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Reportaje:NATACIÓN | Una progresión tenaz

Oro silencioso

Erika Villaécija apunta alto para Atenas tras su triunfo en los Campeonatos de Europa y su segunda mejor marca mundial en los 800 metros

Robert Álvarez

Alejada del foco mediático, Erika Villaécija se ha situado en la élite de la natación mundial. Como quien no quiere la cosa, ganó la medalla de oro en los Campeonatos de Europa en piscina corta (25 metros) el mes pasado, en Dublín, y se ha encaramado a la segunda posición del ránking mundial de los 800 metros con 8m 18,65s, una marca sólo mejorada por la australiana Elka Graham (8m 17,97s). Así, se ha convertido en una de las grandes bazas españolas para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, en los que intentará competir en los 200, los 400, los 800 y el relevo de 4x200 metros.

De 19 años, Erika cuenta que los nervios le jugaron una mala pasada en los Mundiales de Barcelona 2003 y que incluso tuvo que tomarse unas valerianas para dormir. "Nos afectó la presión. Tuve un poco de pánico", confiesa. Aun así, batió una vez más su récord nacional y se quedó a un dedo de ser finalista. No pasó esa frontera y continuó en el discreto segundo plano en el que está sumida la natación española. Salvo Nina Jivanévskaia, de origen ruso, todas se mueven en el anonimato. Se producen escenas con tanto contraste como la del lunes de la semana pasada en el aeropuerto barcelonés de de El Prat. Erika llegaba con sus compañeras tras haber batido el récord nacional y ganado los 800 metros en la reunión de Berlín, valedera para la Copa del Mundo. Si ya tras vencer en los Europeos apenas fue objeto de atención por la prensa, tras una prueba así apenas les esperaban. Sólo algunos de sus padres y una representante de la federación catalana. Sin embargo, en la terminal contigua se producía un tremendo revuelo. Quien regresaba era Nani Roma tras proclamarse el primer español vencedor del Rally Dakar.

"Erika lo ha hecho todo muy rápido y tal vez por eso le cuesta creer en sus propias posibilidades. No era fácil ni estaba previsto que fuera a ganar en los Europeos. Pero ha demostrado que está en disposición de derrotar a las mejores. Por ejemplo, ya se ha impuesto un par de veces en muy poco tiempo a la británica Rebecca Cooke. El objetivo en los Juegos de Atenas es que se clasifique para la final. Una vez en ella, no renunciamos a nada". Joan Fortuny, el entrenador de Erika, es quien así se expresa. Considera que para lograr esa meta la nadadora de L'Hospitalet (Barcelona) debe mejorar de nuevo su récord de España en piscina larga (50 metros), que es de 8m 36,71s, y acercarse a los 8m 20s. Lo más preocupante para Fortuny es que, mientras los alemanes y los británicos tienen casi decididos sus equipos y trabajan exclusivamente para los Juegos, Erika y sus compañeros deben centrarse en los Campeonatos de España, en Cádiz, en marzo, y los de Europa, en Madrid, en mayo. Las exigencias de este calendario generan, sin duda, un problema de puesta a punto y preparación.

No descuida Erika las duras y largas sesiones a las que se somete en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat. A las 7.45 ya está nadando. Lo hace durante un par de horas. Apenas con el tiempo justo para desayunar, acude a la Universidad Autónoma de Bellaterra, en la que estudia Psicología. Y a las 16.30 está de regreso en el CAR para iniciar la sesión física, bajo la supervisión de Manolo Montesinos, seguida por una nueva zambullida hasta las 20.30. Cena, algo de relajación y poco más. Sólo regresa a su domicilio en L'Hospitalet tras la sesión matinal del sábado y hasta la noche del domingo.

La medalla de oro en los Europeos le ha infundido una dosis extra de moral. "Allí la tengo, en una cajita. Le doy un besito cada día", dice Erika, que no oculta su vena supersticiosa. Lleva consigo a todas las competiciones un perrito de peluche, no se cambia el anillo del dedo anular de la mano izquierda y en su bolsillo tiene permanentemente dos piedras: un escarabajo azul de Egipto y un ojo de tigre. Apenas hace tres meses que se sacó el carnet de conducir y durante los últimos días trata de digerir el disgusto que se llevó cuando, al regresar de una competición, se encontró su flamante mini cooper perfectamente aparcado, pero seriamente abollado, sin que el causante de la desgracia se dignara a dejar siquiera un número de teléfono de contacto.

Fortuny, al que muchos nadadores llaman sargento de hierro, es "exigente y duro en la piscina", conviene Erika, y no permite a sus pupilos que estén fuera del dormitorio más tarde de las once de la noche. Sin embargo, ella matiza: "Tiene razón y acabas dándote cuenta de que lo hace todo en beneficio del propio nadador". Erika no tiene problemas con la comida. En época de competición, su peso ideal está entre los 59 y los 60 kilos mientras que en el verano ha llegado a pesar 65. No le supone mayor inconveniente adelgazar y no ha sufrido grandes problemas físicos, aunque sus excelentes marcas de las últimas semanas las ha obtenido a pesar de que tenía una pequeña fractura en el sacro.

La propia Erika admite que una de las facetas en las que debe mejorar es en los primeros 200 metros. "Es rápida, pero no se atreve a salir como podría hacerlo. Es un poco reservona", constata Fortuny; "le ha ido todo tan rápido que no se ha hecho a la idea de que puede ganar a cualquiera. Suele mantener el tirón en los primeros 200 metros y en los últimos 100 es posiblemente una de las mejores del mundo".

Erika Villaécija, tras nadar una prueba en los Campeonatos del Mundo de Barcelona 2003.
Erika Villaécija, tras nadar una prueba en los Campeonatos del Mundo de Barcelona 2003.CARLES RIBAS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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