Caras y cruces
Desde su inauguración, en diciembre de 1994, el mercado invernal ayudó a ganar campeonatos (el Barcelona, con Frank de Boer, en 1999), evitar descensos (la Real Sociedad, con Nihat, Kovacevic y Westerveld en 2002), hacerse europeo (el Celta, con Mido en 2003) y... descender a Segunda (el Tenerife, que en 1999, tras hacer una inversión de 20 millones de euros, fue a peor, bajó y no ha subido). Muchos protagonistas de esta época se marchitaron (Amunike, en el Barcelona en 1998), se perdieron en la mediocridad (Petkovic, en el Sevilla en 1998) o mostraron una valía que no se les presumía (Molina en el Albacete en 1995).
El precedente inmediato se puede calificar de poco trascendente. Reveillère aterrizó en el Valencia para despegar cinco meses más tarde: jugó más de 1.400 minutos en la última Liga, pero su equipo descendió del tercer puesto al quinto y se quedó fuera de la Champions. El Celta sí se clasificó para la máxima competición europea gracias a los dos goles de Mido, el díscolo delantero cedido por el Ajax, a Osasuna. Y el propio Osasuna consiguió aferrarse a Primera (subió del puesto 17º al 11º) con las incorporaciones de Valdo y Manfredini, que jugaron más de 600 minutos y marcaron un tanto cada uno. Morales, el tercer fichaje del club navarro, jugó algunos partidos el curso pasado, pero en éste sólo 26 minutos.
El Barcelona se movió poco. Concretó una de las peticiones de Louis van Gaal, aunque para entonces ya le había sustituido Radomir Antic, incorporando a Sorín, un defensa argentino cedido por el Lazio, que actuó en 1.100 minutos y con el que los azulgrana fueron a más, pero que en el verano fue devuelto al club romano.
El Sevilla fichó al brasileño Alves y al griego Machlas, que se hizo famoso por agredir a un policía; el Racing, a Corominas y Sarabia. El Rayo, que bajó, a Iriney. Y el Recreativo, que le acompañó, a Zelaya, Pernía y Joazinho.
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