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Crónica:RALLY DAKAR | Victoria española en la gran travesía del desierto
Crónica
Texto informativo con interpretación

Remate triunfal de Roma

El motociclista catalán pone fin a la maldición de los españoles en la prueba de 'raids' más prestigiosa del mundo - El trabajo de equipo y, en especial, de Jordi Arcarons, que transmitió su experiencia, fundamentales en el éxito

Robert Álvarez

Hipnotizado por el sonido envolvente de la percusión de los grupos folclóricos que amenizaron la mañana; encantado y predispuesto a recorrer hasta el último metro el maratón de felicitaciones, abrazos, fotografías y entrevistas que se prolongaron durante cerca dos horas antes de subir al podio, Joan Nani Roma consumó ayer su triunfo, en motos, en el Rally Dakar. Acabó de una vez por todas con la maldición de los españoles en la prueba de raids más prestigiosa, en la que había sumado hasta siete veces el segundo puesto, y con su propia leyenda negra, que le había perseguido en sus ocho participaciones anteriores. Unas veces por una avería y otras por una caída, siempre había acabado perdiendo el triunfo acariciado. Pero ayer, por fin, se salió con la suya. La última etapa, de 27 kilómetros cronometrados, 106 en total, representó un paseo triunfal alrededor del lago Rosa antes de emprender el último tramo de enlace que le condujo a la meta, instalada en el aparcamiento con vistas al mar del hotel Meridien.

"Nani sólo se asustó un día por el indicador de temperaturas. Era un cable de contacto suelto"
"La navegación era un aspecto en el que se tenían deficiencias y se debía mejorar"
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El francés Richard Sainct, el rival con el que se jugó la carrera en un mano a mano desde la octava etapa, se obstinó hasta las últimas consecuencias en arrebatar el liderato a Roma. Pero ayer sufrió una avería y salió malparado: perdió siete minutos y medio más respecto a Nani.

El infinito cansancio, después de haberse impuesto a los 195 pilotos que empezaron la prueba, de haber recorrido más de 11.000 kilómetros a través de siete países y en 17 etapas, quedaba sepultado por la superior sensación que le producía a Roma haber cumplido por fin su sueño, una tarea para la que resultó determinante el trabajo de equipo frente a la obstinación personal.

Extraviarse en el desierto es cosa fácil. Quien aspire a ganar la carrera debe demostrar nervios templados ante esa tesitura y capacidad para enmendar su error de navegación. Jordi Arcarons, cuatro veces segundo en sus 16 participaciones en el Dakar, se dio cuenta de que Roma debía mejorar en esa faceta para tener mayores posibilidades de éxito. A sus 41 años de edad, Arcarons, se convirtió en el responsable deportivo del equipo Repsol KTM, en el que, además de Nani, están Isidre Esteve, líder de la prueba de la tercera a la sexta etapa y finalmente 23º, y Marc Roma, un mochilero en el argot de la carrera, que prestó una inestimable ayuda al vencedor hasta que tuvo que retirarse a causa de una caída.

El cometido esencial de Arcarons, nacido en Vic (Barcelona) al igual que Roma, ha consistido en preparar a los tres para evitar este tipo de situaciones y para que, si se daban, supieran reaccionar de la mejor manera posible. Durante varios meses les dirigió en duras sesiones de entrenamiento por rutas de Marruecos, Túnez y los Monegros, en terrenos lo más parecidos posibles a los que iban a encontrar en los desiertos africanos. Arcarons siguió la prueba a bordo de un coche, aunque a los pilotos ni los veía. Pero, al finalizar cada etapa y libro de ruta en mano, se encargó de recordarles todos los detalles del trazado que les aguardaba en la jornada siguiente, además de asumir otros aspectos logísticos: por ejemplo, que no les faltara una ducha y una cena en las mejores condiciones.

"Ellos mismos fueron los primeros en darse cuenta de que la navegación es un aspecto en el que tenían deficiencias, en el que debían mejorar", explica Arcarons; "desde luego, no puedo quitar méritos a nadie, empezando por Nani, que ha estado formidable y es, en definitiva, quien ha pilotado la moto para ganar, y continuando por sus compañeros, por los mecánicos, por los masajistas... Todos han respondido al máximo. Pero faltaba afinar algunos detalles. Y es lo que hemos conseguido entre todos. Se trataba de que entendieran mejor la carrera. A modo de ejemplo, les comenté que es muy diferente un atleta que se prepara para correr los 100 metros de otro que se entrena para un maratón. Ellos tenían que afrontar un maratón y entrenarse de la forma más adecuada para disputarlo".

Otra de las personas fundamentales en el éxito de Roma ha sido Manuel Salinas, un mecánico de 41 años nacido en Utrera, que reside en Sant Joan de les Abadeses y que ya había trabajado para Arcarons en ocho ediciones de la carrera. En su cuarto año al lado de Nani, ha obtenido al fin el premio por el que tanto se ha esforzado. "La moto ha funcionado como un reloj", sentencia. Menos mal, porque faena no le ha faltado. Los mecánicos tienen que recorrer durante el día de 800 a 1.000 kilómetros para estar en los puntos de llegada y ponerse manos a la obra. En muchas ocasiones, sin haber sufrido problemas, Salinas concluía su trabajo pasada la medianoche. "Nani sólamente se asustó un día en el que el indicador de temperatura subía más de la cuenta. Pero sólo se trataba de un cable de contacto suelto. No ha sufrido caídas y eso ayuda mucho porque la moto no sufre tanto", explica.

Cada día, a la llegada, la moto se desmontaba y se revisaban casi todas las piezas. Las ruedas se cambiaban a diario, al igual que el filtro de aire; la transmisión, dos veces durante la carrera; el aceite, cada dos días, y durante la jornada de descanso se cambió el motor. Nani comentaba a su mecánico los posibles desajustes percibidos. Por ejemplo, después de las primeras etapas, en las que el terreno era más duro, Salinas ajustó las suspensiones. El inacabable y sentido abrazo en que se fundió con Salinas, a su llegada ayer a la meta, expresó el reconocimiento del campeón a un trabajo tan oscuro y abnegado como vital.

"Aquest any,

sí" ("este año, sí"), se escuchó al tiempo en Folgueroles (comarca de Osona), el pueblo de 1.818 habitantes en el que reside Roma, que aguarda a su piloto para homenajearle tras largo tiempo de emoción contenida. Los fuegos artificiales y el desfile continuado de vehículos expresaron la alegría de los aficionados reunidos en la casa de Nani primero y después en el bar en el que se acostumbran a celebrar sus éxitos.

Roma ya sabe que le aguarda una gran fiesta después de un triunfo tan incuestionable que mereció la felicitación del francés Stéphan Peterhanel, quien, con su triunfo en coches, se convirtió en el segundo piloto, tras su compatriota Hubert Auriol, que, a lo largo de las 26 ediciones de la prueba, ha sido capaz de imponerse tanto en motos -en seis ocasiones- como en los vehículos de cuatro ruedas.

Ayuda mutua

Decenas, centenas de niños, descalzos, no dejan escapar un solo vehículo de la caravana sin ofertar sus modestas mercancías: collares, figuritas talladas en madera, camisetas, alfombras... Todo, con una sonrisa permanente, en consonancia con la definición de Senegal como la sonrisa de África o el país de la teranga, que en woolf -una de sus seis lenguas además de la oficial, el francés- significa "hospitalidad".

El mismo contraste que produce el paso por las pequeñas aldeas y los desiertos de cinco países africanos lo nota a la inversa el visitante europeo, que se encuentra a gusto por la amabilidad y la alegría de la gente a pesar de su pobreza y su carencia de infraestructuras.

La población -dos de los diez millones de habitantes de Senegal residen en Dakar- no sigue el rally masivamente. Muchas ediciones concluían en el lago Rosa, donde se producía un colapso de tráfico, los vendedores ambulantes salían de todas partes y los ladrones tenían libertad de actuación. La organización prefirió que la carrera atravesara ayer esa zona y prosiguiera con un tramo de enlace hasta el hotel Meridien.

La gente acudió en número discreto a rendir honores a los héroes y también al único senegalés que concluyó, Mame Less Diallo, que lo hizo en un honroso 45º puesto. El deporte nacional es el fútbol -dominan las camisetas del calcio, incluso las de Zidane en el Juventus-, por delante del baloncesto. Ayer, el público llenó las 60.000 localidades del estadio para presenciar un partido amistoso entre los leones verdes y Suráfrica a pesar de que las grandes figuras que actúan en Europa, como Diuf, no pudieron jugar. El futbolista Kene Ndeye ha sido elegido el mejor deportista del año, seguido del campeón del mundo de kárate en la categoría júnior, Abdoulaye Diop.

El ruido de los motores en África no deja de ser una atracción para los vendedores y para muchas personas que viven de la caridad. Los organizadores de la prueba montan desde hace siete años un convoy humanitario de Médicos Solidarios, una caravana que viaja en paralelo y que reparte ayuda humanitaria. Pero, en el fondo, la ayuda es mutua. Y es que no importa en qué lugar del desierto puedan quedarse tirados los pilotos: allí donde haya un africano, recibirá un empujoncito.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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