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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cartografía del espanto

Hay que celebrar este Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo con los honores que se rinden a los libros destinados a convertirse en referencias imprescindibles. Rosa Sala Rose, inteligente ensayista y excelente traductora (su versión de Poesía y verdad de Goethe es definitiva), ha realizado un trabajo de altura: informativo, bien escrito, original y valiente. Además, es posible que se trate del primer intento sistemático que se hace en España de ahondar en el fenómeno del nazismo desde el espinoso tema de su mitología, a fin de conocer sus raíces y arrebatarle el aura fascinadora y mística con que suelen presentarla los acólitos del ocultismo y lo paranormal. Tampoco nos consta que en Alemania -donde las publicaciones sobre los nazis alcanzan un volumen abrumador- exista un intento de similares características, pues los historiadores y publicistas germanos se han mostrado reticentes a tratar este tema, dado el tabú que todavía hoy pesa sobre la parte ideológico-cultural del nacionalsocialismo en un país en que comprar un documento histórico como Mein Kampf está rigurosamente prohibido y hay que adquirirlo de forma clandestina.

DICCIONARIO CRÍTICO DE MITOS Y SÍMBOLOS DEL NAZISMO

Rosa Sala Rose

Prólogo de Rafael Argullol

Acantilado. Barcelona, 2003

509 páginas. 30 euros

Rosa Sala sube a cimas aún no hoyadas desde donde propone la observación del paisaje mental que, con sus páramos inhóspitos y sus abismos, se extiende tras el telón del régimen totalitario por antonomasia y de sus atroces crímenes. El Holocausto y la guerra de agresión con la que Hitler asoló Europa son las puntas ensangrentadas de un iceberg ideológico cuyos presupuestos no inventaron sólo los nazis, sino que en gran medida formaban parte de la conciencia cultural europea. El sustrato ideológico que asociamos sin vacilar al nazismo -el antisemitismo asesino, el nacionalismo exaltado y excluyente o la idea de una humanidad escalonada en razas superiores e inferiores- no fue algo exclusivo de la Alemania de entreguerras, sino que estaba extendido de una u otra forma por toda Europa y América. El imaginario nacionalsocialista ensambló a su modo dichas ideas recreándolas en una cosmovisión, suerte de religión secular con aspiraciones de trascendencia suprapolítica.

El teórico nazi Alfred Rosen-

berg, acusado en Núremberg de instigador ideológico de los crímenes de guerra, declaró que allí se habían expuesto muchas cosas terribles pero que no se había hablado del nacionalsocialismo, un movimiento renovador y revolucionario con aspiraciones de cambiar el mundo y sus leyes; pues bien, sin conocer los dogmas de semejante engendro fundamentalista será difícil comprender las razones de la barbarie nazi; de ésta, por lo general, se excusa su explicación apelando a la "locura" de unos cuantos "tarados mentales" con capacidad de dar órdenes y de ser obedecidos, cuando no al denominado "mal radical" de naturaleza demoniaca y sobrehumana.

Existe, pues, aversión a tomarse en serio este fondo ideológico, minimizándolo con juicios sumarios que tachan al nazismo de movimiento irracional, nihilista y absurdo; nada más alejado de la verdad: el nazismo se sostenía en presupuestos pretendidamente científicos, históricos y hasta filosóficos, con los que aspiraba a obtener el crédito de la razón; de ahí que convenciera a tantos seguidores "idealistas" o "fanáticos de la verdad". El mito de lo ario y lo no ario, símbolos de lo superior y lo inferior, así como el de las razas puras e impuras, la sangre y la tierra o el espacio vital fueron fundamentados hasta la saciedad por eruditos y especialistas. La liturgia nazi se rodeaba, además, de multitud de símbolos exteriores: la espada, la antorcha o la esvástica; de animales totémicos como el águila o el lobo. Rememoraba orígenes ideales en culturas atávicas no contaminadas, realizaba sus cultos en santuarios sagrados y honraba a caudillos ancestrales. Todo ello avalado por prolijas explicaciones antropológicas. Los nazis mitificaron también la historia de Alemania y convirtieron en hitos y modelos a reyes y poetas, instaurándolos en el panteón de los grandes hombres del Pueblo Alemán: Federico II, Schiller, Nietzsche o Wagner fueron santificados y aclamados como "precursores" del ser germánico. Crearon sus mitos estéticos desterrando todo lo que consideraban "degenerado", desde el expresionismo al jazz, a favor de un "arte alemán", en consonancia con la salud física y mental de una raza pura que practicaba con pasión el deporte, el vegetarianismo o el nudismo.

Aparte de las entradas de carácter simbólico o histórico, la autora reseña otro tipo de mitos de factura más ocasional, creados ad hoc por el Ministerio de Propaganda del Reich, tales como el propio mito de Hitler como redentor o el cacareado "milagro económico alemán" traído por éste, la erradicación del paro o esas autopistas que fueron la admiración de la Europa de la tercera década del siglo XX. Junto a éstos, las fantasmagorías para salvar una guerra perdida, el "arma milagrosa" o la "victoria final" sobre bolcheviques, judíos y norteamericanos.

En suma, el lector encontra

rá todo cuanto quiera sobre el nazismo y sus quimeras en este apasionante diccionario que puede leerse de un tirón, pues, en realidad, lo compone una sucesión de ensayos breves. Su mérito más notable consiste en que es un diccionario de autor. Rosa Sala, gran conocedora de la literatura y la historia de Alemania, ha escrito una obra de alta divulgación, y no para uso exclusivo del gremio de germanistas. De ahí que no deba intimidar el término "crítico" del título, pues las diversas opiniones referidas a cada una de las entradas responden al espíritu con el que la autora ha abordado su trabajo: la claridad en el desenmascaramiento de la mentira que se agazapa detrás de toda la parafernalia mítica nacionalsocialista. Es, pues, la propia Rosa Sala quien ejerce su crítica particular al seleccionar anécdotas o al remitirse a una bibliografía nada académica: los testimonios de Traudl Junge, Sebastian Haffner o Viktor Klemperer; todos ellos, autores cuyos libros han aparecido recientemente en España y son de fácil acceso.

Con mirada lúcida, Rosa Sala señala los trazos de una geografía delirante y perversa, los fundamentos de una cosmovisión afortunadamente derrotada pero que en modo alguno debe permanecer escondida, pues lo oculto suscita ante todo el deseo de lo oculto. Al deconstruirla desvela su artificialidad e indigencia. Y ello, con el sano espíritu de una investigadora nata, libre de las cadenas del academicismo partidista y la petulancia.

Congreso del partido nazi celebrado en Núremberg, en 1936.
Congreso del partido nazi celebrado en Núremberg, en 1936.AP

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