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Columna
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Jaula de grillos

El gallinero está alborotado. Mientras unos dicen pretender reformar la Constitución del 78 para poderla aplicar (sic), otros echan las patas por delante y proponen que sólo aquellos partidos que superen el 5% sobre el censo electoral total tengan representación en el Parlamento de España (inefable Ibarra). También que esa Constitución es sacra e irreformable..., aunque hubo tiempos en que se dijo lo contrario (Pancho Rajoy).

Las cosas sobre la organización territorial de España se están poniendo calentitas. Por quítame de aquí estas pajas, por algo parecido a esto, se metieron en una guerra civil entre sureños y norteños en Estados Unidos hacia 1861, esclavitud al margen. (Ahora soy yo el que exagera. Una vez reprochaba a alguien que dijera que no estábamos en 1936; ahora, debo decir que no estamos, ¡es obvio!, en 1861). Pero la cosa es grave. Siendo cargo público, no se puede actuar con semejante irresponsabilidad. Y menos, poner a la población, a todos nosotros, en semejante brete.

¿Responsables? Los hay; y tienen nombre y apellido. Mientras nosotros íbamos concordando y habituándonos al sistema de partidos (todo necesita un rodaje: voto a éste, pero aquél parece más fiable, etcétera), y lo estábamos consiguiendo; mientras sentíamos que la crisis y el paro remitían en toda Europa y en la casa de cada cual, que es lo que cuenta; mientras nos decíamos: en Navidad comeremos turrón, y en verano, nadie me quita quince días Salou; mientras todo esto ocurría (nos iba más o menos bien), otros hacían sus cálculos políticos para enredarnos en fatigas sin cuento que agotaban nuestra vocación ciudadana.

No formando parte de un tele-cómic de Batman, ni por ello poder achacar tanto mal a Enigma o a Pingüino, sospechábamos que alguien nos la estaba jugando. Y, en efecto, eran ellos. Y esto duele especialmente, como dolió en los veinte y treinta del XX. Eran de carne y hueso y eran políticos. Estaban ahí la corrupción y las malas formas de gobierno. Eran conocidas y, con dificultad ciertamente, pero estaban siendo depuradas. Es cuando surgió la seria irresponsabilidad y el ingenuo cinismo en forma de Aznar e Ibarretxe, que hacían sus cálculos políticos.

A cada cual lo suyo. Gobernar con tanto menosprecio por el mundo, o hacerlo con tal entrega y afabilidad (aunque tú estés en desacuerdo conmigo, quiero dialogar contigo), gobernar sin ocuparse de ello, no es bueno para la salud; especialmente, la de los gobernados. Así hemos estado. Pero, abierto el melón, todo el mundo puede hacer planes y asomarse a él como mosca a...; en fin, ustedes me entienden.

Mientras tanto, gente seria hace filigranas. Y hoy esto parece una jaula de grillos ¿Nuevo impulso autonómico?, lo propone el PSOE. Lo cierto es que, tras el primer impulso constituyente, razonable y con perspectiva histórica, todo fueron cicaterías y mala disposición (incluida la LOAPA tras el 23-F). Se ha trabajado mal.

Se ha ignorado que España es un Estado que he tenido una evolución particular en su organización territorial. ¿Todos la autonomía fiscal del País Vasco, Conciertos para todos (Caldera)? ¿Tribunales Superiores autonómicos -que nada tienen que ver con el principio del juez natural, sino con el interés de los poderes locales- con funciones del Tribunal Supremo, y reducir a éste a funciones de casación (López Garrido)? ¿Acaso queremos volver a la tributación decimonónica y dejar al Estado sin ingresos? ¿Conocemos el origen del Concierto vasco y del Convenio navarro (cesiones de un Estado débil)? ¿De nuevo café para todos? Ojo, que ahora cuesta muchísimo dinero.

¿Diecisiete jurisdicciones? De acuerdo. Pero, tal vez, entonces, hubiera pena de muerte en Cuenca. No, eso no porque el Tribunal de Casación lo impediría. ¿Fuera los partidos nacionalistas de un Parlamento español -y nacional-? Todo disparate, irresponsabilidad y cinismo parece libre -y gratis- tras el cúmulo de desafueros de la pareja Aznar-Ibarretxe. Que aquél nos pille confesados.

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