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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un monumento literario

Por si alguien pudiera pensar que este nuevo monumento literario que hoy empieza a existir -la colección definitiva de la obra completa de Julio Cortázar (1914- 1984)- es algo todavía prematuro, ya que las carencias de este tipo de ediciones en el mercado lo configuran como un queso de gruyère al revés (hay más huecos que queso, más ausencias que presencias), es preciso advertir que el próximo mes de febrero van a cumplirse veinte años desde la muerte del escritor, lo que ya parece ser un buen plazo de tiempo para abordar la tarea, al menos para la simple (aunque bastante compleja) recopilación, encomendada además a las mejores manos posibles, las de uno de sus fieles amigos y expertos, el escritor y profesor argentino Saúl Yurkievich, que además es uno de los albaceas principales de su legado, a quien acompañan Gladis Anchieri en la edición y Jaime Alazraki en un buen prólogo que completa la excelente introducción general del propio Yurkievich.

JULIO CORTÁZAR OBRAS COMPLETAS 1 CUENTOS

Edición de Saúl Yurkievich

Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores

Barcelona, 2003

1.130 páginas. 59 euros

Fue un escritor total, tocó todos los géneros de manera irremediable, lírico y trágico, que jugaba sin parar porque pensaba que el juego y la ironía también son maneras de conocer
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El escritor derramado

Bien, se trata de una tarea en principio posible, aunque difícil -la recopilación de sus textos, mucho más numerosos de lo que creíamos, pues están previstos nueve gruesos volúmenes, aunque los tres últimos son de cartas (dos) y de entrevistas (uno), pero aun así la cantidad impresiona-, que lleva implícita la más imposible de su ordenación, pues ¿cómo ordenar el caos, ese desorden indefinido -si no infinito- en el que esa explosión literaria que se llamó Julio Cortázar proyectó toda su vida y obra, que tuvo tanto a la vez de "implosión" total -iba de dentro a fuera- y que así nos aplastó a -casi- todos a finales del siglo pasado, dejándonos inermes frente a tanta libertad?

Para empezar quisiera decir que se ha empezado por lo seguro, por sus cimientos, los cuentos, que han sido desde el principio la base fundamental del acuerdo crítico creado en torno a su obra, pues ha sido su parte más y mejor aceptada desde siempre. Sí, ya se sabe que el impacto de su gran novela Rayuela fue universal, pero no sucedió lo mismo entre la crítica, que se mostró más reticente siempre, pues entre sus adversarios los había que preferían sus libros misceláneos -Historias de cronopios y de famas- o hasta sus grandes traducciones -Poe, Yourcenar, Gide, Aymé- y desde luego sus cuentos, pues la gran provocación experimental de Rayuela dejaba siempre tanta molestia como inquietud. Y las posiciones no han cambiado mucho desde entonces.

Y voy a decir algo para empezar: creo que lo primero en Cortázar fue la poesía, que nunca dejó de ser poeta y que lo fue hasta el final por encima de todo. Y algo más, como el broche que todo lo corona, que su gran poema fue precisamente el de su tan discutida Rayuela. Todo lo demás no fueron más que flecos de ese gran tronco universal, que nos ha nutrido tanto a todos sus lectores que jamás podremos liberarnos de él, convertirlo al final en lo que tantos intentan, la leña suficiente para alimentar la hoguera de un mercado del que siempre abominó después de todo, pues aunque no lo negó, tampoco le siguió jamás a pies juntillas, que es lo que ahora precisamente se lleva.

En realidad, empezó escribien

Bien, los comienzos de Cortázar fueron largos, complicados y difíciles, como se ve en el numeroso material inédito que luego hemos conocido de manera póstuma, pero es claro que, pese a la brillantez del poema dramático Los reyes (1949), en prosa más formalista todavía que la poesía de Presencia -una vuelta al revés del mito de Ariadna, Teseo y el Minotauro-, fueron los cuentos, sobre todo en sus primeros cuatro títulos, los que le colocaron en la primera fila de las letras universales de su tiempo.

Bestiario (1951), Las armas secretas (1959), Final de juego (1956, ampliada en 1964) y Todos los fuegos el fuego (1966), entre los que se colocó la universal explosión de Rayuela (1963), que hizo volar todo en mil luminosos pedazos. Aunque una vez impuesto como un escritor de primera magnitud, Cortázar siguió escribiendo y publicando cuentos pues consideraba "que era lo suyo", ya comprometido en firme a través de Jaime Salinas con Alianza y después definitivamente con Alfaguara, que con posterioridad ha publicado ya todo entre nosotros en una gran biblioteca a él dedicada. Pues los cuatro últimos libros de esta serie, Octaedro, Alguien que anda por ahí, Queremos tanto a Glenda y Deshoras son ya tan perfectos como los anteriores, y siguen rompiendo límites sin parar.

Con su iconoclastia habitual,

sus rupturas incesantes de tiempos y espacios, su mezcla de tragedia y ternura, su vanguardismo surrealista y existencial, su continua apelación a lo fantástico y al misterio de las zonas más oscuras, su permanente compromiso ético y político y su búsqueda de la libertad y la justicia por encima de todo, he aquí todos los cuentos (90, aunque podría haber más, pues los editores han sido muy estrictos al etiquetar los que consideran como verdaderos cuentos, sin contar con que su propio autor rompía las barreras de los géneros sin parar) de ese gran gigante que se llamó Julio Cortázar, el perseguidor que espero pueda seguir persiguiéndonos sin cesar para ver si en estos tiempos de miseria mercantil, alguien anda todavía por ahí queriendo tanto a Julio en esa búsqueda del absoluto que nos enseñaba sin parar, con sus enormes manos de mutante con las que destruía las viejas mentiras de las que volvían a nacer de nuevo las antiguas primaveras que nos prometía la literatura de verdad. La de siempre, con perdón, pues en el fondo siempre creí que era un escritor realista, o que al menos era el único que nos describía de verdad lo que la verdad era, fue, es y será siempre.

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