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El Museo de Arte Moderno cierra su sede en el parque de la Ciutadella

Ahora sí. Después de años de incertidumbres y de anuncios aplazados, el Museo de Arte Moderno de Barcelona cerrará sus puertas de forma definitiva el próximo domingo, día 1 de febrero, a las 14.30 horas. Será la última oportunidad de visitarlo porque es una despedida definitiva. Cuando vuelvan a verse los importantes fondos que atesora -desde Claudio Lorenzale a Julio González, pasando por Casas, Rusiñol, Nonell, Gaudí, Manolo, Anglada Camarasa y Dalí- el entorno será el Palau Nacional de Montjuïc, sede del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), del que depende orgánicamente. Está previsto que las obras de reforma de este edificio puedan inaugurarse en diciembre de 2004, pero basta dar un somero vistazo a la hemeroteca para no arriesgarse demasiado al hablar de plazos tratándose del MNAC.

Hace casi 60 años que el Museo de Arte Moderno estaba instalado en un edificio clasicista de principios del siglo XVIII (el antiguo Arsenal de la Ciutadella construido por Jorge Próspero de Verboom) que acoge también el Parlament de Catalunya. Varias generaciones han aprendido a amar el arte en sus salas, pero no habrá despedida popular, ni siquiera una o varias jornadas de puertas abiertas para animar a la ciudadanía a visitar unas obras que durante casi un año, si todo fuera muy bien, no serán de acceso público. Tampoco habrá ninguna exposición provisional de estos fondos en el Palau Nacional ni se han anunciado exposiciones itinerantes en otras ciudades.Las salas del Museo de Arte Moderno, que como tal desaparecerá cuando sea absorbido por el MNAC, estaban ayer casi vacías, aunque ayer era un día especial y recibió la visita de 106 personas, entre las que hay que incluir a dos grupos. Generalmente, entre semana recibe entre 60 y 80 visitantes y los domingos supera ligeramente el centenar. En 2003, según datos del Ayuntamiento de Barcelona, recibió 70.000 visitantes. No es extraño porque desde principios de los años noventa, cuando comenzó su calvario en el que cada semana se anunciaba una nueva fecha de cierre, el museo casi desapareció del mapa. Los intentos de revitalizarlo gracias a las exposiciones temporales funcionaron durante unos años, pero el Parlament de Catalunya fue presionando para ganar más espacio y en abril de 2000 se celebró su última exposición temporal, dedicada a Isidre Nonell. Este mismo año el Parlament se anexionó la sala de exposiciones temporales y las reservas -que se instalaron en un depósito en Zona Franca cuyo alquiler asume la Cámara catalana-, y dos años más tarde también reclamó el patio de esculturas, en el que se había instalado en 1997 una exhibición permamente de obras de Josep Clarà para situar allí un nuevo auditorio. En breve, el Parlament ocupará parte del actual museo, concretamente las salas que rodean su cuerpo principal, y el resto servirá momentáneamente de depósito para las obras que se han estado exhibiendo hasta última hora.

Mutilado de forma lenta y silenciosa por el Parlament, sin campañas de promoción -hace un mes que desapareció de las ofertas del articket y del bus turístico- por parte del MNAC y, en cierta manera, abandonado a su propia suerte desde hace años, son muchos los ciudadanos que creen que lleva ya tiempo cerrado. "Es una pena porque hay mucha gente que después de la visita nos felicita y se extraña de que no esté más publicitado", comentaba ayer Rosa Lineras, trabajadora del museo.

Hasta el próximo domingo aún habrá oportunidad de ver este museo tal como ha sido estos últimos años. Eso sí, sin los fortunys, que ahora se exhiben en el MNAC. La entrada vale tres euros y el horario es de 10.00 a 19.00 los días laborables y de 10.00 a 14.30 los domingos y festivos.

<i>Estatueta,</i> de 1919, una de las obras de Llimona que puede contemplarse en el Museo de Arte Moderno de Cataluña.
Estatueta, de 1919, una de las obras de Llimona que puede contemplarse en el Museo de Arte Moderno de Cataluña.CARLES RIBAS
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