Campaña abocada al fracaso

En EL PAÍS del 28 de diciembre (día de los Santos Inocentes) recibimos un tríptico de la Consejería de Empleo y Desarrollo Tecnológico emplazándonos a elegir la energía positiva. El vehículo para promover este cambio de actitud no puede ser más desafortunado. Desde faltas de ortografía ("Elije el positivo"), pasando por un lenguaje tecnocrático ("maximizar el respeto al medio ambiente", "acondicionamiento artificial de espacios") y terminando en un desajuste del mensaje con la realidad de la situación energética en Andalucía.

No es cierto que entre los dos lados de la energía que aparecen fotografiados, una central térmica emitiendo contaminación y un parque eólico, la Administración andaluza elija el positivo.

La realidad se inclina por la simultaneidad de ambas opciones, porque hasta la fecha la Junta de Andalucía no ha establecido ninguna limitación a la avalancha de centrales térmicas de ciclo combinado (gas- vapor) que se nos vienen encima, empezando por la central de Iberdrola de Arcos de la Frontera (Cádiz), que si la autorización ambiental integrada que tiene que conceder la Consejería de Medio Ambiente no lo remedia, supondrá la ruina para la sierra gaditana y el expolio de los recursos hídricos del Guadalete, además de emisiones de lluvia ácida. También es verdad que los proyectos eólicos previstos pueden llevar a la comunidad de los 230 megavatios actuales a los 4.000 en el año 2010, pero para garantizarlo hay que establecer la prioridad del kilovatio renovable sobre el térmico (todavía no lo ha logrado la futura Ley andaluza de Energías Renovables).

Tampoco la elección de la imagen del oficinista derrochando iluminación eléctrica parece la más representativa, cuando informar del Programa Prosol de la misma Consejería de Desarrollo Tecnológico hubiera sido mucho más necesario, para que el usuario supiera que le es rentable, ecológica y económicamente, disponer de agua caliente sanitaria. Más cercano al consumidor hubiera sido informarle de que las bombillas fluorescentes compactas son mucho más ahorradoras o de que el coche privado es insostenible ecológicamente, mientras que la bici es más saludable o los transportes colectivos mucho más eficientes.

En fin, todos los publicistas saben que una campaña está abocada al fracaso cuando no está conseguida ni la elección del mensaje ni la tipología del destinatario, y mucho me temo, errores e incongruencias aparte, que esta publicidad del PEAN está destinada a vender humo.