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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Roberto Fernández de Caleya, catedrático y académico de Ingeniería

Ha muerto en Madrid Roberto Fernández de Caleya después de cruel y lenta enfermedad. Sus muchos amigos pierden no sólo una de esas personas importantes que ayudan a hacer la vida interesante y agradable sino un punto de referencia en tantos ámbitos donde su curiosidad y su inteligencia le hacían imprescindible. Sus colegas pierden también un universitario que contribuyó de forma excepcional a hacer de la universidad y la ciencia española un espacio mucho más moderno y homologable con los sistemas más avanzados. Su ingenio era proverbial: enemigo inveterado de las tradicionales recomendaciones acuñó el termino "por cierto" para designar el preámbulo con el que los asiduos a los despachos ministeriales comenzaban su discurso.

Roberto, nacido en Madrid en 1946, era parte de una familia numerosa de bien, de mucha sensibilidad y mucha cultura, a la que servía como aglutinante de relaciones y tradiciones.

Desde su infancia estuvo muy en contacto con la agricultura y siguiendo la tradición familiar de estudios técnicos orientó sus estudios universitarios hacia la ingeniería agronómica. Después de obtener su título de ingeniero, inició su carrera científica en el campo de la bioquímica vegetal, obteniendo el grado de doctor ingeniero agrónomo en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) en 1973. Poco después se trasladó a la Universidad de California (Davis) donde realizó una estancia postdoctoral. De vuelta a España, se incorporó a la UPM prosiguiendo su carrera académica que culminó con la obtención de la cátedra de Química en la ETS de Ingenieros de Montes. Con posterioridad a su etapa de la administración, fue director del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC. En el año 2001 fue elegido académico de número de la Real Academia de la Ingeniería de cuya Junta de Gobierno formaba parte en la actualidad.

Su larga actividad en la gestión de la investigación comenzó en 1984 en la antigua CAICYT desde donde diseñó la primera agencia de evaluación de la investigación, la ANEP, de la que fue director, hasta que en 1989 fue nombrado Director General de Investigación Científica. Poco más tarde, como presidente de la Comisión Nacional fue también el artífice de la primera evaluación de la actividad investigadora de los profesores y científicos españoles. Su excepcional contribución a mejorar la calidad de la ciencia española a través de los procesos de evaluación, estaba fundamentada en una memoria prodigiosa y un perfecto orden, que encajaban en una personalidad irrepetible de una integridad y calidad humana excepcional. Sólo las muy especiales cualidades intelectuales de Roberto, que aunaba erudición y precisión, cultura humanística y científica, explican su destreza para ser lugar común de tantos aciertos y de tanto afecto.-

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