Buscando votos casa por casa en Iowa
Seguidores de Howard Dean, el favorito de los demócratas, hacen campaña en las primarias
"Me llamo Paul Sethbels y soy de Portland, en Oregón. Howard Dean es una persona que me inspira. Durante mucho tiempo me he sentido como una víctima del proceso político. Ahora, por primera vez, me siento parte de ese proceso. Y es una sensación que me gusta". Paul, de 34 años, no lleva el gorro naranja; la inspiración de Dean no llega a tanto. Pero cuatro de los siete miembros de su grupo lucen la divisa de las tropas del gobernador de Vermont, el casquete de lana de color intenso que los identifica y los protege del frío de Iowa.
Hasta el último minuto, hasta las seis y media de la tarde de hoy
[una y media de la madrugada en España], hora en la que empiezan las reuniones o caucuses para elegir a los candidatos demócratas, miles de voluntarios recorren las carreteras que cruzan los helados campos de maíz del Estado. "Lo que estamos haciendo es una prospección", dice Bill Schultz, ingeniero informático sin trabajo que viene de la cálida Florida, de Gainesville. "Eso es exactamente lo que hacemos: salir a la calle, ir de casa en casa y hacer un recuento de los posibles votantes, para tratar de identificar a los que respaldan a nuestro candidato y asegurarse de que van a los caucuses".
Todo es muy cívico. Una mujer responde a la llamada de otro Bill, Bill Hammer: "Muchas gracias, pero ya tengo mi voto comprometido con Dick Gephardt. Es que me mandó un regalo cuando me casé, porque conocía a mi padre, del sindicato". "OK, buenas tardes y muchas gracias". Y a la casa siguiente. Bill Schultz no había hecho nunca esto, aunque pasa de los 50. Y está, como los 3.500 voluntarios de Dean en Iowa y las decenas de miles en EE UU, lleno de energía y de optimismo.
"Viajo mucho por EE UU y el resto del mundo -estuve en Valencia hace seis meses- y no me gusta cómo Bush ha hecho que nos vea el resto del mundo. Creo que nos ha dividido, a nosotros y al resto del mundo. Por eso estoy aquí, para que llegue al poder alguien que nos una". Zachary R. Settewongse, de 31 años, propietario de una pequeña firma de telecomunicaciones, "ni republicano ni demócrata, 100% seguidor de Dean", viene de Nevada. Sacó 500 dólares de sus ahorros para los gastos y perdió los ingresos de una semana. Guarda un recuerdo imborrable de las españolas y dice que se irá a vivir a Valencia si Bush gana las elecciones en noviembre.
En torno a una amplia mesa del Raccoon River, un restaurante de Des Moines, los voluntarios reponen fuerzas. Kavita Patel, una médico internista de Los Ángeles, pide tamales, una comida mexicana. El coordinador, Matthew Dorf, que viene de Washington, ensalada. "Un brindis por el doctor: Go, Howard! Salud, Dean!".
Un total de 1.993 circunscripciones en 99 condados son muchos sitios a los que ir. El equipo del congresista Dick Gephardt, uno de los grandes favoritos, es sólido; descansa sobre las anchas espaldas de los sindicalistas. El senador John Kerry tiene también una buena organización y el apoyo de veteranos y jubilados. Lo que distingue a la gente de Dean es su entusiasmo. El lema de la gente de Dean, escrito en sus acreditaciones, dice: "Iowa, la tormenta perfecta". "Se refiere a la máxima intensidad, a la máxima fuerza para el cambio", explica Schultz. "El asunto central en esta campaña de primarias demócratas", añade, "es averiguar quién tiene las mayores posibilidades de ganar a Bush. Ésa es la primera motivación de la gente con la que hablo. Derrotar a Bush. No es ideológico, es un sentimiento de que Bush es malo para este país".
El gobernador de Vermont cree que no es el momento de repetir el viaje de Clinton al centro, sino de movilizar a los que no votan, y Schultz está de acuerdo: "Un tercio del electorado es claramente republicano y otro tercio es demócrata, aunque más fluido. El 30% del medio es el que decide las elecciones y está dividido casi a la mitad entre los dos partidos. Además, están los millones que no votan. Lo que dice Dean es que va a intentar conseguir el apoyo de los que no participan".
El mensaje ha funcionado con Bill Hammer, que era republicano y se dio de baja el año pasado. "Estoy aquí porque creo que el gobernador Dean es el único capaz de ganar a Bush, en primer lugar. Después, porque creo en sus propuestas: un seguro médico accesible para todos, el equilibrio presupuestario, disciplina fiscal...".
Acaba la comida. Hay que volver a la calle. Joe Geller, abogado de Miami, era presidente del Partido Demócrata en el condado de Dade (Florida) cuando el recuento de las papeletas en 2000. En la despedida, prefiere un mensaje distinto: "Después de aquella tremenda batalla durante la que pasé cinco semanas sin ir a la oficina... en otro sitio quizá estaría con un fusil cargándome policías. En lugar de eso, duermo en mi cama, me gano la vida y conspiro para derrotar a los dos Bush en sus respectivas reelecciones, en Florida y en EE UU".
Cuatro contendientes en los 'caucuses'
Hoy, a las seis y media de la tarde, desafiando las temperaturas bajo cero, varias decenas de miles de ciudadanos de Iowa, en el corazón agrario de EE UU, acudirán a la misma cita a la que iban, cada cuatro años, sus padres y los padres de sus padres. Desde 1846 -desde que Iowa, ahora con tres millones de habitantes, es Estado de la Unión-, los caucuses o reuniones de vecinos se mantienen casi invariables, desafiando la era de las campañas por televisión. Un cuarto de estar en Sioux City, una iglesia en Jefferson, un Ayuntamiento en Dubuque: cualquier espacio vale para elegir a los candidatos.
El procedimiento es complicado: cuando se ha formado un grupo, el presidente -un responsable del partido- manda a cada rincón de la sala a los partidarios de cada candidato. Un primer recuento indica qué grupo es viable -el que supera el 15% de los reunidos- y cual no. Los que no pasan el corte se disuelven y aplican su segunda preferencia. El nuevo recuento sirve para atribuir delegados, con unas reglas no siempre diáfanas.
Este año, los caucuses están más emocionantes que nunca. Ni Joe Lieberman ni Wesley Clark participan. Dennis Kucinich y Al Sharpton están prácticamente descartados. Los demás llegan casi empatados: John Kerry, que ha resucitado en la última semana y cierra ahora sus mítines diciendo: "¡Vamos a ganar la presidencia!". Dick Gephardt, el hombre de los sindicatos que se juega su futuro político -y que ha agotado sus fondos- como ningún otro. Howard Dean, que ha perdido fuerza por el ataque de sus rivales y por su carácter impulsivo. Ayer se hizo una importante foto con el ex presidente Jimmy Carter. John Edwards, con su mensaje positivo y que es el hijo que todas las madres de Iowa quisieran tener.
Los sondeos les colocan muy igualados: Kerry (24,4%), Dean (23,1%), Gephardt (18,8%) y Edwards (18,4%). Pero Iowa da sorpresas. Los muchos indecisos y las segundas preferencias pueden ser cruciales.
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