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Reportaje:

Guerra sucia por la audiencia

Los insultos y denuncias entre dos programas rivales de la RAI y Canale 5 acaban en los tribunales

Enric González

La televisión es poder, especialmente en Italia. Y el enfrentamiento frontal entre las dos principales cadenas, la pública RAI 1 y la privada Canale 5, significa casi una crisis de sistema. El presentador Paolo Bonolis, uno de los hombres más populares del país, ha asumido el papel de Helena de Troya en una guerra televisiva sin cuartel. RAI 1, el propio Bonolis y la productora Endemol se han querellado contra Canale 5 y su programa estelar, Striscia la notizia, que a su vez denuncia cotidianamente corruptelas y trampas del gran canal público. Los informativos de ambas cadenas dedican larguísimos minutos a defender a los suyos y a atacar a los rivales, sin preocuparse de simular un mínimo de objetividad. Los insultos que unos y otros profieren ante las cámaras son, en realidad, sólo la parte más visible de una feroz pelea por la audiencia.

Por una vez, el protagonista del conflicto no es Silvio Berlusconi, aunque el presidente del Gobierno y magnate televisivo tiene sin duda mucho que ver con la virulencia que ha adquirido la crisis. Berlusconi es a la vez dueño de Canale 5 y jefe político de RAI 1. Y a Berlusconi no le gusta Bonolis.

Paolo Bonolis, de 43 años, era simplemente una cara conocida hasta hace un año. Comenzó en la RAI en 1981 y al año siguiente pasó al imperio berlusconiano Mediaset para encargarse de un programa infantil; se enfangó durante largas temporadas en las zonas más oscuras de la telebasura, cargó con musicales y concursos de belleza y prosperó poco a poco hasta situarse en el escaparate de Striscia la notizia, un veterano programa satírico de denuncia, de indiscutida hegemonía en los índices de audiencia.

Striscia cambió de presentadores en 2002 y Bonolis regresó a la RAI, donde hizo dos cosas singulares. La primera, asumir con éxito el programa-río de la tarde dominical y organizar una votación popular sobre lo que más detestaban los italianos, con el resultado de que en primer lugar apareció, ay, Silvio Berlusconi. El presidente del Gobierno se puso furioso. Lo segundo que hizo fue crear un programa diario a la hora de máxima audiencia, las 20.30. Era un simple concursillo, Affari tuoi [que Jesús Vázquez empieza a presentar en Tele 5 el próximo día 26 con el nombre de Allá tú], pero en unas semanas desbancó a Striscia como líder absoluto. Berlusconi, en esta ocasión como dueño de Canale 5, volvió a ponerse furioso.

Striscia declaró la guerra a Bonolis. La semana pasada empezó a denunciar algunas trapisondas del "desertor", como la presencia en el espacio de una vidente que decía hablar con los muertos. El Bonolis que alertaba contra el oscurantismo cuando estaba en Striscia era ahora un "farsante que manipula el dolor de la gente". Bonolis respondió el domingo con un discurso en directo, a centímetros de la cámara, que concluyó con una frase ya célebre dirigida a Antonio Ricci, el director-productor de Striscia: "Avergüénzate".

Desde entonces, Striscia reproduce cada día ese momento tonto de Bonolis, y se ensaña con él y con la RAI. Todos los trapos sucios de la empresa pública están saliendo a la luz: falsos concursantes, publicidad encubierta... El martes, un enviado de Strizia se presentó en la sede de la RAI acompañado de una multitud de figurantes, para hacer entrega a la directora general de la empresa pública, Luzia Annunziata, de un gigantesco "tapir de oro", el premio que se concede a las víctimas del programa. Annunziata se dejó entrevistar por la competencia y anunció una investigación interna sobre lo que ocurría en sus programas. Al día siguiente, mientras algunos parlamentarios pedían que la RAI fuera investigada, su directora presentó una querella por calumnias contra los responsables de Striscia. Este programa, a su vez, siguió hurgando y pidió públicamente el amparo del presidente de la República. La guerra de los programas ocupa cada día más espacio en los informativos; la RAI defiende a Bonolis y Canale 5 a Striscia. Con el resultado de que ambas cadenas ganan audiencia.

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