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Columna
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CNV

Todos los grupos que representan con más o menos relieve los espacios políticos del nacionalismo valenciano y la izquierda valencianista han arrojado las llaves de los pactos a que su digna supervivencia les conminaba a L'Albufera poniendo rumbo con las pateras respectivas hacia La Mata del Fang para hundirse entre los cañizales en lugar de asumir La Mata de Jonc y articular el nacionalismo progresista en una candidatura de éxito.

Para ir a cosechar una miseria de votos sin futuro de entre los que con tal de no sumarlos a la utilidad (PSPV-PSOE y EU) prefieren que no sirva ni siquiera como lección política a tanto y tan reiterado autismo político, para acabar yendo cada uno por su lado, sin convicción ni seriedad al fondo del lago el próximo 14 de marzo, grupos como BNV, ERPV, EVerda, EValenciana, UDPV o la recientísima UP deberían contemplar con mucho detenimiento la posibilidad de no presentarse a las próximas elecciones generales y, en contrapartida, pensar en algo serio como es: a) hacer balance de por qué ésta es la única nacionalidad del Estado donde los nacionalistas como tales no tienen asiento ni en el parlamento valenciano ni en las Cortes Generales; y b) una vez puestas en común las conclusiones, acometer el reto de lograr que todo el valencianismo útil y progresista se encuentre en un Congrés Nacional Valencià (CNV) para aprobar unas bases capaces de aglutinar a todos y proponerse algo eficaz y realista para el 2007.

El CNV debería reunir además de los partidos mencionados a sindicatos como el STEPV, a movimientos como el de Escola Valenciana, a entidades como ACPV, a foros de reflexión como VpC, a grupos organizados de estudiantes universitarios valencianistas, a entidades culturales y recreativas a lo largo y ancho del país, a grupos de voluntariado, a agrupaciones ecologistas, a escritores, profesionales, políticos independientes, asociaciones festeras, concejales de agrupaciones de electores independientes, grupos económicos, profesores universitarios, ateneos populares, etc., etc.,

Para ello sería imprescindible un catálogo de entidades y personas a las que convocar en las sucesivas fases que realizaría un Consell de Síndics Provissional designado por el conjunto de fuerzas políticas mencionadas y cuya misión sería organizar un Consell Nacional de Síndics para la convocatoria del CNV en el plazo de un año, a contar desde el 14 de marzo. El CNV, por su parte, acometería el trabajo de constituirse en partido político para concurrir en las elecciones autonómicas y municipales del 2007 en el 80% de los municipios valencianos, tanto en los territorios de predominio lingüístico valenciano cuanto en aquellos de lengua castellana. El objetivo del CNV sería convertir el taifato inútil del nacionalismo político y cultural valenciano en fuerza política con vocación de gobierno (no habría ninguna combinación de mayoría sin el CNV en ninguna de las tres diputaciones, ni en las Cortes Valencianas).

El espectáculo ofrecido por el conjunto de las fuerzas políticas del valencianismo ante las próximas elecciones generales es de tal calibre, que sólo una catarsis profunda en las filas del valencianismo de a pie puede superar lo que a mi modesto entender de analista político pero también de nacionalista valenciano, le va a ocurrir al conjunto de las siglas en la cita electoral del 14 de marzo: que quizás no será una derrota más, otra derrota, sino LA derrota de la que quizás ya no pueda levantarse.

Vicent.franch@eresmas.net

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