Artífices de una revolución festiva

En la larga historia de la Tamborrada donostiarra -casi 200 años-, siempre habrá un hueco para las 29 atrevidas mujeres que, con una firme convicción festiva, echaron hace 24 años

un pulso a lo establecido. Con sus trajes de aguadoras, el 20 de enero de 1980 acompañaron a los soldados y cocineros de la sociedad Kresala en el desfile de tambores y barriles por las calles de la Parte Vieja. Fue un acontecimiento, pues hasta entonces la presencia de la mujer en la Tamborrada era nula. Con aquella revolucionaria decisión, este grupo de mujeres logró que la fiesta iniciara una lenta, pero imparable transformación. En la actualidad, más de la mitad de las 92 tamborradas de adultos son mixtas e incluso hay una compañía exclusivamente femenina.

Kresala organizó ayer un homenaje a las aguadoras del 80 en el consistorio donostiarra. Asistieron unas 200 personas, entre ellas, el alcalde, Odón Elorza, y concejales de todos los partidos. Las homenajeadas no guardan un recuerdo traumático de aquellos momentos, ni de la abierta oposición que mostraron entonces algunos sectores sociales de la ciudad, revive Tere Barrenetxea, una de las agasajadas. Hubo, incluso, unos pocos fieles a la tradición que se dieron de baja en la sociedad, y otros que les recibieron con silbidos, aunque éstos fueron enseguida acallados por los "vivas" y los aplausos de la mayoría, recuerda ahora. "Intentaron prohibirnos participar, pero al final todo salió muy bien", añade.

Al homenaje asistieron 13 de las 29 tamborreras y familiares de las restantes. Estaban abrumadas y emocionadas a la vez, sobre todo cuando al término del acto todos tocaron la Marcha de San Sebastián.

A diferencia de lo que ocurre en Irún y Hondarribia con los conflictos de sus respectivos alardes, en los que las mujeres no pueden participar como escopeteras, en San Sebastián han podido involucrarse en la fiesta gracias al "espíritu de libertad y tolerancia" de la capital, según destacó ayer Elorza.