Adiós, Mister Marshall

Si en la década de 1950 los españoles -y los catalanes- soñaban con la llegada de la ayuda americana y con el Plan Marshall, ahora los catalanes tenemos pesadillas pensando en la posible marcha de las multinacionales de nuestro país. Es de lamentar el anuncio de los recortes de plantilla en Nissan y el cierre de las factorías de Samsung, Autotex y Philips. Dichos cierres se deben más a una visión global de la economía por parte de sus directivos que al localismo político de un Gobierno que, aunque con poder suficiente como para dar el espectáculo con una rabieta pública, carece de poder necesario como para reorientar las estrategias empresariales de las multinacionales.

Ante el cierre y el despido de los trabajadores, el nuevo Gobierno tenía muchas opciones, tal vez la más inteligente hubiese sido la de la negociación con vistas a buscar posibles soluciones. En cambio, la estrategia empleada es la peor de la posibles que se me ocurren, ya que por un lado despotrica y por el otro sanciona una decisión determinada por una economía globalizada y, por si fuera poco, lanza una pueril amenaza de dejar de comprar sus productos.

Con esta actitud, lo único que conseguirán es una espantá de las multinacionales, que se lo pensarán dos veces antes de invertir o continuar en Cataluña. Quiero pensar que las amenazas lanzadas no fueron más que el fruto de la ofuscación personal y que emanaron de la bisoñez del nuevo Gobierno. Lo más inteligente hubiese sido lanzar una acción dirigida a conseguir la continuidad de la empresa y de los puestos de trabajo. El problema sigue latente y no es otro que muchas personas y sus familias, si nadie hace nada para evitarlo, se quedarán de forma irremisible sin trabajo.

Por lógica, sin necesidad de realizar ningún informe ni de crear ninguna comisión, creo que si el nuevo Gobierno inicia una política encaminada a fomentar las inversiones de las multinacionales en nuestro país e incentiva la creación de puestos de trabajo y la apertura de nuevas fábricas, conseguirá mucho más que con su actual política. Se consigue más con miel que con hiel.