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Columna
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Intersticio

"EL ESCRITOR es una persona común y corriente" -afirma Gao Xingjian, premio Nobel de Literatura de 2000, en su libro En torno a la literatura (El Cobre)-, "quizá algo más sensible que las demás y, por tanto, como suele ocurrir con esta clase de personas, más frágil. El escritor no habla como portavoz del pueblo o como encarnación de la justicia. Su voz es por fuerza débil, pero esta voz, la voz del individuo, es justamente la más auténtica".

Esta sencilla y aparentemente inocua declaración de la personal fe literaria por parte de uno de los más grandes escritores chinos actuales, que, desde 1987, vive en París como refugiado político, tiene por sí misma un profundo calado y encierra la clave de lo que, siendo una poética personal, no sólo explica la posición del autor en relación con los problemas que asedian al artista de nuestra época, sino lo que cabe esperar del arte hoy, cuya máxima difusión va pareja a la mayor confusión.

A lo largo de los siete ensayos teóricos de esta antología de su pensamiento crítico, Gao Xingjian previene al artista actual de las desviaciones y quimeras que entorpecen y hasta anulan su testimonio creador, ya sea, en efecto, por la arrogancia, no pocas veces acompañada de oportunismo, de erigirse en portavoz ideológico de la Verdad, ya sea por la frívola búsqueda del éxito, que le lleva al ansioso consumo de modas despersonalizadoras y le convierte en un efímero agente comercial de tópicos banales, disfrazados de novedad. En resumidas cuentas, Gao Xingjian arremete contra casi todos los grandilocuentes principios ideológicos que, en nuestra época, han pervertido la vocación artística: el compromiso moral y político basado en la corrección, el vacuo experimentar de los ismos, el narcisismo y toda promoción comercial.

¿Qué es lo que le resta, por tanto, se dirá, al artista actual tras semejante despojamiento de los papeles socialmente asignados? En primer lugar, la conquista de esa soledad que le permita ser y expresarse por sí mismo, y, en segundo, la de ser capaz de observar la realidad sin interferencias, porque sólo así podrá ofrecerse como su testimonio. ¿Es poco o es mucho lo que le exige como accesis Gao Xingjian a esa persona común y corriente, sensible y frágil, que nos dice que es el artista, en absoluto un superhombre? No lo sé; pero, en todo caso, estoy convencido de que es imprescindible y, sobre todo, precisamente hoy, cuando, en nuestra sociedad virtual, todo propende a la usurpación mediática de funciones: la de la voz, la de la imagen, la del testimonio creador.

Frente a la incesante interferencia política e ideológica y la creciente presión comercial a la que se ve sometido, el arte actual "que intenta reflejar las realidades de la vida no puede sino refugiarse en los márgenes de la realidad". El artista se ve de esta manera obligado a vivir a su pesar en los intersticios sociales. Está solo, pero por la necesidad perentoria de expresarse: es artista.

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