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Márta Sebestyén concibe el folclor húngaro como "un legado esencial"

Desde que su voz conmocionó al mundo en dos pasajes de la película El paciente inglés, Márta Sebestyén pasó de ser una recuperadora minuciosa del folclor húngaro a una diva incontestable para el amante de las músicas de raíz. Sebestyén ha aprovechado este momento dulce para reeditar tres de los discos fundamentales de su trayectoria, descatalogados desde hace tiempo. La distribuidora Resistencia ha sido la encargada de recuperar en España estas tres gozosas grabaciones: Szol a kakas mar (1995), dedicada al legado sefardí; Morning star (1997) y The Bartók album, de 1999. Las dos últimas llegaron en su día -fugazmente- a las tiendas españolas, pero el primero es una completa novedad para el aficionado local.

Sebestyén, hija de una alumna aventajada del gran musicólogo Zoltan Kodaly, supo desde muy pronto del valor de sus raíces musicales. "Las melodías que ahora propagamos por medio mundo han sobrevivido a cuatro décadas de lavado de cerebro comunista y a varios siglos de ocupación. Es evidente que nuestro pueblo ha necesitado esta música para sobrevivir", enfatiza.

La autora de álbumes como Apocrypha o Kismet asume que aún tiene "cosas por aprender" del folclor de su país. "Es una herencia que concibo como un legado esencial", insiste. El bajista y líder de Muzsikás, Dániel Hamar, subraya el papel que desempeñó Béla Bartok durante el primer cuarto del siglo pasado en la recuperación y dignificación de este material. "Él fue el primer hombre de la capital en comprender que la música de nuestros pueblos expresaba emoción y naturalidad como el canto de un pájaro. Eso sí, él sólo la concibió como material de partida para otras composiciones".

De cara al futuro, Sebestyén, Hamar y el resto de integrantes de Muzsikás planean prolongar sus investigaciones en tierras de Transilvania. "Es una zona muy montañosa, pero de mentalidad asombrosamente abierta", exclaman sin ocultar su fascinación. "Transilvania es el reino de la libertad. Gitanos, judíos, católicos, húngaros y eslavos han convivido en armonía durante siglos y propiciado una mezcla cultural irrepetible".

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