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Columna
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Teo vuelve al guiñol

Yo que Chaves me tentaría la ropa. Porque de todos los signos, señales y ruidos con que se baten los intérpretes de este momento rematadamente histórico, hay uno indubitable: Teo ha vuelto al guiñol de Canal Plus. Tras una larga temporada en barbecho, y cuando ya el látex empezaba a descomponerse del rincón en su ángulo oscuro, van y la sacan. En el momento más inoportuno, me la reviven en el escenario de la nueva cachiporra, espejo cóncavo, pero eficaz, de todas las vanidades políticas. No me preocuparía yo por las minucias de la campaña, como por esta súbita reaparición de la rubia de oro del que cagó el moro. (Esto no es insulto, don Javier, es expresión popular, que usó hasta García Lorca). Pues ahí es nada que te saquen de prota en Canal Plus. Lo que daría más de uno por ser ridiculizado, escarnecido, o aunque sólo fuera pisoteado, en la infame turba de los guiñapos. Pero eso sí, con pasaporte definitivo a la fama. Mi reino por una mueca.

Ante tamaña adversaria, yo que Chaves empezaría a tomar medidas especiales. Porque te pueden poner bajo los focos a un tipo resabiao como Arenas, que no tiene ni un par de cabezazos (y menos de los de Chaves). Pero que te enfrenten de pronto a toda una líder recuperada del fondo de la dialéctica, es para preocuparse. A partir de ahora, muchacho, tendrás que vértelas en el teatrito de la verdad con una auténtica furia soterrada. Y con un modo de argumentar francamente (este adverbio no va con segundas, don Javier) irrebatible. ¿Reforma del estatuto?, NO. ¿Desenterrar a los caídos por la libertad?, NO. ¿Quitar el peaje de la A-4?, NO. Y ahora a ver qué haces.

Observaciones de simple espectador. No suele ella, en su esperpento, emitir grandes mensajes, porque sus profundas convicciones la llevan con frecuencia al berrinche reiterativo. Que tiene su público, no creas. Pero ahí tienes tú también su punto débil, a tiro de garrotazo. En ese trance de los nervios suele agachar mucho la cabeza, y es el momento justo de arrearle: ¡Toma, toma, pastilla de goma! (Esto no es incitación a la violencia, don Javier. Es el lenguaje popular de la cachiporra). Pero, cuidado, que si se levanta, con esa manera de mirarte, fijando su pupila desorbitada en tu pupila confiada, te puede encandilar. Y con esa fórmula de encantamiento, "¡Señor Chaves, Señor Chaves!", que parece una tontería..., cuidadito.

Y no será el garrotazo baladí. Pues hablando de cultura popular, era costumbre antigua en ciertos pueblos mediterráneos usar los títeres para contar historias reales delante de los que perdían la memoria. (En el delicioso cuento de Blancaflor aparece) Y cuando el muñeco del amnésico recibía uno de los cachiporrazos, la persona real recordaba de pronto aquello que no quería recordar. (Algunos psiquiatras incorporan esta curiosa terapia). Con un poco de suerte, Teo podría rescatar del fondo de su látex encefálico que un 3 de enero del 2003 la prensa recogía la oferta de Magdalena Álvarez para zanjar lo de la deuda, y por menos dinero: 2.363 millones. Eso sí, tiene que ser un garrotazo limpio y certero. Y sin cólera y sin ira. Pura terapia, don Javier.

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