El partido sin puertas
Un amigo mío escribía hace no mucho que lo malo del partido de Manuel Pimentel no era que no tuviera aparato, lo malo es que no tuviese puertas. Los participantes en el Foro Andaluz de Málaga formaban un conjunto excesivamente heterogéneo: había -y escribo en pasado porque me temo que esa heterogeneidad ya no existe- desde gentes venidas del movimiento ecologista, hasta un abogado comprometido como en los viejos tiempos: José Luis Rodríguez Candela, de Málaga Acoge. Pero también había un antiguo concejal gilista -y luego concejal tránsfuga-, ex alcaldes de dudosa reputación rebotados del PP y algún conocido promotor inmobiliario al que no acompaña la mejor fama.
Pimentel estaba empeñado en celebrar unas "primarias puras", según su expresión, y, por lo que me cuentan, dio instrucciones para que ninguna de las personas con peso en el Foro Andaluz tratase de influir en el proceso de designación de candidatos. Resultado: el ex edil gilista ha ganado por pocos votos al abogado Rodríguez Candela, lo que ha provocado una inmediata desbandada del que, para entendernos, podríamos llamar sector izquierdista del Foro malagueño.
El asunto tiene su importancia porque convierte al foro en, sobre todo, un refugio de rebotados del PP, lo que le da un sesgo político más limitado. El Foro sólo tiene, quizá, posibilidades de rascar escaños, gracias a los restillos de D'Hont, en Almería y Córdoba, provincias en las que hereda antiguos militantes del PP expelidos por las crisis vividas por ese partido. Lo malo es que así se reduce también el alcance del futuro político del propio Pimentel. Es una pena: no estamos sobrados de políticos con su talante.
La historia de las primarias del PSOE ha demostrado hasta qué punto resulta fácil manipular este tipo de consultas: o bien a través del acarreo de votantes o bien a través del método de amenazar a los militantes que dependen económicamente del partido si se les ocurre votar a un candidato francotirador que carezca de poder y, por tanto, de presupuesto que repartir.
No se entiende cómo, cuando hace décadas que ha caído en el olvido el sistema de autogestión empresarial, haya partidos que consideren que métodos similares resultan innovadores. La obligación de un partido es la de poner a la disposición del electorado su mejor candidato, no el que conserva la llave de la despensa ni el más marrullero.
La interpretación purista de la democracia partidaria tiene estas cosas. Curiosamente, suele identificarse democracia con voto y se da por bueno que en los partidos no existan debates libres, que es la base de la democracia. (Hay que reconocer que, en eso, el Foro de Pimentel es una excepción: lo único que ha hecho hasta el momento es debatir. La calidad de estos debates la puede juzgar el propio lector visitando su web www.foronuevaspropuestas.org).
La deriva del Foro de Pimentel -al margen de cuales sean sus resultados electorales- resulta inquietante: se trataba de lanzar la idea de un nuevo tipo de partido, un partido sin aparato, y ha terminado demostrando que su vulnerabilidad no era esa, sino, como decía mi amigo, el que no tuviera puertas y estuviera abierto a todos cuando se sabe que hay mezclas que son imposibles.
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