Crece el malestar vecinal ante la próxima apertura de una mezquita en Reus
Los vecinos del barrio del Carrilet se reúnen hoy para debatir si convocan protestas
Los vecinos del barrio del Carrilet de Reus (Baix Camp) están convocados hoy a una nueva asamblea para discutir la situación creada en la zona por el anuncio de la inminente apertura de un centro cultural para la enseñanza de la lengua y las costumbres árabes que servirá asimismo para la práctica religiosa. Los vecinos se oponen a la instalación de lo que consideran una mezquita, alarmados, según aducen, por las aglomeraciones que un centro de estas características puede ocasionar y por el temor de que aumente la inseguridad ciudadana.
A la creación de una comisión de barrio se sumará hoy el debate sobre la conveniencia de llevar a cabo una manifestación contra la apertura de la mezquita, concebida como provisional durante un año, hasta que el Ayuntamiento ceda a la comunidad islámica unos terrenos donde construir un local adecuado.
La tensión en el barrio se hizo evidente el pasado jueves, cuando un número récord de vecinos, alrededor de 200, se reunieron en la avenida del Carrilet para debatir sobre la próxima apertura del centro cultural islámico en la calle de Rocamora, donde los musulmanes pretenden dar a conocer la cultura y la lengua árabes, y practicar sus rezos. En la reunión, algunos vecinos profirieron insultos racistas que cosecharon los aplausos de algunos de los presentes. "Tememos que algunos vecinos se exalten y se nos escape la situación de las manos", dijo la presidenta de la asociación de vecinos, Inés González. En su opinión, la causa del rechazo de los vecinos a la mezquita se remonta a unos meses atrás, cuando en la misma calle de Rocamora "se abrió un bar en el que se daban cita más de cien magrebíes y proliferaron el tráfico de drogas y la prostitución".
La líder vecinal, de militancia socialista, sostiene que el alcalde, Lluís Miquel Pérez (PSC), prometió durante las pasadas elecciones municipales que tomaría medidas para acabar con la situación de inseguridad, "como así hizo". Ayer González consideraba que "si el local se hubiera situado en otra calle, la situación sería diferente". "Pero en esa misma calle ya hay ciudadanos que están creando problemas", agregó.
Los vecinos aseguran que su principal preocupación son las aglomeraciones que el centro podría ocasionar y consideran que el consistorio no ha actuado correctamente con los habitantes del Carrilet al no informarles de que los musulmanes estaban buscando un local en la zona.
El Ayuntamiento defiende el proceso que ha seguido la asociación para conseguir el local, situado en un antiguo gimnasio. Fue reformado durante el mes de diciembre para dotarlo de las medidas de seguridad necesarias y se está a la espera de la concesión de licencias municipales para iniciar las actividades en él.
El Ayuntamiento recuerda a los vecinos que el uso del antiguo gimnasio como centro cultural y de rezo es provisional por un periodo de un año, hasta que el consistorio localice unos terrenos donde los musulmanes puedan construir una mezquita en condiciones.
Los vecinos se muestran reticentes a creer la versión municipal. "Nos están dando largas a los vecinos y a la asociación islámica, porque todavía no tienen localizados los terrenos", aseguran. Esta noche los vecinos formarán una comisión integrada por representantes de calle y decidirán nuevas estrategias para oponerse a la mezquita, a la espera de nuevas conversaciones con la asociación musulmana y con los responsables del gobierno municipal.
El consistorio, a su vez, continúa oponiéndose al uso de la antigua nave de la calle de Cervantes que servía de mezquita a los practicantes de Reus, por su falta de licencias. El asunto se dirimirá en los juzgados dado que la Comunidad Islámica Pastoral de Reus interpuso un recurso contencioso administrativo.
El conflicto se remonta a años atrás, cuando la mezquita se clausuró por orden municipal, lo que ha forzado a los practicantes de la capital del Baix Camp a trasladarse a otras ciudades, como Tarragona y Cambrils, donde la práctica religiosa no ha ocasionado tantos problemas.
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