"El teatro es un animal salvaje que no se puede domesticar"
"Necesitamos chupar discursos, que nos den pistas, que nos revuelvan, que nos despierten". Maite Agirre (Zarautz, 1955) trata de hacerlo a diario, lo mismo dando clases en el aula de teatro del campus guipuzcoano de la Universidad del País Vasco, que en la escena. Su compañía gira ahora con Los niños no pueden hacer nada por los muertos, de Alfonso Armada; Mujeres al rojo vivo, de Edurne Rodríguez y la recién estrenada ¡Puta vieja alcahueta celestina!
Pregunta. ¿Esta obra es un punto y aparte en la trayectoria de Teatro Agerre?
Respuesta. Forma parte de la evolución de la compañía. A un buen montón de teatreros nos ha fascinado siempre el personaje de la Celestina, porque es complejo, contradictorio, con muchas luces y sombras. Sobre todo en la versión en la que me he inspirado, la de Fernando Rojas, que tiene mucha fuerza. Las posteriores son más moralistas y maniqueas.
P. Y a usted no le gusta el teatro moralista.
R. Creo que a nadie. Todos los actores nos hacemos amorales, porque una obra de teatro lo es desde el momento en que intenta ser una síntesis de las contradicciones humanas. Si nos ponemos moralistas, entonces subamos a un púlpito y cambiemos de profesión, convirtámonos en predicadores. Creo que no hay cosa más tediosa que predicar y yo no quiero aburrir al público.
P. ¿Es más fácil aburrir con un monólogo que con una obra coral?
R. Quería contar toda la historia, también la de Calixto y Melibea, desde la Celestina, con sus refranes, su sabiduría popular y su castellano antiguo, aunque también estamos preparando la versión en euskera. Pero además creo que el monólogo, que en otras geografías llaman teatro unipersonal, se está revelando como una fórmula muy válida. La clave es que tenga una dramaturgia potente y un ritmo que arrastre. Ahora hay un auténtico boom, mire El Club de la Comedia..., aunque no tiene nada que ver con lo nuestro. Nosotros presentamos teatro. Eso sí, la Celestina está en una especie de tasca donde se reparte vino y se sienta a los espectadores. Para ellos es toda una experiencia.
P. Ha fusionado teatro con otras disciplinas, colaborado con otras compañías, ha realizado adaptaciones literarias. ¿Entiende el teatro como una forma de romper fronteras?
R. Llevo ya casi treinta años en esto y tengo la necesidad de vivir experiencias variadas, de tirar paredes y abrir ventanas, de colaborar, de contaminarme de la danza, las artes visuales y los spots publicitarios, que ahora están marcando una forma de ver las cosas y de comunicarse. Te dejas influenciar también, por supuesto, de la realidad. Todo eso te empuja.
P. ¿Lo suyo es teatro social?
R. Es imposible hacer teatro y no ser social. Aunque cojas la obra más preciosista, estética y plásticamente hablando, lo haces desde tu realidad. Y además el encuentro entre espectadores y actores, sin filtros, es de por sí un hecho social y subversivo. Por eso el teatro está siempre en el punto de mira y la vida del teatrero es como la de los bucaneros cuando salían a la mar que tenían que sortear las tormentas, los torpedeos de otros barcos...
P. ¿Hacer teatro en el País Vasco sin subvenciones es una osadía?
R. Cuando empiezas sientes un gran desprecio por el dinero, pero cuando la profesión te atrapa... Mantenerte en el circuito profesional requiere de subvenciones, aunque el teatro es un animal salvaje que no se puede domesticar, ni siquiera con dinero. Pero sí hay que subvencionarlo porque es muy necesario en nuestra sociedad: llena grandes vacíos de nuestra soledad. Aunque sea minoritario, las minorías también pagamos nuestros impuestos y tenemos derecho a exigir que se nos tenga en cuenta. Necesitamos chupar discursos que nos den pistas, que nos revuelvan, que nos despierten. Necesitamos de una creación inspirada y honesta. No sólo vamos a vivir de lo que dicen los periódicos.
PERFIL
Maite Agirre lleva más de 30 años en el mundo del teatro. Estudió Arte Dramático en Barcelona, donde participó en 1973 en la fundación del grupo Dagoll Dagom. Trabajó en Italia y regresó a la escena vasca para crear Agerre Teatroa en 1985. Con esta compañía, la dramaturga, atriz, directora y pedagoga ha llevado al escenario adaptaciones de autores como Beckett, montajes creados con artistas como Oteiza y propuestas propias.
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