Josep Piqué y los desaprensivos
Esta mañana me dirigía a la biblioteca cuando me he sentido muy poco sostenible. "¿Tan vieja y burguesa eres que te vas a un vulgar centro público a leer en lugar de dedicarte al bookcrossing?", me he dicho. Hace unas semanas, salió un magnífico reportaje en este diario sobre la práctica. "Lo que une a los bookcrossers (personas que cogen y dejan en lugares públicos libros para que otra gente, tras leerlos, haga lo mismo) -así se denominan ellos- es el amor a la lectura y una nueva concepción de la literatura", decía.
Pues nada. Se acabó lo de ir a cómodas, caldeadas y silenciosas salas de lectura a que te presten libros. Se acabó lo de ir a la FNAC a leer de gorra. Estamos en la era del Fòrum 2004 y, si alguien quiere un libro sin pagar, que lo busque en un pipicán. Para dar ejemplo, decido apuntarme yo también a la moda. Pero no es tan fácil como dejar la Enciclopèdia Catalana entre unos matorrales y largarse. Primero hay que entrar en la página web www.bookcrossing.com y darse de alta. Lo hago. Elijo un nombre poético: Emma, de Emma Bovary, pero ya está cogido. Bovary a secas también. Pruebo con Chatterley, de Lady Chatterley, y tampoco está libre. Al final opto por poner "Chatterly", mal escrito. Me choca comprobar que el inventor del bookcrossing, tan altruista, te vende desde camisetas a ex libris y acepta donativos. Además, a cada libro que "liberes" (así lo llama) le tienes que colocar un sello, con un tampón que también está en venta, a 19,95 dólares. Si no, te puedes imprimir el texto, que, por cierto, está escrito en primera persona, como si el que hablara fuese el libro. "Hola, soy un libro muy especial. Viajo por todo el mundo haciendo nuevos amigos". Pues sí que es una nueva concepción de la literatura.
Confío en que los 'bookcrossers' no serán tan racistas como algunos escritores y aceptarán cualquier obra
Procedo a inscribir los títulos que quiero compartir con ustedes. Digue'm agosarat, de Andreu Buenafuente, es el primero. Sí, sí. Ya sé que este libro está muy mal visto, porque es mediático. Pero confío en que los bookcrossers no serán tan racistas como algunos escritores y aceptarán cualquier obra aunque no sea pura, sin importarles el color de su piel. Tecleo el título, el número de ISBN y la categoría (de entre las opciones, escojo "biography".) Me piden que lo puntúe del 1 al 10 y le doy un 10. Finalmente, me toca añadir un comentario. "Un llibre per llegir", escribo. Luego, registro una obra que, hasta que no la acabé, me tuvo sin dormir: Què pensa Josep Piqué. También le doy un 10 y también digo que es "un llibre per llegir". (Nota: si entran en la página verán que me he equivocado con la categoría. No es un gag, es un error). A continuación registro lo que, a mi juicio, es una obra maestra: Primer pla estratègic metropolità de Barcelona, un texto hermético y secreto, prologado por el alcalde Clos, nada fácil, pero que, una vez superadas las 140 primeras páginas, te engancha. "Un llibre per llegir", pongo. También apunto Gozando sexualmente, las siete claves que permiten disfrutar del sexo ("un llibre per llegir", categoría "humor") y Aspectos psicosomáticos del reumatismo articular crónico, de los laboratorios Roche ("un llibre per llegir", categoría "educación"). Finalmente inscribo Pilota, reglament oficial, editado por la Secretaría General de Deportes de la Generalitat, y el Diccionari de la rima de Susanna Rafart.
Hecho esto, me imprimo las etiquetas (sólo me faltaría tener que pagar casi 20 euros por un tampón), las pego en los lomos de los libros y me voy al lugar emblemático de Barcelona donde se suelen "liberar". Se trata de un pobre plátano que tiene la desgracia de estar agujereado, por lo que es ideal para la bookcrosser sensible como yo. Pudiendo dejar el botín en el tronco de un árbol, ¿quién lo dejaría en el estante de una librería? Está en la confluencia de Consell de Cent con Viladomat. Deposito los libros y añado también un DVD: Empanadillados, de Martes y Trece. (Me parece discriminatorio que sólo se liberen libros). Y ya puestos, también dejo EL PAÍS del sábado pasado, con su etiqueta. Lo hago porque sé que hay gente que prefiere morir antes que pagar un euro por un periódico y, total, todo el mundo dice que las noticias "son siempre las mismas". Espero que el ejemplar corra de mano en mano durante años. Todavía no me he dado la vuelta cuando un mendigo se lleva el DVD y el libro de Buenafuente, más contento que unas pascuas.
Al cabo de unas horas, vuelvo a comprobar cómo sigue mi donativo. La mayoría de los libros aún están allí, pero me doy cuenta de que algún desaprensivo les ha hecho de las suyas. Parece mentira, ¡cuánto gamberro suelto! Las tapas del libro de Piqué son las mismas, pero todo el interior ha sido sustituido por otro texto de la misma colección: Què pensa Josep Cuní. Por desgracia, es un trabajo profesional que nadie advertiría. Ya me habían hablado de este tipo de gamberradas, pero nunca crees que te puedan suceder a ti. Un bookcrosser me ha contado que se encontró La náusea en un banco. La lectura le subyugó y no paró de hacer circular el libro, tan ameno, hasta que otro bookcrosser cayó en la cuenta de que, en realidad, estaban leyendo La filla del Ganges con unas tapas falsas. Si es que no hay derecho. ¡Qué poco amor por la cultura!
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