suma y resta de una sociedad noqueada, con un lenguaje que no deja nada en el tintero de las "buenas costumbres". Velasco, a su vez, crea una inolvidable Violetta que barre para siempre con la heredad de Santa, la pueblerina engañada y lanzada a la prostitución. Violetta es lo que es, puta, malhablada, ratera... y clasemediera, sin excusa moralista alguna.

No desdeño las muchas virtudes narrativas de Velasco y Palou. Sólo quiero subrayar una libertad de lenguaje que es termómetro de una creciente libertad social. La perennidad, anacronía o resistencia del lenguaje popular en literatura es tema de larga reflexión y va del Periquillo Sarniento de Lizardi, ilegible sin léxico a la mano, a Rayuela de Cortázar, legible porque se trata de un lenguaje inexistente, inventado por el autor. Es decir: hay o no hay una poética del lenguaje, es decir, la unión de una voz única (poesía) con una voz colectiva (novela).

Cuando el diario francés Le Monde me invitó a reseñar El fin de la locura, de Jorge Volpi, me resistí, alegando mi ignorancia de las obras de Lacan y Althusser que son referentes cruciales de la novela -aunque sí conozco bien a Barthes y a Foucault-. Las disímiles apreciaciones de la obra de Volpi me llevaron, afortunadamente, a una segunda lectura. Me di cuenta de que mi primera visión -una farsa realista- era equívoca. Leí El fin de la locura por segunda vez como lo que es: una brillante parodia cervantina en la que el protagonista A. Q., Aníbal Quevedo, es un sosias degradado de otro A. Q., Alonso Quijano. No hace falta leer a Lacan y Althusser para entender que son tan sólo referentes de la locura -lectura estructuralista de A. Q., como lo fueron los libros de caballería para Alonso Quijano-. Que los poderosos de este mundo equivalen a los Duques del Quijote y que las Dulcineas de Volpi son tan promiscuas como debió serlo la Aldonza de Cervantes, en tanto que, en Volpi, Sancho usa faldas y expresa su sabiduría popular mexicana con lenguajes cercanos a los de Velasco, Palou... y el propio Cervantes, quien, como dijo el ilustre reseñista de El Universal sobre mí, "incluye leperadas sin objeto, de las cuales la menos desagradable resulta la que emplea la gente de malas costumbres para molestar a personas a quienes quiere ofender recordándoles a su progenitora". ¿Recordaría el cronista de El Universal cuántos "hideputas" se profieren en el Quijote?

La libertad del lenguaje no es ajena a la libertad de las ideas. De 1958 para acá, la autonomía de la expresión pública en México ha corrido paralela al desarrollo político democrático del país. Éste, sin embargo, se ve constantemente amenazado por el vértigo de un vacío comparable a las fauces de los monstruos de Bomarzo. No acabamos de crear una cultura de la legalidad y seguimos empantanados en una incultura de la impunidad. Los asaltos a la sede de la revista Este País, que con tanto y tan noble empeño intelectual y democrático ha realizado Federico Reyes Heroles, no son actos aislados, fortuitos o reflejo de la inseguridad ambiental. Son provocaciones directas contra la libertad de expresión y contra la investigación crítica de la realidad que lleva a cabo Reyes Heroles.

Bibliotecas

Una biblioteca no es un almacén de libros viejos. Tampoco es solamente el espacio libre al que acuden quienes quieren leer sin tener que comprar el libro (así se formó Abraham Lincoln, después de todo). Hoy, una biblioteca es además un centro de información capaz de descentralizar mediante las nuevas tecnologías, los conocimientos requeridos por lugares apartados. Las bibliotecas de Estados Unidos y Canadá proporcionan información a poblados sin salas de lectura, a agricultores en comarcas aisladas, a profesionistas sin acceso a novedades imprescindibles, etcétera. La Biblioteca de México José Vasconcelos, diseñada sobre estos patrones de avanzada, cumplirá una función indispensable y por todo ello Sari Bermúdez merece una felicitación. Con el tiempo, la nueva Biblioteca Vasconcelos, junto con la de la UNAM y la de la Ciudadela formará (como sugiere Sealtiel Alatriste) un eje bibliotecario indispensable para los habitantes del D. F. y un lazo con los lectores potenciales del resto de la República. No disociemos la lectura cultural de la producción económica. En una economía avanzada, o que quiere avanzar, la educación es base de la información y la información es base de la producción.

Y hablando de bibliotecas, tuve el gusto de asistir a la plática y recital poéticos del ministro de Asuntos Extranjeros de Francia, Dominique de Villepin, en la Biblioteca Nacional de París. Rara ave, en verdad, es un político que puede hablar durante hora y media solamente de poesía y recitar de memoria (el castellano de Villepin es perfecto) a Machado, Lorca y Neruda.

Música

Melómano confirmado desde mi iniciación en el Teatro Colón de Buenos Aires y en Bellas Artes en los años de la guerra, cuando grandes músicos europeos encontraron trabajo y techo en el Nuevo Mundo, puedo decir que pocas veces he escuchado una ovación como la que recibió el tenor mexicano Ricardo Villazón el pasado noviembre en el Stadtsoper de Berlín, cantando el Elisir d'Amore de Donizetti. Este joven y verdaderamente espléndido cantante podría integrar, junto con Ramón Vargas y Francisco Araiza, un espectáculo de Tres Tenores Mexicanos con éxito comparable al del trío Domingo-Pavaroti-Carreras. Una idea que, sin costo alguno, le paso a las autoridades y a los empresarios (que los hay) amantes de la música.

Finalmente, quiero elogiar las actuaciones de Eugenia León, Antonio Salinas, Claudia Lavista, Vicente Silva, El Automóvil Gris, Eugenio Toussaint, Antonio Zepeda, el Taller Coreográfico de la UNAM, el Tambuco, los danzantes de Delfos, el Teatro de Arena, el Tiempo de Bailar y tantos otros grupos y artistas que desplegaron el extraordinario vigor de la música mexicana contemporánea en el festival de la Asociación de Presentadores de las Artes Escénicas celebrado en Nueva York el pasado enero. Felicidades también a Berta Cea por esta promoción digna de su nombre: Contacto Cultural. La relación cultural entre México y Estados Unidos es más permanente y profunda que las desavenencias políticas y diplomáticas.

Nicole Kidman, en un fotograma de 'Dogville', de Lars von Trier.
Nicole Kidman, en un fotograma de 'Dogville', de Lars von Trier.

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