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Desde el primer impulso hasta el pacto con Olivetti

"Todo empezó en 1956. Yo entonces tenía 12 años y en un viaje que había realizado mi tío a mi pueblo natal, Doña María-Ocaña (Almería), me convenció para que le acompañara de regreso a Cataluña, concretamente a Terrassa. La vida en el sur era francamente difícil y los comentarios que llegaban desde Cataluña eran muy esperanzadores. Tenía ganas de desarrollar mi vitalidad y aproveché la oportunidad de venir. En Terrassa compaginé los estudios de maestría industrial trabajando también en la compañía AEG. Posteriormente, con la llegada de mis padres, empezamos el negocio de la restauración en el bar que todavía existe y en el que los Lao hemos hecho amigos, compañeros de viaje y socios de verdad. Me siento andaluz de nacimiento. Pero si le soy sincero, nunca me he sentido extraño en Cataluña. He crecido, me he casado y mis hijos han nacido y crecido en esta tierra. Estoy plenamente integrado. No obstante, me encantaría disponer de más tiempo para poder ir a Andalucía y disfrutar de sus encantos".

Manuel Lao abarca la doble encrucijada -empresarial y personal- de su biografía desde el ángulo de la pasión. Habla de negocios con el corazón en la mano y huele a distancia las vetas de la gran mina de la suerte sin necesidad de buscar el amparo de las matemáticas.

Hace dos años, este patrón del juego desestimó la salida de Cirsa a cotización en Bolsa, justo en el momento en que intentaba entrar, de la mano de Olivetti (Telecom Italia), en las grandes tecnologías aplicadas. Olivetti adquirió un 5% de Cirsa y la empresa española recompró recientemente esta participación a través de su filial L&G y con un préstamo del Instituto Catalán de Finanzas. Lao selló su alianza con el controvertido empresario Roberto Colannino cuando éste controlaba Olivetti, pero cortó la operación en el momento en que la empresa italiana fue a parar a manos de Pirelli y Benetton. La antigua Olivetti, que ahora está siendo auxiliada por el primer ministro Silvio Berlusconi en la reestructuración de su enorme deuda, decidió desinvertir en sus activos no estratégicos, entre ellos la participación que poseía en Cirsa.

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