Accesibilidad

El 2 de enero acudí con mi hijo Marc de 15 años (afectado de espina bífida y que para desplazarse utiliza silla de ruedas) a adquirir entradas para el partido de Copa entre el Levante y el Barcelona. La respuesta, cuando le pedí dos localidades a las que se pudiera acceder con silla de ruedas, es que no había ninguna, pues sólo se podía acceder a los goles bajos y las entradas estaban agotadas, no estando previsto en todo el estadio ningún lugar reservado para personas con movilidad reducida.

Ante la perplejidad que me produjo semejante respuesta, pues demostraba, en caso de ser cierta, una absoluta falta de sensibilidad, la tarde del 2 de enero me puse en contacto con las oficinas del Levante para que me confirmaran si eso era cierto. Me volvieron a decir lo mismo.

Además, aunque al principio me atendió una chica bastante amable, luego se puso un señor que parecía irritado por mi insistencia en preguntarle cómo era posible que entre 25.000 localidades no hubiera ninguna para personas con discapacidad.

No me cabe en la cabeza, pues además de demostrar muy poca sensibilidad, supone un incumplimiento claro de la Ley de Accesibilidad. Pretender que las personas con movilidad reducida accedan en localidades sin numerar y sin reserva de espacio me parece una burla, o incluso algo más que falta de sensibilidad. No me puedo imaginar a mi hijo y a mí luchando por hacernos un hueco. Aunque a veces parece que avanzamos, cuando nos encontramos con situaciones como la que describo, nos damos cuenta que nos queda mucho camino por recorrer.